– ¿Qué proyectos tiene en mente?
– Tengo un montón de proyectos pendientes en teatro, pero estoy volcada con El lunar de Lady Chatterley, que es de producción propia.
– ¿Y para la gran pantalla?
– Una película que quizá se estrene este año: Tierras de soledad. Intenta poner sobre la mesa cómo nos sentimos cuando perdemos nuestras raíces, cómo nos sentimos cuando volvemos a ellas… Es también un homenaje a esos pueblos que se extinguen. Rodamos en un sitio donde en invierno quedan dos vecinos. Por lo demás, no ha salido nada...
– Pero no le corre prisa, ¿no?
– No sé. La vida a veces te da también tranquilidad. Aunque pienso que los personajes que no haga ahora, no los podré hacer luego. Pero esto es una continua elección, y estoy contenta con mi proyecto de teatro. Constance, la protagonista de El lunar de Lady Chatterley, me ha llevado a tomar buenas decisiones profesionales y me ha devuelto algo que estaba… tamizado. Me ha devuelto la ilusión.
– ¿A qué se debe esa pérdida de motivación?
– A un momento en que recibes historias que no te encajan del todo. Si no hay un guion convincente…
– ¿Ha rechazado algún papel?
– Alguno sí. Pero porque no me convencía la historia. Nunca he estado interesada en el dinero, aunque defiendo a ultranza que tenemos que cobrar por lo que hacemos.
– Le brillan los ojos. Habla del oficio con pasión…
– Me encanta lo que hago. Me gusta levantarme temprano para ir a rodar. Voy a cada jornada de rodaje como si fuera el primer día. Tengo una manía: siempre llevo el guion al set y lo mantengo cerca de mí. No me separo de ese instrumento, lo tengo todo apuntado ahí. Soy absolutamente caótica en mi vida cotidiana, la más despistada del mundo, pero en lo profesional soy muy controladora. Parece que tengo otra personalidad [ríe].