El primero en convocar a Lampreave ante la cámara, antes de que esta cumpliera los 30, fue su amigo Jaime de Armiñán. Ella lo vivió como un juego. Había vivido la Guerra Civil con apenas cinco años, unas circunstancias que no le impidieron actuar luego en el teatro del colegio ¡con un papel de soldado! “Temblaba de miedo, y ahora me pongo igual de nerviosa. Eso de los nervios no se lo quita una como se quita un sombrero”, le reveló al periodista Curro Cañete, con quien coincidió en el Zinemaldia donostiarra de 2012 mientras presentaba El artista y la modelo como parte del elenco. La que mantuvieron entonces es una de las pocas entrevistas escritas con la intérprete, quizá porque permanecer siempre alejada de papeles protagonistas le apartó de la más insistente atención mediática.
Lampreave estudió pintura, no Arte Dramático, y aún conservaba su nombre completo, María Jesús, cuando apareció El pisito (1959), su primer trabajo en cine. Un año después se casaba con el almeriense Eusebio Moreno, con quien vivió durante un tiempo la placidez del anonimato. Aunque Berlanga la reclamó en 1963 para El verdugo, la carrera de la artista no tomó impulso hasta la década de los setenta. Hasta cinco títulos llegó la actriz a rodar por año, poco antes de conocer a Almodóvar y encumbrar sus interpretaciones de reparto hasta la categoría del culto. Ya en 2001 el Ministerio de Cultura le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.