twitter instagram facebook
Versión imprimir

 

Alicia Rozas

“¡Menudo disgusto pillé cuando moría Calcetines en ‘Bailando con lobos’!”
 

Esta madrileña de 26 años, dedicada a la interpretación desde bien niña, ha absorbido la sabiduría de maestros tan importantes como Juan Carlos Corazza o Cristina Rota. Y no son pocos los grandes actores que la han acompañado ante la cámara. Lleva ya dos décadas siendo rostro habitual de la televisión, medio que conoció en 1992 con El día que me quieras, aquella serie de TVE sobre el comportamiento de las parejas españolas. A principios de 1994 se unió al reparto de la mítica Farmacia de guardia, un trampolín que le permitió saltar a millones de hogares españoles durante dos años. Daba vida a la pequeña Fanny, que había sido abandonada por su madre, una estafadora encarcelada. La boticaria decidía adoptarla como una hija más, aunque finalmente reclamaban su custodia desde Barcelona. Tras aquel fenómeno se convirtió en la Piluquina de La casa de los líos, un papel que mantuvo entre 1996 y 2000. Pese a su corta edad, era espabilada y chantajista, pero también la principal admiradora de su disparatado tío abuelo: Arturo Fernández. Su tercer trabajo consecutivo para Antena 3 fue El pantano, cuyo desenlace se adelantó por falta de audiencia. Era la hija de Emma Suárez, dueña de un restaurante en el pueblo más cercano a un embalse misterioso, posible foco de una rara dolencia pulmonar.
 
En Telecinco le esperaba un episodio de la octava temporada de El comisario. Entonces cambió radicalmente de registro, ya que mataba con unas tijeras a una furiosa compañera del instituto con cuyo novio salía a escondidas. Intentó engañar a jóvenes agentes de la policía, pero nada pudo esgrimir ante las sospechas del astuto Tito Valverde. También hizo de asesina impasible en RIS Científica, donde seducía a un profesor que la había suspendido para conseguir el aprobado. Ella solo quería que se desnudase, pero él insistió violentamente en practicar sexo, así que le apartó de un empujón mortal. Y no se mostraba arrepentida: solo le preocupaba no obtener la nota necesaria para recibir una beca Erasmus y pasar un año de fiesta en París. Salió de la comisaría y llegó a Hospital Central como una joven en avanzado estado de gestación que resultaba herida tras el impacto de un autobús contra su casa. Más tarde ingresó en la clínica de MIR con el colon perforado y se lo extirparon, así que debía arrastrar de por vida una colostomía y el consiguiente trauma psicológico Algunos espectadores la reconocieron en un capítulo de La chica de ayer, una ficción poco exitosa pese a estar capitaneada por Ernesto Alterio, que encarnaba a un policía condenado a retroceder al año 1977.
 
Su racha de papeles episódicos terminó cuando le ofrecieron ser fija en Un golpe de suerte, una ficción juvenil que Telecinco emitió diariamente a lo largo del verano de 2009. Le tocó meterse en la piel de una hippy reivindicativa que, además de dar masajes y hacer tatuajes por las playas mallorquinas, vendía abalorios en la tienda de su madre. Aunque algo reacia al principio, acababa concediendo una cita a un chico de familia acaudalada, pero con una filosofía vital muy similar a la suya. Revivió sus inicios profesionales gracias a La última guardia, el telefilme de Antena 3 que reunió otra vez a Carlos Larrañaga, Concha Cuetos y Álvaro de Luna en la farmacia más popular de la pequeña pantalla. Cuando quince años después regresaba a casa de Lourdes, la boticaria, descubría que la familia había cambiado mucho: Adolfo estaba preso, Kike vivía en la selva, Guille era un político ajetreado… Y ella dejaba boquiabiertos a todos al confesar que era lesbiana, tenía novia y esperaban un hijo. Su última aparición ha sido Mi gitana, un repaso a la agitada vida amorosa de Isabel Pantoja. Recibió el personaje de Eloísa, la hija mayor de Julián Muñoz, el polémico exalcalde de Marbella y último novio de la cantante.
 
Su filmografía, aunque breve, incluye grandes títulos. Vicente Aranda fue el artífice de su debut cinematográfico con Intruso, que dibujaba un agrio triángulo amoroso entre Imanol Arias, Victoria Abril y Antonio Valero. El filme llegó a las salas a finales de 1993, cuando ella apenas había cumplido siete años. Pero es otro director consagrado, José Luis Garci, el que más oportunidades le ha dado. A sus órdenes viajó hasta la oscura España de los cincuenta gracias a La herida luminosa, cuyo guion describía la crisis de un matrimonio burgués formado por Fernando Guillén y Mercedes Sampietro. Él se enamoraba de una joven compañera del hospital donde trabajaba como cardiólogo, pero le resultaba imposible separarse de su esposa por las profundas convicciones religiosas de esta y las restrictivas leyes franquistas, así que planeaba su asesinato. Mayor protagonismo alcanzó en la célebre El abuelo, nominada a los Oscar de 1998 como mejor película de habla no inglesa. Interpretaba a una de las dos nietas de Fernando Fernán Gómez, un viejo aristócrata asturiano que había vuelto arruinado de América y se veía obligado a quererlas por igual, sin tener en cuenta cuál de ellas era ilegítima. Su paso por el corto se limita a Héroe de verdad, creado para concienciar sobre el cáncer infantil. Durante unos minutos fue hermana mayor de Ricardo Gómez (Carlitos en Cuéntame), un niño recuperado de su grave enfermedad y obsesionado con la curación de su amigo Víctor Elías (el Guille de Los Serrano), aún ingresado.
 
En 2002 se subió por primera vez a los escenarios con el montaje Cómo aprendí a conducir, encabezado por Amparo Larrañaga, que plasmaba la supervivencia en una familia desestructurada y el abuso de menores a través de la escalofriante relación entre un hombre maduro y su sobrina adolescente. El conflicto se desencadenaba cuando él se ofrecía a darle unas lúbricas clases de conducción, aunque la chica abandonaba pronto el rol de víctima para ser verdugo. Su segundo y último texto hasta el momento es Las mujeres sabias, una comedia de Molière contra la falsedad de esas damas aventajadas que presumen de conocimientos y realmente no saben nada.
 
Tampoco se le ha resistido la faceta de presentadora televisiva. Con Aarón Guerrero, el conocido Chechu de Médico de familia, condujo en 2000 el magacín estival Pokémon Manía. Ofrecido cada mañana, nació tras la fiebre que esa serie de animación japonesa desató entre los pequeños, ansiosos de todo tipo de contenidos: noticias, concursos, trucos para videojuegos… Más duradero fue su paso por Discovery Channel con el espacio educativo Ciber Kids, que la contrató tres años como reportera española para Latinoamérica.
 

 
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actriz?
− La verdad es que en mi caso no hubo un momento en particular. Empecé de muy pequeña y la ilusión se encendió dentro de mí por lo bien que me lo pasaba en los rodajes y lo mucho que me gustaba interpretar.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− Mis padres. Soy actriz gracias a ellos, que siempre han estado a mi lado, apoyándome en todo. Más bien fueron ellos los que me dijeron a mí: “Si quieres ser actriz, tienes que aprobar el cole. En cuanto empieces a fallar lo dejamos”.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− ¡Uf, toda ella! He tenido muchísima suerte. Todas las personas con las que he trabajado son magníficos profesionales y me han enseñado mucho en todos los aspectos.
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− Sin duda alguna, mi querida Fanny, el personaje que me ha marcado para toda la vida. Con Antonio Mercero todo era fácil y divertido.
 
Si el teléfono dejara de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− Mis padres siempre me han ayudado a tener los pies en la tierra. Además de estudiar Arte Dramático, soy logopeda, profesión que cuida una de las herramientas más importantes del intérprete: la voz. Por eso la elegí.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− Si eres actor de verdad, es imposible abandonar este oficio, va contigo a todas partes. Es lo que eres.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− En un rodaje para Discovery Channel tenía que ponerme un pulpo enorme en el brazo y él decidió enrollarse hasta llegar al cuello. ¡Qué cara de pánico se me ve en el vídeo, los ojos se me salían de las órbitas! Después de eso, dar de comer a los tiburones estaba chupado [Risas].
 
− ¿Le gusta volver a ver las series o filmes en los que ha participado?
− Me gusta verlos justo cuando se estrenan para ver qué he hecho y seguir aprendiendo. A veces, si ponen otra vez un título en la televisión después de mucho tiempo, me quedo a verlo un rato y voy recordando cosas del rodaje.
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− Hay muchas cosas que deberían cambiar, entre ellas el precio de la entrada, que ha subido una barbaridad. Y, como en todas las profesiones, la crisis está presente: el público demanda productos de calidad y se los estamos dando, pero tenemos que hacer un sobreesfuerzo.
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− ¡Qué indecisión! Son dos directores geniales con dos estilos muy marcados. ¡Y ambos me encantan! Imagino que respondería a quien me hubiera llamado primero, pero seguidamente al otro.  
 

 
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió?
− La primera película que me emocionó mucho, hasta el punto de ponerme a llorar, fue Bailando con lobos. ¡Menudo disgusto pillé cuando murió Calcetines! Por aquel entonces tendría unos cuatro o cinco años.
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
“Hakuna matata”. Es un lema sencillo y alegre que uso para subir el ánimo.
 
− ¿Qué cinta ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
Malditos bastardos es la primera que me viene a la mente, pero hay muchas más.  
 
− ¿Cuál fue el último largometraje que no fue capaz de ver hasta el final?
− Algunas veces me quedo dormida por agotamiento, no porque la película me desagrade. Y me da rabia, así que al día siguiente la pongo por donde iba y listo.
 
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectadora en un teatro o sala de cine?
− Cuando los Reyes estuvieron en el cine con nosotros viendo El abuelo. Se hizo un pase con público de verdad, pero unas cuantas localidades estaban reservadas para ellos y su escolta. Fue genial que, mientras veíamos la película, don Juan Carlos nos preguntase en voz baja cosas sobre el rodaje.
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchada?
− Ahora mismo a varias. No las puedo ver en directo por mis horarios, pero gracias a Internet puedo seguirlas todas. ¡Y sin anuncios! De las españolas destaco Con el culo al aire y, entre las extranjeras, me quedo con Juego de tronos o The Big Bang Theory.
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer este oficio?
− “Sé tú misma siempre”.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− El corazón, la capacidad de sentir todo lo que hago.
 
− ¿Y débil?
− El canto, no tengo muy buen oído.
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Ahora mismo necesito un par de meses para mí, para cuidarme, tanto emocional como físicamente.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Desde pequeña me han gustado mucho los animales, especialmente los caballos, así que me haría mucha ilusión tener que montar en algún rodaje.
 
− ¿Qué canción o canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
True colors, de Phil Collins.
 
− ¿Qué otra etapa de la historia le gustaría haber vivido?
− El Renacimiento o la antigua Grecia, dos grandes momentos de explosión artística.
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− La fidelidad a sus principios y la capacidad de gestión. Siempre he pensado que todos los artistas tenemos suerte de contar con personas tan interesadas en promover nuestros derechos. Un besazo para todos.

Versión imprimir