Antonia San Juan
“Soy popular, pero desconocida”
Sabe como nadie lo que significa hacerse a sí misma. Hoy, a los 54, sigue reinventándose a su manera. Siempre con humor: “Porque es necesario para decir la verdad”
TOÑO FRAGUAS
Reportaje gráfico: Enrique Cidoncha
Tiene el aura de las grandes damas de la escena. Vestida de negro sobre fondo blanco, los ojos traslúcidos de Antonia San Juan (Las Palmas, 1961) trasmiten una calidez glacial. Sus ademanes son suaves, elegantes, con esa firmeza controlada de las mujeres fuertes, supervivientes. “Vengo de lo más bajo”, dirá en un momento de la entrevista. Y desde lo más bajo se ha labrado una carrera fructífera, con más de 25 películas, decenas de montajes teatrales y series de televisión. La dimensión artística de Antonia San Juan va mucho más allá de sus personajes más conocidos: el travesti Agrado en Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1998) y Estela Reynolds en la serie La que se avecina (2009-2014). Porque esta mujer hecha a sí misma también produce, escribe, pinta y lleva su compromiso político a su forma de entender la creación. Ese compromiso proviene quizá de su padre, comunista, conductor de autobús –guagüero, matiza ella–, torturado por el franquismo. Ese espíritu de lucha quizá provenga también de su madre, limpiadora en un ambulatorio. Desde esos humildes orígenes Antonia ha llegado a lo más alto, pero su concepto del éxito no es nada convencional, porque nada en ella lo es.
– Sus papeles más célebres tienen un componente humorístico. ¿Por qué decidió recurrir al humor?
– Me di cuenta de que si quería trasmitir lo que había leído o las conclusiones a las que había llegado, no lo iba a lograr si no me servía del humor. El público se angustia si oye cosas que le van a abrir el pensamiento. Incluso puede levantarse e irse.
– ¿Hace falta más humor?
– Mucha gente viene y me dice: “Quiero reírme”. Y está bien, pero yo les contesto que además les voy a dar algunas frases de las que he leído, que a lo mejor les pueden valer para su vida. El humor es necesario para poder decir la verdad. Porque si te la digo desde la seriedad, se convierte en un panfleto.
– ¿Tiene usted entonces la función de un bufón delante del rey?
– Eso es. Aunque cada vez todo está más prohibido. Vivimos la época de la peor de las censuras. No existe la libertad de expresión.