#AluCineEnREDes
Un repaso a la actualidad audiovisual de la semana en los mentideros digitales
¿Rituales o supersticiones? Javier Gutiérrez desvela sus insólitas “manías”
Eduard Fernández dicta una lección magistral sobre la conexión entre éxito y vulnerabilidad mientras Nacho Guerreros apela a la autocrítica en los Goya
ISMAEL FIGUEROA (@IsmaelFigueroa)
Arrancamos el martes con una confesión que desafía los mitos del mundo artístico. Si eres de los que piensan que los actores y actrices solo necesitan talento y ensayo, es hora de repasar tus parámetros. Porque si algo dejó claro Javier Gutiérrez en su última visita a Martínez y Hermanos, el programa de Dani Martínez, es que en esta profesión también desempeñan un papel protagonista… las supersticiones.
“Carmen Machi y yo podemos ser las dos personas más maniáticas del teatro español”, desvelaba con cierto orgullo. Y, por lo que especificó, la competencia está bastante reñida. Para nuestro asturiano criado en Ferrol, cada función empieza mucho antes de subir al escenario. Ante todo, ha de ser el último en salir del camerino, pero el primero en entrar en escena, porque quizá el orden del universo depende de ello. Y la cosa no termina así: en su camino al escenario, toca toda la madera que encuentra (nunca se sabe cuándo se necesitará un extra de buena suerte) y, por si fuera poco, todos los carteles que encuentra en su camino… si son de color verde.
Y aquí viene la mejor parte: si se encuentra con el típico cartel de “Exit”, no puede simplemente ignorarlo. No, señor. Salta y lo acaricia tres veces, tal y como él mismo mostró durante la entrevista. ¿Qué pasa si no lo hace? Nadie lo sabe, pero mejor no arriesgarse.
La parte más divertida de esta historia llega cuando cuenta que la cosa se le fue de las manos durante el rodaje de Campeones. Como buen profesional, Gutiérrez siguió con su ritual habitual en el set, hasta que los demás actores –casi todos, debutantes frente a las cámaras– lo vieron y pensaron que se trataba de una especie de protocolo cinematográfico. “Éramos como 10 en cada escena. Los chicos vieron lo que hacía, pensaron que era obligatorio y empezaron a hacerlo también”, relataba muerto de la risa.
Seguimos con temas que siguen calando una semana después de la gala de los Premios Goya. En esta ocasión ha sido el actor Nacho Guerreros quien ha querido lanzar un mensaje llamativo que ha encendido cierto debate en redes sociales. En un vídeo que subía a su cuenta personal de Tik Tok reflexiona sobre lo que, en su opinión, ha sido una gala que ha dejado en segundo plano lo más importante: la profesión de actor. Y por ello lamenta que el gran público pueda llevarse una imagen equivocada sobre el trabajo que hay detrás de la interpretación.
“Tengo contradicciones después de la ceremonia de los Goya y me siento a reflexionar si verdaderamente esa es la imagen que queremos dar de la profesión”. También interpelaba a sus compañeros de gremio, pidiendo “un poquito, solo un poquito” de autocrítica. Invita a no olvidar que el sector sufre problemas serios, como la precariedad laboral y el acoso o mobbing, y que unos galardones con la repercusión de los Goya podían ser una gran oportunidad para hablar sobre ello.
En un mundo donde el éxito a menudo se viste de perfección, contar con artistas transparentes a la hora de relatar sus luchas personales se vuelve vital. Tal es el caso de Eduard Fernández, recientemente ganador del Goya a mejor actor protagonista por Marco, que justo la noche después de la ceremonia nos invitó a ver la vida y el cine desde una perspectiva distinta: aquella en la que la grandeza se construye también a partir de la vulnerabilidad.
En un encuentro con Jordi Évole, emitido el domingo 9, el actor reunió el valor de abordar un tema, su lucha contra la adicción al alcohol, que hasta ese momento había mantenido en la más estricta privacidad. Desde ese momento, mientras Eduard se posiciona en lo que él mismo describe como su “mejor año”, sus logros en la pantalla se han convertido también en reflejo de un camino personal lleno de desafíos y aprendizajes.
Testimonios como el suyo nos recuerdan que la vulnerabilidad no es un signo de debilidad, sino de humanidad. Y resulta muy esperanzador comprobar que cada vez más voces se alzan para hablar del bienestar emocional, contribuyendo a desestigmatizar estos temas y alentando a otros a buscar esa ayuda que puedan estar necesitando.