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Àlex Batllori


“Nicole Kidman citó mi nombre en una rueda de prensa. ¡Fue brutal!”


De pequeño grabó anuncios e incluso interpretó su primer papel para una ficción, pero soñaba con ser ingeniero electrónico y hasta la mayoría de edad no se decidió en serio por la actuación. Jamás imaginó que Eduard Cortés le ficharía a los 11 años como protagonista del telefilme L'oquestra de les estrelles, con un argumento que se lo hizo pasar mal. Y es que el niño Bernat perdía a su padre y su hermana en un accidente de tráfico, tragedia tras la cual se instalaba en la Barceloneta con una madre casi desconocida que no le ofrecía demasiadas comodidades. Transcurrió bastante tiempo hasta que en 2009 recibió un nuevo proyecto para la pequeña pantalla, Raval, una serie juvenil que no pudo pasar del capítulo piloto. Ambientada en ese multiétnico barrio de la capital catalana, retrataba los conflictos domésticos y sentimentales de unos adolescentes muy distintos social y culturalmente.
 
   Durante tres temporadas paseó por el instituto de Física o química a su Álvaro, cuya mente retorcida le convertía rápidamente en líder pese a su envidiable expediente académico y esa cara de niño bueno. Aprovechaba el anonimato de Internet para publicar en un blog intimidades sobre el personal y el alumnado del centro, hasta que el director (José Manuel Seda) le amenazaba con llamar a sus padres. A fin de evitar que le echasen una bronca monumental, le revelaba en exclusiva nuevos cotilleos a cambio de silencio, por lo que acababa saliendo indemne del lío. Iniciaba asimismo un idilio basado en la dominación con la excéntrica Alma (Sandra Blázquez), aunque después seguían caminos muy diferentes: ella trabajaba en un club de alterne para marcharse a EEUU con ahorros suficientes y él se machacaba en el gimnasio para capitanear con autoridad la pandilla más conflictiva del Zurbarán.
 
   Otra importante aventura televisiva le sorprendió a principios de 2013, cuando Telecinco lanzó Familia: manual de supervivencia, con ocho episodios emitidos en apenas dos meses pese a congregar a reputados actores. Le tocó entonces el papel de Jacobo Oquendo, un guaperas que seguía los pasos de su abuelo (Santiago Ramos) y jugaba al fútbol con el equipo del barrio, aunque dedicaba bastante tiempo a salir de fiesta. Su madre (Alexandra Jiménez) soñaba con dejar su empleo de secretaria y mudarse, pero era el verdadero nexo del clan y todos se las ingeniaban para dificultar su marcha. Incluido él, que quería quedarse para intentar conquistar a su vecina Lidia, interesada en hombres de más edad. Una noche estaba dispuesta a dormir con él, pero un absurdo accidente acababa arruinando los planes: tiraba el equipo de música al suelo, la discoteca se quedaba en silencio y ella escuchaba claramente sus intenciones de mantener sexo. Después de continuos vaivenes ambos daban rienda suelta a sus sentimientos.
 
 
 

 
 
 
   El rostro de este barcelonés de 24 años es eminentemente cinematográfico. En verano de 2008 presentó junto al polifacético Albert Espinosa el corto Destination: Ireland, que se planteaba como la introducción de una película jamás rodada. Tres hermanos viajaban de Barcelona a Irlanda con el objetivo de enfrentarse juntos a sus miedos y diferencias. Para la pieza 75 metros encarnó al más joven de un batallón de soldados hastiados por una guerra que les mantenía aislados en el desierto y les estaba dejando sin víveres. Solo él se ofrecía a atravesar un campo de minas para así abrir un camino seguro por donde escapar, pues su convicción de que existía algo después de la muerte le quitaba el miedo. Aunque perdía la vida tras estallar un artefacto, la misión permitía avanzar a sus compañeros. Ya en 2012 amplió su experiencia en el formato breve gracias a Agua!, sobre dos adolescentes aparentemente opuestos: el indisciplinado Alex, siempre solo en casa por la ausencia de su padre (el fallecido Álex Angulo), coincidía en la piscina con el ejemplar Guillermo (Fernando Tielve), harto ya de exigencias. La victoria del primero y la derrota del segundo en una competición les hacía explotar: el ganador no tenía con quien compartir su júbilo en ese momento y el perdedor no soportaba más broncas por incumplir las expectativas de sus familiares. En su último trabajo, La cueva sagrada, vuelve a hacer de chulo de instituto. Su belleza y carácter arrollador le procuran un séquito de amigotes y admiradoras.  Una de ellas es Sofía, pretendida a su vez por el alumno más friki, dispuesto a aumentar su popularidad con un negocio de nefastas consecuencias. 
 
   Su salto al largometraje fue de lo más atípico, con la producción noruega I et speil i en gåte, una historia juvenil sobre la aceptación de la muerte. Bordó al tierno Sebastian, de quien se había quedado prendada durante un viaje por el sur de Europa la enferma Cecilie, incapaz de levantarse de la cama en Navidad. Aquella aventura de 2008 le promocionó incluso en Hollywood. Y es que a la mismísima Nicole Kidman le gustó tanto su labor que sugirió su nombre a los productores de la película Rabbit Hole para tenerle junto a ella en el elenco. Al final no fue posible. Ese mismo año volvió a trabajar al lado de Albert Espinosa, que aparcaba su faceta de actor para encarar su primer proyecto como director, la comedia romántica No me pides que te bese, porque te besaré. Se ocupó entonces de poner rostro adolescente al peculiar protagonista, Eloy Azorín, un adulto con discapacidad intelectual al que le asaltaban las dudas cinco días antes de que llegase su boda. Y de la mano de unos compañeros descubría un truco para saber si realmente quería o no a su pareja. Manuel Gómez Pereira le brindó luego un discreto papel en El juego del ahorcado, donde presenció el drama de Álvaro Cervantes y Clara Lago, antes de unirse a una incómoda cadena de perversiones en La mosquitera. Su Sergi se liaba con la madre de su mejor amigo (Emma Suárez) tras una noche de borrachera.
 
   Su escalofriante trampolín se tituló REC 2, aunque también ha pasado recientemente por la cuarta entrega de esa saga, ambas rodadas dentro de un edificio del Eixample donde los zombis campaban a sus anchas. Deseoso de grabar algo impactante, su Uri entraba con su amigo Tito y la hermana de este, Mire. Después de sufrir ataques de los infectados, apretar el gatillo en varias ocasiones y correr como locos, los tres salían muertos. Los inocentes le llevó de excursión a la nieve en compañía de su grupo de amigos. Juntos pasaban la noche en un albergue abandonado sin saber que sobre el caserón pesaba una maldición: cada 28 de diciembre se producían macabras inocentadas que acababan con la vida de quienes allí se refugiaban. Y ellos no eran la excepción. El calvario de esos jóvenes carbonizados, desnucados, intoxicados con gas o atacados por avispas se estrenó en el Festival de Sitges y llegó a la audiencia catalana a través de TV3.
 
 
 

Descargar'>En una escena de la película 'Stella candente'

En una escena de la película 'Stella candente'

 
 
 
   En 2013 recibió órdenes de Ángel Sala, responsable del Festival de Sitges, durante el rodaje del #littlesecretfilm Nunca he estado en Poughkeepsie. Con un presupuesto y equipo técnico muy limitados, retrataba a base de reflexiones en off a un chaval abandonado por su novia y empeñado en encontrarla. Sin éxito. Mucho más cuidada fue la cinta de época Stella Cadente, que en mayo de 2014 le arrastró a finales del siglo XIX para retratar el fugaz reinado de Amadeo de Saboya (Àlex Brendemühl), de quien él era fiel sirviente. Recorrió entonces un delicioso arco dramático que le llevaba desde la inocencia de un muchacho provinciano al desenfreno homosexual de la corte en Madrid. Delante de la cámara se codeó con la aclamada Bárbara Lennie o el veterano Francesc Orella. No le vemos en la gran pantalla desde que el pasado junio estrenó Perdona si te llamo amor, basada en la novela homónima, que sigue alimentando la estela romántica del escritor italiano Federico Moccia. Cuenta el flechazo entre un ejecutivo con la vida resuelta y una estudiante menor de edad. No ve con buenos ojos tal romance su Jorge, el empollón de la clase, preocupado por la supuesta insensatez de su amiga.
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor?
− Aunque hice mi primera película con 10 años, tomé la decisión a los 16, mientras repasaba las fotos de ese rodaje. Ese momentazo me animó a volver a probar.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− A mis padres. A los dos a la vez. Me apoyaron en todo momento a cambio de continuar con mis estudios.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Cuando rodé I et speil i en gåte, una cinta noruega en la que actuaba Liv Ullmann, que es muy amiga de Nicole Kidman. Esta me vio en la pantalla, le gusté y citó mi nombre en una rueda de prensa. ¡Fue brutal!
 
− ¿Cuál de los personajes que ha interpretado le ha dejado huella? ¿Por qué motivo?
− El joven criado de Stella cadente. Me encantaba su inocencia, su pureza, su locura por desatar. Tanto el personaje como el rodaje fueron entrañables.
 
Si el teléfono dejase de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− Siempre quise ser ingeniero electrónico, pero ahora estudio Económicas y trabajo en la empresa familiar. Supongo que me dedicaría a ello.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− No. Este es un oficio de altibajos. Y uno debe saberlo. Cuando paso una temporada sin que me llamen o tengo una mala racha, siempre pienso que vendrán tiempos mejores.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Nunca he pensado eso… Disfruto con situaciones que me superan o que son completamente locas.
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− Es un cúmulo de problemas: los precios, la piratería, el descrédito… Se me ocurren soluciones como reducir el IVA, luchar contra las descargas ilegales o promocionar el cine para que llegue en mejores condiciones al espectador. Y es que, aunque nos sobra calidad técnica y artística, nos faltan medios para otros aspectos de los que depende el éxito de un filme.
 
 
 

 
 
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió?
− Nicole Kidman y Ewan McGregor en Moulin Rouge. No sabía lo que era llorar por una película hasta que me terminé esa.
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− No tengo ninguna a modo de leit motiv, pero sí uso con frecuencia una de Vin Diesel en Fast & Furious: “It don’t matter if you win by an inch or a mile. Winning is winning”. (“No importa si ganas por una pulgada o una milla. Ganar es ganar”).
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
− Adoro Café de Flore, de Jean-Marc Vallée.
 
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectador en un teatro o sala de cine?
− El proyector se quemó en una de las últimas escenas de Ahora me ves, justo cuando estaba a punto de producirse el giro argumental. Todos permanecimos expectantes unos segundos, puesto que creíamos que ese fundido a negro era para darle más emoción a la cosa, pero al final nos quedamos sin desenlace…
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchado?
Breaking Bad me parece brutal, aunque me gusta aún más The Wire. ¡Cuántos personajes, qué buenos actores, cuántas tramas, qué brillantes todas!
 
 
 

 
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer esta profesión?
− Mis padres y mi hermana siempre me han dicho que mantenga los pies en el suelo y no olvide dónde están mis orígenes. Si se afronta con humildad e ilusión, este oficio es el mejor de todos.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Nunca me doy por satisfecho, siempre quiero más.
 
− ¿Y débil?
− Todos los motivos que hacen que no esté satisfecho y quiera más [Risas].
  
¿Cómo titularía la autobiografía de lo que lleva vivido hasta ahora?
− “En la película de mi vida no hay director”.
 
¿A qué lugar del planeta le gustaría teletransportarse mañana y por qué?
− A un pueblo de Nepal que esté a 4.000 metros de altura. Allí me dedicaría a pensar, leer, escuchar el silencio, desconectar de todas las tecnologías…
 
− ¿Qué canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
Divenire y Melodia africana, ambas de Ludovico Einaudi.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Actuar con Will Smith. Es mi ídolo.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− Que todos los políticos actuales han decidido dimitir. ¡Sería un notición!
 
− ¿Qué otro período histórico elegiría para nacer?
− El Imperio Romano debió ser una gran época. Me hubiera maravillado contemplar tanta grandeza y prosperidad, especialmente los impresionantes avances tecnológicos que se consiguieron con tan pocos recursos descubiertos por entonces.
 
¿Con qué parte de su cuerpo se siente más satisfecho? 
− Me gustan mis abdominales… ¡Hasta el día que desaparezcan! [Risas].
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Solo puedo tener palabras de agradecimiento hacia vuestra gestión y trasladaros todo mi apoyo en un momento en que los derechos de imagen y la propiedad intelectual en general están tan amenazados.
 

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