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Ariadna Cabrol


“Si no fuera actriz, viajaría por el mundo para realizar documentales”
 

El séptimo arte la atrapó de niña, cuando veía los filmes que cada verano se proyectaban al aire libre en Matadepera (Barcelona), su localidad natal. “Echo de menos los viejos cines de barrio. Muchas veces entraba con la película ya empezada y, al terminar, me quedaba a la siguiente sesión para enterarme del principio. Ahora todo es demasiado correcto”, se lamentaba la actriz durante una entrevista. En 2000 se estrenó ante la cámara gracias al cortometraje mudo Foc al càntir, inspirado en el guion homónimo del poeta catalán Joan Brossa, donde las imágenes oníricas primaban sobre un argumento claro a la hora de plasmar los vaivenes sentimentales de una pareja adolescente. El propio título anticipaba la coexistencia de dos elementos tan opuestos como el fuego y el agua, aunque también se mostraba una confrontación entre el mundo rural y el urbano. Concebido sin pretensiones económicas, recorrió distintos festivales y museos. Su trayectoria en el formato breve continuó tres años más tarde con la pieza Amaurosis, la gran triunfadora del Festival Visionaria de Siena. Narraba la evolución de un chico asustado que, en el seno de un grupo de artistas ciegos, se enamoraba de una compañera. Ella le descubría los primeros besos y caricias, sensaciones que le animaban a dejar de lado su limitación física y convertirse en un luchador. El mensaje era claro: muchas cosas no se ven con los ojos, sino con el corazón.
 
   Ya en 2006 rodó El regalo. Sufría entonces un accidente de moto del que se culpaba y en el que fallecía su novio. Confesaba a su compañera de hospital que él no se había puesto casco para conservar el peinado que le había hecho antes de salir. A finales de 2011 presentó la comedia Hoy no me caso. Su novio estaba a punto de dejarla plantada en el altar porque, según él, era una pija vegetariana que solo aspiraba a vivir a todo trapo. Al final, le llamaba pocos minutos antes de la boda y le persuadía rápidamente, como siempre. Lo cierto es que también pasaba de contraer matrimonio, pero no toleraba semejante desplante, así que se ponía cariñosa para quedar por encima. El año pasado se puso a las órdenes de la jovencísima María Lorente en Las heridas lilas, sobre la existencia miserable de una prostituta que se citaba con un hombre mayor en la sórdida habitación de un burdel. Aunque pertenecía a una familia acomodada, consideraba que vender su cuerpo al mejor postor era una buena manera de evadirse de su tormentoso pasado. No obstante, tras esa aparente fortaleza sobrevivía una niña frágil. La cinta retiraba las máscaras con que todos tapamos nuestras frustraciones y ocultamos que nuestra vida a veces nos parece ajena.
 
 

 
 
   Joves, de los debutantes Carles Torras y Ramón Térmens, supuso su salto al largometraje en 2004. Se metió en la piel de Roser para dar calabazas a Pau, su tímido pretendiente, que llegaba a plantarse ante ella durante un funeral. El chaval se enteraba de que salía con un marroquí y, como la falta de motivaciones le había arrastrado a la violencia xenófoba, proponía a sus amigotes un divertido plan: dar una paliza al inmigrante. Dos años después figuró entre los numerosos actores de la superproducción alemana El perfume, levantada con 50 millones de euros por el productor Bernd Eichinger, quien también llevó a la gran pantalla El nombre de la rosa o La casa de los espíritus. El elenco incluyó nombres de la talla de Dustin Hoffman o Alan Rickman. Fue una de las mendigas que devoraba (literalmente) al mejor perfumista galo del siglo XVIII, Jean Baptiste Grenouille, tras quedar embelesada por su fragancia más perfecta. En ella había atrapado los olores de 24 mujeres asesinadas, lo que le había costado la condena a muerte, pero los asistentes a su ejecución habían pedido el indulto a causa del mismo hechizo. ¿Cómo era posible que detrás de semejante genio se escondiera un monstruo? Porque su vida no había sido fácil: nació junto a los restos putrefactos del pescado que vendía su madre, le abandonó y estuvo a punto de morir, sus compañeros de hospicio le odiaban, un curtidor le explotó…
 
   Su currículum incorporó en 2007 Las películas de mi padre, una propuesta a medio camino entre el documental y la ficción que puso a prueba su capacidad de improvisación. Una chica no guardaba ningún recuerdo de su difunto padre, salvo algunos títulos rodados en el destape, así que entrevistaba a profesionales del celuloide para arrojar luz sobre su figura. Sospechaba, a raíz de unas imágenes eróticas de niñas, que la relación con él excedió lo paternofilial. Tan truculenta idea la alejaba progresivamente de los hombres y despertaba su atracción por las mujeres, en las que buscaba una madre, una confidente y una amante. Ella se encargaba de saciar esa sed lésbica de la protagonista, a quien conoció en la filmoteca donde iba a conservar la obra del oscuro director. Menos destacada fue su presencia en Pactar amb el gat, la historia de una adolescente enamorada de su tío, un veterinario con novia estable al que confiaba los cuidados de su gatita ciega. Él no reparaba en los sentimientos de su sobrina, igual que ella no correspondía los de su leal amigo. Se cumplía así un axioma: en toda pareja domina quien ama menos. Los cuatro se unían para buscar al animal por las azoteas del barrio barcelonés de Gràcia. Terminó ese año con otro pequeño personaje en La habitación de Fermat, a cuyo frente estuvieron Lluís Homar, Federico Luppi, Santi Millán y Alejo Sauras. Un hombre misterioso invitaba a cuatro célebres matemáticos a su granja. Luego, sin previo aviso, les dejaba encerrados en una estancia. El suspense se desataba cuando les planteaba un desafío: si no resolvían sucesivos enigmas antes de un minuto, las cuatro paredes se desplazarían hasta aplastarlos. Todos se daban cuenta de que estaban allí porque uno de ellos había sido el primero en demostrar la conjetura de Goldbach y no quería que los demás le arrebatasen tal mérito.
 
   En 2008 se pasó al terror de Eskalofrío, que la convirtió en una simpática enfermera. Curaba las lesiones cutáneas de un estudiante alérgico a la luz solar y obligado a vivir en un sombrío pueblo de la montaña asturiana. Al ser forastero, alguien aprovechaba el recelo que despertaba entre los vecinos para cometer crímenes atroces, de forma que él quedara como culpable a ojos de la policía. Investigar el misterio que tenía lugar en el bosque cada noche era la única opción de probar su inocencia. El año siguiente resultó especialmente provechoso. Su talento fue solicitado desde Serbia, escenario de la sangrienta Zone of the Dead. Dos agentes de la Interpol trasladaban a un prisionero y pasaban por una ciudad sometida a una fuerte contaminación biológica. Sus habitantes eran zombis, pues ya habían muerto, y perseguían sin tregua a los tres visitantes. Los policías, asustados, se aliaban con el peligroso reo en su lucha contra esas espeluznantes criaturas. Luego regresó a la Barcelona de los ochenta gracias a Dos billetes, un filme con rasgos de cine negro en torno a un detective chapado a la antigua. Un hombre le contrataba para que vigilase las infidelidades de su esposa, pero la cosa se torcía cuando asesinaban al cliente, así que la curiosidad le empujaba a esclarecer la verdad de tan complejo caso. Y es que pronto entraban en juego el abogado del finado y un socio adinerado con el que hacía negocios ilegales. También tenía algo que ocultar la ambiciosa hija, Mónica, a la que dio vida ella. La repentina aparición de una antigua pareja del investigador, casada ahora con el millonario sospechoso, le servía de mucho. La cinta Eloïse, a pesar de que pasó casi desapercibida por las salas, fue su gran oportunidad. Encarnaba a la protagonista, una pintora solitaria y lesbiana, motivos que provocaban las burlas de muchos en ciertos ambientes. Estaba colgada de Asia, pero la adolescente tenía un novio estable y una madre muy orgullosa de esa relación. Contra todo pronóstico, los instintos de la muchacha la llevaban furtivamente a los brazos de la artista, con el consiguiente dilema. Y por si fuera poco, juntas descubrían un oscuro suceso del pasado, lo que desataba aún más la ira de una señora que no asumía la inesperada homosexualidad de su hija.
 
 

 
 
   Ventura Pons la fichó para Mil cretins, que rescató quince relatos humorísticos de Quim Monzó sobre la estupidez humana y congregó a intérpretes tan dispares como Julieta Serrano o Joel Joan. Ella y Marc Clotet pusieron patas arriba el más tradicional de los cuentos con El sapo: esta vez era el príncipe azul quien besaba al anfibio para liberar del hechizo a una preciosa dama. Se sumó al plantel de Zindagi Na Milegi Dobara sin imaginar que triunfaría en Bollywood, la mayor industria cinematográfica del planeta. Y es que esa road movie, vista por setenta millones de espectadores, fue el título más taquillero de 2011 en la India. Le tocó el único personaje español del metraje, Nuria, encargada de mostrar a tres turistas indios la Tomatina de Buñol o los Sanfermines plamplonicas. Durante el recorrido entablaba amistad con uno de ellos, que estaba celebrando su despedida de soltero, así que luego viajaba hasta Bombay para asistir a su boda y participar en el emblemático baile final de la película. “El resto de actores eran auténticas estrellas y yo ni los conocía. La infraestructura del rodaje me sorprendió, allí los filmes mueven muchísimo dinero”, contaba Cabrol a los medios. Insensibles, una mezcla de género fantástico e histórico, la sumergió el año pasado en la Guerra Civil. Estuvo presa bastante tiempo, aunque no fue la única víctima del conflicto, pues unos niños eran torturados a causa de su extraña enfermedad: la insensibilidad al dolor físico. Próximamente la veremos al frente de Sapos y Culebras. Su Rebeca es una chica acomodada cuyo universo se derrumba tras la irrupción de la crisis económica y la pérdida de su mafioso padre. Este le deja un cuantioso botín fruto de sus desmanes, pero el banco estafado también pugna por él. Un periodista con grandes pretensiones investiga el caso a las órdenes de la entidad bancaria, hasta que la protagonista y él empiezan a acercarse, quizá para curar con afecto las heridas de la avaricia.    
 
   No menos abrumador resulta su bagaje televisivo. A mediados de 2003 se coló en uno de los episodios inciales de Los Serrano como Manuela, una nueva alumna del instituto con la que Marcos (Fran Perea) intentaba ocultar lo que sentía hacia su hermanastra Eva (Verónica Sánchez). El problema era que la chica se ilusionaba y encajaba mal el previsible plantón. Ese mismo año recibió un discreto papel para Un paso adelante, una serie de Antena 3 sobre estudiantes de artes escénicas a la que volvió en 2004. En su primera aparición fue guionista de un culebrón encabezado por dos muchachos inexpertos de la escuela, mientras que en la segunda hizo de bailarina catalana enfrentada a sus competidoras madrileñas, entre ellas Silvia Jáuregui (Mónica Cruz). La cadena autonómica TV3 le esperaba con el telefilme Estocolm, la historia de varios jóvenes que exprimían al máximo la amistad, el amor y la vida a base de éxtasis. Poco a poco dejaban de lado sus estudios, sus trabajos y sus hogares, pero esa oposición a los convencionalismos tenía graves consecuencias: todos se veían envueltos en una operación de tráfico de drogas. Porca misèria, que trataba los líos personales y profesionales propios de los treintañeros, contó con ella en un capítulo de su primera temporada. Los espectadores la recordarán como la muchacha angelical que salvó del ahogamiento a Àlex, un mujeriego que había caído al mar tras sufrir un mareo. Él se enamoraba perdidamente y le proponía una cita nocturna, pero se quedaba encerrado en la consulta de un hospital hasta la mañana siguiente, cuando descubría que era una sirena. Todo fue fruto de la fiebre, que le provocó alucinaciones. Al año siguiente pasó de puntillas por Matrimonio con hijos, la versión española de la mítica serie estadounidense, que retrataba a una familia políticamente incorrecta: el marido creía que su mujer estaba loca, esta le tachaba de tacaño, los hijos eran demasiado precoces y todos celebraban los fracasos cotidianos de sus parientes. Después de esa experiencia en Cuatro obtuvo otro personaje episódico para Lo Cartanyà, una ficción de TV3 centrada en las vivencias de un prepotente hombre del tiempo que regresaba desde Barcelona a su pequeño pueblo, donde trataba de reconquistar a su antigua novia. Pero esta, una presentadora emparejada con el director del canal local, no parecía demasiado interesada. Así se vengaba de él, que la había dejado plantada por prosperar en su carrera profesional.
 
 

 
 
   El 7 de enero de 2007 se estrenó el telefilme hispano-italiano La stella dei Re, rodado en Marruecos, que recuperaba de modo peculiar el mito de los Reyes Magos. Y es que Baltasar ejercía como despiadado líder militar, asesino del padre de Gaspar, mientras que Melchor era un viejo astrólogo casi ciego. Los tres emprendían un largo viaje a través del desierto cuando el más sabio, atento a los extraños movimientos celestes, predecía un suceso importante: el nacimiento de Cristo. Casi todos los actores del reparto eran extranjeros, salvo ella y el todavía desconocido Jan Cornet, ganador del Goya un lustro después. Mayor actualidad desprendía su siguiente película para televisión, Adrenalina, cuyos protagonistas eran dos gamberros que quemaban coches. Hasta que un anciano resultaba herido y el joven más sensato le auxiliaba, un gesto que le abría las puertas de una nueva vida y le alejaba de esa espiral violenta. Su dilatada experiencia en ese formato le brindó un momento inolvidable: Cuerpo a la carta, que presentaba a varias mujeres rechazadas por su aspecto físico y exploraba los límites del culto al cuerpo, arrasó a mediados de 2008 en el principal festival televisivo de España. Dio vida entonces a la  acomplejada Marta, que se operaba los pechos de forma clandestina, con el DNI de una mayor de edad y dinero robado. No tenía permiso de sus progenitores, pese a que su madre también recurría a la cirugía estética tras descubrir la infidelidad de su marido, un publicista encaprichado de una dependienta más apetecible. La insensatez propia de su edad hacía que se saltase el posoperatorio para asistir a un concurrido concierto, donde recibía un empujón que le provocaba una hemorragia y la retirada de las prótesis. Luego fue el turno de Martini, il valenciano, que repasaba las peripecias del famoso músico Vicent Martí i Soler. Aunque olvidado desde el siglo XVIII, fue amigo de Mozart y le aplaudieron en distintas cortes europeas, de Viena a San Petersburgo. Ella interpretó a Graciela, el gran amor del compositor, pero no llegaron a vivir juntos por su carácter mujeriego. De hecho, mantuvo un romance con la madre de la joven y contrajo matrimonio con Paula Garber, su fiel esposa a lo largo de muchos años.
 
   El cor de la ciutat, el culebrón que TV3 emitió a lo largo de nueve años, le dio su primer papel fijo. Los espectadores de la octava temporada la recordarán como Lydia Pomerol, que llegaba desde Alemania con la mente muy abierta. Fue la enésima conquista de Nélson, un camarero cubano que se la llevó a vivir a Ibiza, pero la pasión terminó pronto. Tampoco corrían buenos tiempos para su hermano, el farmacéutico del barrio, que había dejado embarazada a su exnovia y la había secuestrado porque no quería ser madre. El accidente que sufrió al escapar del cautiverio interrumpió la gestación, un drama que conmovió a todos los vecinos. Su nueva relación con una doctora le animaba a replantearse la paternidad. Conexão la devolvió al terreno del telefilme, aunue esta vez ambientado en Galicia y Portugal, los refugios de dos clanes de traficantes que traían droga desde otros países. Su Pilar, mujer de un delincuente y amante de otro, acaparaba las escenas más tórridas. Al final no conseguía el verdadero amor de ninguno, ya que ambos estaban centrados en sus turbios negocios. En Pelotas, la popular ficción creada por José Corbacho y Juan Cruz, encarnó brevemente a Pepa. Su innegable atractivo atraía a Richi, ligón y pasota a partes iguales, pero le rechazaba porque pronto iba a casarse con su posesiva novia. Días más tarde era ella quien se acercaba a él, que no obedecía a su siempre elevada libido y le paraba los pies a modo de venganza. Ya en 2009 disfrutó del verano mallorquín gracias a Un golpe de suerte, una serie juvenil que permaneció solo tres meses en la parrilla de Telecinco. Defendió entonces el personaje Tamara, una joven preciosa e inteligente que aspiraba a ser el centro de atención, aunque ello le obligase a traicionar a quien siempre la había eclipsado inconscientemente: su gran amiga Ainhoa. Todos sus turbios planes quedaban al descubierto y la distanciaban cada vez más de su pandilla. Tampoco cautivó a la audiencia su último proyecto, Supercharly, una comedia sobre un desempleado cuarentón dotado de poderes especiales. Leía la mente de los viandantes y presagiaba acontecimientos futuros, así que estaba listo para ejercer como superhéroe, pero llevar esa nueva faceta en secreto le acarreaba conflictos con sus parientes. A pesar de que el plantel reunía a Malena Alterio o Jesús Callejo, el canal de Vasile solo grabó cinco de las trece entregas, emitidas durante el verano de 2010. 
 
   Aunque pasó toda la infancia improvisando obras teatrales en compañía de su abuela, sus andanzas encima de las tablas se limitan hoy a tres obras. Levantó su primer telón con la comedia Hay un gallo dentro del piano, escrita por el prolífico dramaturgo francés Georges Feydeau, que influyó notablemente en el teatro del absurdo. La Blanca-Rosa sirena de la mar blava, una célebre farsa catalana, la llevó hasta el peligroso mar Caribe del siglo XVII. Allí, entre bucaneros y tesoros, se casaba la encantadora hija del virrey español. El clásico Sueño de una noche de verano la condujo, a través de sus enredos amorosos, al universo de Shakespeare.
 
 

 
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actriz?
− No. Fueron muchas las veces que deseé dedicarme a esto, aunque no lo decía en voz alta.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− Creo que se lo conté a mi profesor de música, el mejor que he tenido en mi vida. No recuerdo muy bien si fue así, pero él me empujó a tomar la decisión definitiva, eso seguro.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Que me seleccionaran para la película de Bollywood Zindagi Na Milegi Dobara. Fue un proyecto mágico por dos motivos: conocí a gente maravillosa y tuve la oportunidad de viajar a la India como actriz. Sin embargo, me han anunciado el que puede ser mi mayor golpe de suerte hace muy poco, aún está todo muy en el aire. Ahora toca cruzar los dedos y esperar a que se consiga la financiación necesaria.
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− A Yumah, de una película de época que hice en Marruecos. Era la hija de un bandido del desierto, una guerrera que montaba a caballo, una desertora. Aquel intenso rodaje fue una aventura inolvidable.
 
Si el teléfono dejara de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− Pues… ¡Es muy difícil saberlo! He reflexionado bastantes veces sobre ello y no lo tengo claro. Quizá viajaría por el mundo para realizar documentales. Soy muy aficionada, cada día veo uno cuando me meto en la cama.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− Ahora ya no. Antes, cuando no sabía lidiar tanto con la frustración, sí lo pensaba muchas veces. Pero se aprende. De todas formas, nunca fue una idea firme, era solo momentánea.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− ¡Al principio de casi todos los rodajes! [Risas]
 
− ¿Le gusta volver a ver los títulos en los que ha participado?
− No me apasiona. Y si lo hago, prefiero que sea a solas.
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− Hay muy buenas ideas metidas en el cajón. Aquí hay un talento infinito y, sin embargo, no se le da salida. A veces leo guiones de amigos o veo cortos de gente que está empezando y me parecen buenísimos, pero nadie apuesta por ellos, con la consiguiente desmotivación que eso supone. Si solo se busca un tipo de producto, siempre el mismo, nunca tendrán una oportunidad. Es una lástima que profesionales con tantísima pasión solo encuentren muros. No sé la solución, solo sé que tendríamos que apoyar más al sector
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
−A Tarantino. ¡En menos de un segundo!
 
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió?
− No me acuerdo de la primera vez, pero lo han conseguido un montón de intérpretes, evidentemente. Lloré mucho con la película Bailar en la oscuridad, que no volveré a ver nunca más: me parece horrible todo lo que le pasa a su protagonista.
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
No tengo ninguna, aunque siempre me acuerdo de unas palabras que dijo Daniel Day Lewis con su personaje de En el nombre del padre: “I wrote it in the dirt and I fuckin’ pissed on it! I pissed on it!”. La cinta me dejó sin aliento, la he visto mil veces. Entre otras cosas, porque adoro al actor y me fascina ese acento irlandés tan increíble.
 
 

 
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
− No me sé los diálogos, pero he visto muchísimas veces Amor a quemarropa, Los Goonies, Lo que el viento se llevó o Las tragedias de Nina.
 
− ¿Cuál fue la última película que no fue capaz de ver hasta el final?
− Fui a ver Una educación y me levanté a mitad de la película. Creo que solo lo he hecho dos veces.
 
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectadora en un teatro o sala de cine?
− Aunque no es divertida, sí me quedé muy sorprendida cuando entré en un teatro de Madrid y vi que la gente podía comer durante la función todo lo que hubiese comprado previamente. Allí había helados, palomitas…
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchada?
− Me encantó Carnivale, pero solo tiene dos temporadas y uno se queda con muchas ganas de más. Lo cierto es que me he enganchado a un montón: Juego de tronos, Mildred Pierce, My life in film, Treme, etc.
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer este oficio?
− Trabajar, trabajar y trabajar.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Las ganas de tirarme a la piscina y una memoria prodigiosa.
 
− ¿Y débil?
− Ese no lo digo, que lo estoy solucionando…
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− ¡Top secret! [Risas]
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Actuar en teatro y, sobre todo, trabajar regularmente. ¡Eso sería la bomba!
  
− ¿Qué canción o canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
− Cualquiera de los años ochenta: The Goonies 'R' Good Enough, Big in Japan… Y algunas de Bruce Springsteen.
 
− ¿En qué otra etapa de la historia le gustaría haber nacido?
− Me gusta esta porque hemos logrado más libertades y derechos, sobre todo para las mujeres. Y si tuviera que elegir otro tiempo, me quedaría con los setenta u ochenta: la música y el ambiente que había entonces en Barcelona o EEUU eran geniales.
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Me parece muy destacable que hagáis que se respeten nuestros derechos de imagen. Y sería estupendo que ofrecieseis cursos de inglés para actores en Barcelona.
 

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