– Lo ideal sería combinar las dos cosas en un wéstern crepuscular, con caballos y automóviles.
Pilar Castro
VII PREMIO AISGE VERSIÓN ESPAÑOLA A LA MEJOR ACTRIZ
“No me importaría ser una eterna secundaria”
RUBÉN DEL PALACIO
De padre cantante, Pilar Castro pasó su niñez en un conservatorio de danza hasta que una lesión de brazo la forzó a buscar otros cauces para su talento. La Movida madrileña la mantuvo pegada al arte. “Fue una explosión de cultura, un momento totalmente opuesto al que vivimos ahora. Todo el mundo actuaba, escribía, pintaba, tocaba música…”.
A los 18 años, tras participar como figurante en la película Ovejas negras, Juan Diego Botto acabó hablándole de la escuela de su madre, Cristina Rota. Desde entonces ha trazado una prolífica carrera (Daniel Sánchez Arévalo, David Serrano, Juan Cavestany) que prosiguió en el Teatro Marquina con Babel, un texto sobre la incomunicación humana. “A veces, con una copa de más, le contamos a un desconocido lo que no hablamos con nuestra pareja”.
– ¿Volver a los escenarios le ha hecho recordar sus inicios?
– Me ha venido a la mente Caracalva, la compañía independiente que fundé con Secun de la Rosa en 1996. Experimentábamos con personajes delirantes y pedíamos a la gente que entrase a las funciones porque a veces no venía ni un espectador. Una época maravillosa.
– El estreno de ‘Babel’ ha coincidido con la subida del IVA cultural...
– Hemos mantenido el precio de las entradas rebajándonos los sueldos. Es un buen momento para poner a prueba la vocación: solo resistirán quienes realmente la tengan.
– ¿La suya nunca se ha quebrado?
– He pasado por crisis en las que me planteé incluso dejar la profesión. Cuando me proponen un proyecto sigo pensando que no podré hacerlo, pero soy más consciente de mi experiencia: antes sufría viéndome en la pantalla y ya empiezan a satisfacerme algunas interpretaciones.
– ¿Cómo fue lo suyo con Almodóvar? Algunas biografías aún citan que trabajó con él.
– Superé la prueba para Volver, pero al final suprimió mi secuencia y me envió una carta disculpándose. Solo tuve tiempo de ensayar en su despacho junto a Penélope Cruz y Carmen Machi.
– ¿Echa de menos un papel protagónico que la consagre?
– Aún soy muy joven, pero no me importaría ser una eterna secundaria. En los cortometrajes o el teatro ya disfruto de personajes principales: me hacen muy feliz, pero implican mucha responsabilidad.
– Además de grandes papeles o dos Biznagas en el Festival de Málaga, ¿qué le ha aportado el corto?
– En ese formato puedo arriesgarme más. Es una escuela estupenda para percibir errores antes del salto al largometraje.
– ‘Días de fútbol’, ‘7 citas’ o ‘Cuestión de sexo’ eran historias de pareja. ¿Se ha sentido encasillada?
– En ocasiones sí me he sentido ‘la novia de’. Entre los guionistas predominan los hombres y les cuesta más escribir sobre mujeres.
– En ‘Los dos lados de la cama’ cantaba temas de Tequila o Los Ronaldos ¿Le gustó?
– Me apasiona. Aunque dicen que no canto bien, yo sueno divinamente [risas]. En Gordos amenizaba el velatorio de mi marido con una canción de Raphael y convencí a Miguel del Arco para que me dejase cantar en las funciones de El inspector. Ojalá participe en algún musical.
– ¿Cuándo volveremos a verla ante la cámara?
– Acabo de rodar La gran familia española, de Sánchez Arévalo. Él también dirigirá la comedia televisiva que he creado con Candela Peña. Estamos escribiendo el capítulo piloto y pronto grabaremos. Y Esteban Crespo ha ampliado el guion del cortometraje Nadie tiene la culpa, con el que gané el Versión Española/AISGE, para convertirlo en una película.