Banderas repite como mejor actor en unas Medallas del CEC en las que reina también Marta Nieto
Eduard Fernández y Natalia de Molina reciben las placas por sus papeles secundarios, mientras que Enric Auquer y Greta Fernández vencen en las categorías de intérpretes revelación
José Sacristán levanta por fin su primera distinción por parte del CEC, la Medalla de Honor
BEATRIZ PORTINARI
REPORTAJE GRÁFICO: ENRIQUE CIDONCHA
En el Palacio de la Prensa de la capital se entregaban la noche de este 20 de enero las Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC), que con 75 ediciones a las espaldas son las distinciones más antiguas del sector. Esta ceremonia sin alfombra roja ni purpurina, basada en la complicidad con los actores, directores, productores, guionistas y compositores nominados, tuvo como presentadores a los intérpretes Eva Ugarte (de la serie Mira lo que has hecho) y Franky Martín (en el largometraje Si yo fuera rico).
Liberados de tacones y corbatas, los candidatos dejaban el abrigo en manos de sus acompañantes durante el paso por el photocall y se proveían después de palomitas y cerveza en el ambigú del cine de cara a la gala. “Quizá lo que nos diferencia de otros premios es la composición de nuestros socios y jurado, puesto que somos críticos, escritores de libros de cine y profesores de universidad. Y posiblemente por nuestro trabajo seamos los que más películas vemos. Como conocemos más producciones pequeñas de gran valor y no estamos influidos por las grandes productoras o distribuidoras, tenemos más perspectiva y reconocemos también el cine independiente. Tenemos fama de actuar con una mayor independencia desde el año 1945, cuando estos galardones distaban mucho de los que convocaba el Sindicato Vertical”, se enorgullecía Jerónimo José Martín, quien preside el CEC.
Por los pasillos se escuchaban sesudas conversaciones acerca de esa curiosa secuencia infográfica sobre los dolores de Pedro Almodóvar creada por Juan Gatti en Dolor y gloria. O apuntes sobre el savoir faire noir (con perfecto acento francés) de José Luis Garci. Nominados por El crack cero estaban sus actores en blanco y negro Carlos Santos y Miguel Ángel Muñoz, que aceptaban algún selfi con jóvenes admiradoras. Pocos minutos después llegaba Enric Auquer, que tras hacer doblete en los Feroz y recibir el Gaudí por Quien a hierro mata, también se alzaría gracias a ese filme con la Medalla del CEC al actor revelación. “Anoche estaba en Barcelona, he dormido dos horas, estoy muy agotado… ¡pero con una ilusión tremenda!”, admitía antes de subir al escenario para celebrar su nuevo reconocimiento. “Se lo dedico a Paco Plaza”, comenzó, “un director maravilloso aunque haga películas chungas. Y os lo agradezco de corazón. Yo solo había salido de Cataluña por trabajo para la grabación de un capítulo de Cuéntame. Pero últimamente… ¿cómo decirlo? Gracias por este escalf, que diríamos en catalán, por este calor, este cariño y esta acogida que siento de la gente de Madrid”.
Fue la noche de Dolor y gloria, que materializó cinco de sus 10 nominaciones: mejor película, director, guion original, actor (Antonio Banderas) y música. “Si subes más de tres veces al escenario, ya convalida con cardio, así que mañana no vayas al gimnasio”, le espetó Franky Martín a Agustín Almodóvar, encargado de retirar los sucesivos trofeos de su hermano y de Banderas. El productor confesó sobre el artista malagueño que ya lleva varias distinciones recogidas en su nombre y que las está guardando en una maleta para poder entregárselas próximamente en su tierra natal.
De entre los personajes femeninos protagonistas despuntó el de Marta Nieto a las órdenes de Rodrigo Sorogoyen en Madre. Tanto al cineasta como a su coguionista, Isabel Peña, quiso dedicarles palabras de honda admiración: “En tiempos de simplificación y trazo grueso eligieron una historia compleja y profundamente humana que habla del amor que no atiende a razones ni convenciones sociales. Hacen cine casi experimental y nunca me dejan indiferente. Les doy las gracias por ponerse en riesgo, por esa sensibilidad, esa emoción y ese amor que han puesto al escribir esta película y que yo recibo como amor para mí. Me está cambiando la vida”. Y su respeto hacia la labor del CEC quedó plasmado en un “sois el germen de todo”.
Éxito de la saga Fernández y del cine de animación
A Greta Fernández le correspondió el honor de actriz revelación por La hija de un ladrón, un éxito con sabor especialmente dulce después de agradecer el de su padre, Eduard Fernández, como mejor intérprete secundario de la mano de Mientras dure la guerra.
Otro doblete fue el de Adiós, pues se impuso en la categoría de montaje y en la de actriz secundaria con el trabajo de Natalia de Molina, muy ilusionada por el hecho de que su nombre quedase grabado en un aniversario tan significativo como el de las 75 Medallas del CEC.
También repitió ante el micrófono el equipo del filme de animación Buñuel en el laberinto de las tortugas, que se convirtió en la sorpresa de este año con sus tres medallas: mejor largometraje animado, director revelación (Salvador Simó) y guion adaptado. “Las nominaciones son un reconocimiento no solo a la película, sino al cine de animación español, que adquiere en estos tiempos una gran presencia. Está resurgiendo. Ahora necesitamos el apoyo de las instituciones para que esta industria se desarrolle más”, reflexionaba Simó cuando aún no sospechaba la lluvia de premios.
Se acabó el sinvivir
La asociación aprovechó la redonda cifra de su 75 cumpleaños para homenajear con la Medalla de Honor las seis décadas de deslumbrante trayectoria de José Sacristán, con más de 120 películas y una prolífica carrera teatral que aún mantiene activa con la gira de Señora de rojo sobre fondo gris. Fila a fila, el público se puso en pie mientras le aplaudía sin pausa. “Desde siempre el CEC ha marcado una pauta de progreso, de reconocer algo nuevo que se movía, con las licencias pertinentes y alguna transgresión. Ser reconocido por estos premios ha sido para mí un sinvivir, porque al llegar a cierto momento de mi carrera consideraba que podría merecérmelo. En los últimos años sí me han nominado dos o tres veces, pero siempre había alguien mejor y no lo ganaba nunca. Por eso vengo emocionado, agradecido… y perplejo. ¿Esta distinción me la dais por mi trabajo o por mi edad? Por fin tengo en mis manos una Medalla del CEC… ¡manda huevos! ¡No había manera!”, bromeaba al final de la gala entre las carcajadas de los asistentes.