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05-04-2016

Descargar'>Con Rossy de Palma en 'La flor de mi secreto'

Con Rossy de Palma en 'La flor de mi secreto'

 
Chus Lampreave


La estrella estaba en el papel de reparto


Esencial en la historia reciente del cine español, la veterana actriz se marcha a los 85 años y deja más de 70 títulos a sus espaldas


FRANCISCO PASTOR
Chus Lampreave solía sacar su cámara del bolso y hacerse una fotografía junto a quienes le pidieran por la calle un autógrafo. Para su propia colección, no para la de sus admiradores. Según admitía, pensaba que cada película en la que actuaba sería la última, por aquello de que algún día dejaran de buscarla. Pero la llamaron Luis García Berlanga, Fernando Colomo, José Luis Cuerda, Fernando Fernán-Gómez, Santiago Segura, Pedro Almodóvar… Gracias a ellos logró seis nominaciones a los premios de la Academia de Cine, siempre como actriz secundaria, de las cuales una se materializó por fin en el Goya: la de Belle Epoque (1992), de Fernando Trueba. Cuando la madrileña nos dejó por causas naturales el pasado 4 de abril, a los 85 años, lo hizo acompañada de un currículum de más de 70 largometrajes.
 
 

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'Volver'

 
 
   El primero en convocar a Lampreave ante la cámara, antes de que esta cumpliera los 30, fue su amigo Jaime de Armiñán. Ella lo vivió como un juego. Había vivido la Guerra Civil con apenas cinco años, unas circunstancias que no le impidieron actuar luego en el teatro del colegio ¡con un papel de soldado! “Temblaba de miedo, y ahora me pongo igual de nerviosa. Eso de los nervios no se lo quita una como se quita un sombrero”, le reveló al periodista Curro Cañete, con quien coincidió en el Zinemaldia donostiarra de 2012 mientras presentaba El artista y la modelo como parte del elenco. La que mantuvieron entonces es una de las pocas entrevistas escritas con la intérprete, quizá porque permanecer siempre alejada de papeles protagonistas le apartó de la más insistente atención mediática.
 
   Lampreave estudió pintura, no Arte Dramático, y aún conservaba su nombre completo, María Jesús, cuando apareció El pisito (1959), su primer trabajo en cine. Un año después se casaba con el almeriense Eusebio Moreno, con quien vivió durante un tiempo la placidez del anonimato. Aunque Berlanga la reclamó en 1963 para El verdugo, la carrera de la artista no tomó impulso hasta la década de los setenta. Hasta cinco títulos llegó la actriz a rodar por año, poco antes de conocer a Almodóvar y encumbrar sus interpretaciones de reparto hasta la categoría del culto. Ya en 2001 el Ministerio de Cultura le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
 
 

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'Fuera de carta'

 
 
   El Fotogramas de Plata, también otorgado al conjunto de su trayectoria, coincidió con el bombazo de Volver. En esa cinta ya murió a las órdenes del genio manchego hace justo una década. Armada de un timbre rasgado y una dicción con arrastre dulce de los fonemas, el suyo acabó siendo un rostro familiar para más generaciones de espectadores de las que hubiera esperado. “Ser actriz es una maravilla, pero yo nunca me lo creí”, reveló durante su conversación en el Zinemaldia. Almodóvar contó con ella para ocho filmes en los que la vimos envuelta en una bata, cómoda con un pijama, cubierta con un delantal… y casi siempre escondida tras unas gigantescas gafas de culo de vaso. Lo contaban director y actriz: él siempre encontró en ella un retrato de su propia madre.
 
 

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Papeles desternillantes para mensajes poco ingenuos
Almodóvar no fue una excepción en aquella tendencia de envejecer a Lampreave antes de tiempo: aunque había conocido la contienda, la dictadura y la transición, apenas había cumplido los 53 cuando le tocó encarnar a la abuela de dos adolescentes en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984). Esta segunda incursión almodovariana dejó la que quizá sea una de sus actuaciones más recordadas: ese “Paso total de vosotras. Me aburrís” con el que despachaba a Verónica Forqué y Carmen Maura. La sordidez del autor ya la cató un año antes, cuando bordó a la monja Rata de Callejón en Entre tinieblas (1983).
 
   Pese a que solo 16 años la separaban de Marisa Paredes, ella construyó a la madre dependiente de la segunda en La flor de mi secreto (1992). En su repertorio abundan las doñas, las vecinas o las porteras, con pinceladas que aportan comedia incluso enmarcadas en historias trágicas. Cómica fue también esa anciana que en Belle Epoque, ambientada en los años treinta, llevaba el derechismo y el catolicismo al esperpento. Resulta improbable que Lampreave actuara riéndose de sí misma. Tal vez se reiría de lo que los demás quisieran imaginar en ella. La simpatía con que llenaba cada plano se parecía en poco al gesto solemne con que estuvo apoyando públicamente a Felipe González durante la campaña electoral de 1996. Aquella en la que la debacle socialista figuraba más que anunciada.
 
 

En el anuncio de Campofrío

En el anuncio de Campofrío

 
 
   Como ya ocurriera en La escopeta nacional (1978), de Berlanga, la sátira política de Cuerda en Amanece, que no es poco (1989) encontró en Lampreave la aliada con la que retratar los flecos de una sociedad absurda: basta recordar cómo lamentaba el racismo, encogida y abrigada en su cama, frente al hombre negro que provocaba gritos de estupor allá donde fuera. El de la observadora templada y ajena a los desmanes de la acción fue otro de sus perfiles reiterados. También el de la mujer que fingía ser menos despierta de lo que realmente era: más de un giro de la trama acabaría pivotando sobre la testiga de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). El mismo Almodóvar lamentaba las veces en las que su imaginación no encontraba en sus guiones un papel para ella.
 
   Fue el sujeto, no solo objeto, del humor. Después de que trabajara en televisión junto al Gran Wyoming y Máximo Pradera, Santiago Segura la reclutó hasta en tres de las cinco entregas de la saga Torrente. Nuevamente en el papel de madre. El madrileño sería el último en dirigirla en un largo, gracias al quinto taquillazo de su colección, filmado en 2015. Coincidieron también, ambos en calidad de actores, en las ya tradicionales piezas con las que Campofrío celebra las Navidades. Aquel cortometraje que Icíar Bollaín dirigió para la marca la convirtió en una heroica protagonista ante los embates de la crisis, pero ella ya se había despachado contra los culpables de la recesión en los Fenómenos de Antena 3.
 
 

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'Fenómenos'

 
 
   “El amor y el hambre mueven el mundo”, le espetaba Lampreave a Ana Belén en la lúdica Miss Caribe (Fernando Colomo, 1988). Entre las anécdotas del rodaje quedará cuánto de suyo aportó ella a tal sentencia. Y es que su amigo Armiñán aplaudía su técnica ante la improvisación. Como apuntó Antonio Resines, actual presidente de la Academia de Cine, al hablar de la muerte de la intérprete, la actriz “no había levantado cabeza” tras la marcha de su marido, ocurrida hace un año. Ella nos dijo adiós en Almería, de donde era su Eusebio, el hombre que vio más allá de la anciana, la portera, la vecina. 

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