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Línea de telón


'Madre', de Rodrigo Sorogoyen

ALBERTO CONEJERO

       

Ilustración: Luis Frutos

 

Hace poco más de una semana que la Academia de Cine de Hollywood anunció los nominados a los premios Oscar 2019, cuya gala se celebrará el próximo 24 de febrero. Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) ha conseguido la nominación a Mejor Corto por Madre, pieza con la que ya conquistó el Goya el año pasado. Coincide con el final del rodaje de la película basada en el corto, que mantendrá el mismo título y contará también con la misma actriz protagonista: Marta Nieto. Además, El reino, su último largometraje, cuenta precisamente con trece nominaciones para los Goya de este año.


   Esta es la séptima ocasión en la que un cortometraje español opta al Oscar en esta categoría; un número mágico que ojalá traiga suerte a todo el equipo y venga a culminar la racha de merecidos parabienes y galardones para un realizador al que descubrí con Stockholm, cuya secuencia del ascensor recuerdo con admiración. Su cine, siempre con el calambre de alguien que ama contar historias, habita la encrucijada entre la emoción y la política, quizá porque toda política es una emoción que ambiciona algo. Sorogoyen es un creador fiel a sus pasiones, de mirada incisiva, pertinaz en el empeño de hacer cine en un país nada amable para tales lides.


   Madre 
(2017) está, de modo legal y gratuito, a un golpe de clic. Se trata de un cuarto de hora de plano secuencia que necesita solo de sus primeros segundos para cautivar (atrapar y seducir) y para encoger el corazón. No hay nada más terrorífico que aquello que no vemos, no hay imagen más terrible que aquello que no llega a formarse y que justo por eso contiene todas las imágenes terribles del mundo. Aunque por encima de todas está el miedo que solo puede sentir quien ha dado la vida, quien ha puesto a otro ser humano en la luz, quien lo ha dado a luz. 


   Qué hallazgo la madre que se deshace porque ve deshacerse a la hija, porque cree que su hijo se deshace: dos mujeres que son toda la humanidad. De ahí que el título de la pieza tenga una resonancia multiplicada. Qué sabio el simbolismo de los espacios presentes y aludidos: el piso, el mar, el bosque. Evito destripar nada del argumento, pero ahí está el bosque como espesura de nuestros miedos, poblado de amenazas y también de salvadores, escenario de nuestros ritos de iniciación; y el mar, que es matria, y líquido amniótico, y es nacimiento y es muerte, principio y fin.


   Ojalá que Madre se lleve el Oscar el próximo domingo 24 de febrero  y que el premio facilite al realizador sus siguientes proyectos. Ese sería el sentido pleno del triunfo, para él y para los que seguimos su carrera. En cualquier caso celebremos desde ya a Sorogoyen como un premio para todos los que amamos esa quimera de luces y sombras llamada cine.

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