‘Cuéntame’ se despide tras 22 años con siete episodios que dedica a cada uno de sus protagonistas
La serie que ha retratado la sociedad española desde finales de los sesenta cierra su historia al llegar a un año muy simbólico, 2001, el mismo en que la audiencia pudo ver su primer episodio
ESTELA BANGO
FOTOS: ENRIQUE CIDONCHA
“En 1968 yo tenía ocho años. Ahora dicen que 1968 fue revolucionario, y lo fue, por lo menos para mí. La verdad es que en 1968 yo no estaba para revoluciones. Me preocupaban otras cosas… Me preocupaba, por ejemplo, que el pobre Fugitivo estuviera siempre huyendo, cuando todos sabíamos que no había matado nunca a nadie. También me preocupaba que el televisor que mi padre acababa de comprar no llegara para el Festival de Eurovisión”. Era abril de 1968, pero también septiembre de 2001, cuando comenzaba con ese testimonio Cuéntame cómo pasó, una serie sobre la historia de España que acabaría haciendo historia. Más de dos décadas han transcurrido ya desde el lanzamiento del capítulo inaugural bajo el título El retorno del Fugitivo. Ahora toca echar el cierre, toca la despedida que tanto el equipo como los seguidores merecen.
A través de siete episodios, cada uno de ellos dedicado a cada miembro de la familia Alcántara, se recorren los siete años comprendidos entre 1994 y 2001, cuando la mítica producción se instaló en la parrilla. “TVE nos da una gran oportunidad para crear un final digno y hacer lo nos que ha faltado en algunas de las últimas temporadas, que quizás haya sido meternos con profundidad en los conflictos emocionales del personaje y poder desarrollarlos. Este desenlace hará que nos vayamos por la puerta grande”, asegura Irene Visedo. A juicio de María Galiana, la abuela Herminia en la ficción, “había que cerrar con este broche final, no nos íbamos a ir a la francesa el año pasado. Terminaremos donde empezamos, de una manera un tanto simbólica”. Esta última tanda de episodios contará con la aparición de Ricardo Gómez, que dejó la serie en 2018, por lo que veremos de nuevo a los Alcántara al completo.
También para el departamento de guion ha sido “un regalo” poder escribir esta temporada, que va a abarcar un período amplio de tiempo. “Los saltos temporales nos permiten condensar en cada capítulo tramas y situaciones que en otras circunstancias habrían dado para toda la temporada. Cada uno de los siete episodios es como una película”, explica Jacobo Delgado, actual coordinador de guion, que entró en Cuéntame en los inicios de su carrera profesional. Esta ha sido su “mejor escuela”, donde se ha curtido “junto a muy buenos escritores”. Consciente del privilegio de trabajar en esta serie tan longeva, muestra su abierta preocupación por el acceso de los guionistas más jóvenes al oficio: “La llegada de las plataformas ha otorgado impacto a las series, pero ha reducido su recorrido. Muchas veces se escriben entre dos o tres guionistas veteranos. La ventana al aprendizaje de los jóvenes talentos en un equipo profesional de guion es hoy más pequeña”.
Adiós al pasado
Toda despedida tiene su punto agridulce, y más si se trata de un universo propio creado durante más de dos decenios. Cristina Lago, del Grupo Ganga Producciones, confiesa que los adioses son prácticamente a diario. De compañeros y también de decorados en los que nunca se volverá a rodar. En esos escenarios han dejado parte de sus propias experiencias personales. “En los ochenta reproducimos nuestros ochenta”, señala. Jacobo Delgado coincide con ella: “La mayoría de quienes trabajamos en Cuéntame tenemos recuerdos personales. Activamos el histórico de nuestro oído y lo proyectamos en los personajes”.
Tras tantos años en la piel de los mismos personajes, y pese a los síntomas de que iba aproximándose el final, también hay un sentimiento de felicidad al terminar esta larga etapa como se merece. “Hemos llegado al punto en que de verdad debe de terminarse”, sentencia María Galiana, contraria a “estirar el chicle”. “Nosotros hemos contado lo que estaba pasando, y ahora que nos vamos a meter en la era digital, creo que eso ya no nos pegaría a los Alcántara”.
Irene Visedo está de acuerdo con la veterana actriz. “Te despides a plazos, y este último final lo tenemos bastante integrado”, comenta. Y se muestra ilusionada por el futuro, “también como necesidad vital de proyectarme hacia adelante, puesto que Cuéntame tira hacia el pasado”.
Aunque las sucesivas temporadas han mostrado los momentos que han marcado la historia del país gracias al colosal archivo de TVE, lo interesante, lo que marca la diferencia con el “pseudodocumental histórico”, ha sido la plasmación de la idiosincrasia de la sociedad española en cada momento del último medio siglo mediante una familia de clase media, sin desdibujar a los personajes.
“El reto esencial de la serie ha consistido en huir del presentismo y que las tramas, los conflictos y los personajes pertenecieran a la época que queríamos retratar. El reto aumentado ha sido que esos personajes evolucionasen a lo largo de los muchos años que recorre la serie. ¿El Antonio de los sesenta era machista, homófobo o servil con el poder? Por supuesto, como la mayoría de la gente en aquel periodo. Pero en las siguientes décadas la sociedad cambia y nuestros personajes también lo hacen. Entre 1968 y 2001 España va transformándose tanto que, como alguien dijo hace tiempo, no la reconoce ni la madre que la parió. A nuestros protagonistas les ocurre lo mismo, siempre sin perder su esencia”, ahonda Delgado.
Mucha atención al detalle, por pequeño que sea
Al departamento de arte le corresponde otro papel fundamental a la hora de plasmar el transcurso del tiempo en la ficción. De aquel San Genaro que conocimos allá por 2001, reflejo de los barrios de clase obrera de los sesenta, pocas cosas quedan ya. Ha avanzado con la misma velocidad que la serie.
Frente a la plaza se encuentra hoy un restaurante chino –las columnas que decoran su entrada se utilizaron en el rodaje de la película 55 días en Pekín– que resultaría exotiquísimo en aquella España cerrada a cal y canto de los inicios de Cuéntame. En el país moderno que aparece en esta última entrega, sin embargo, se trata de un elemento cotidiano.
Pequeños elementos del paisaje rinden homenaje a quienes formaron parte del equipo durante largas etapas. Sucede con los nombres de las calles: de la Travesía Tito Fernández (en honor al director) a la Avenida Roberto Cairo (por el actor).
Cada detalle cuenta, aunque apenas aparezca unos segundos en pantalla. Si el escaparate de una tienda de electrodomésticos debe exhibir un televisor y su precio acorde a cada época, la farmacia de enfrente debe presentar carteles con la estética propia del momento, aunque no las marcas comerciales, pues ninguna publicidad puede aparecer en pantalla en la cadena pública. Y dicha restricción dificulta a veces la labor del personal de arte.
El director artístico es Roberto Carvajal, que trabaja junto al diseñador gráfico Carlos Llanos. En las paredes de la oficina no queda espacio libre: bocetos dibujados a lápiz, fotografías de la familia, carteles de inspiración, propaganda política… Las elecciones de 1995 las grabaron precisamente mientras se celebraban las de este 23 de julio. Y no cuesta hallar ciertos paralelismos, según Carvajal: “En la ambientación de 1995 se hablaba de felipismo y en la actualidad se escucha a menudo el sanchismo”. Aunque la historia no se repita tal cual, lo actual al final siempre adquiere ecos de lo anterior.
Por su parte, Carlos Llanos busca solución a un cambio de última hora. Una secuencia iba a mostrar a Mercedes (el papel de Ana Duato) leyendo un libro, pero va a ser Antonio quien lo lea. Así que el título no puede ser el mismo. Aunque apenas se verá ante la cámara, el libro que sostenga Imanol Arias forma parte de la identidad de su Antonio Alcántara, que es distinta a la de su esposa. ¿Conclusión? Convendría algún manual de viticultura, así se recuerda la existencia de la bodega Alcántara Fernández e Hijos. Los exteriores del negocio se ruedan en Bargas (Toledo).
La variedad de decorados incluye la casa de los Alcántara, el pueblo de Sagrillas y los hogares de Inés y Toni. Ello permite que se rueden dos tramas al mismo tiempo. Los saltos temporales se advierten especialmente en la vivienda de los Alcántara: en la decoración de la cocina, del dormitorio y, sobre todo, del salón, cuyo sofá aparece rodeado de decenas de fotos. Estas suponen un recorrido histórico a través de los protagonistas y de la sociedad en su conjunto.
Con esta temporada 23 concluye un ciclo televisivo y vital, no solo para quienes participan en la ficción, sino para aquellos llevan 22 años al otro lado de la pantalla. “Más que una serie, es patrimonio cultural que pertenece a todos, trasciende al gran equipo que la hace desde dentro”, afirma el coordinador de guion, que escribe diálogos desde el comienzo.
El barrio de San Genaro, Sagrillas y los Alcántara quedarán en nuestro recuerdo, no como si los hubiéramos visto mediante las pantallas –que también han cambiado mucho desde el arranque de la emisión–, sino como si hubiésemos habitado sus esquinas, hubiésemos conocido de cerca a Antonio, a Mercedes, a Herminia, a María, a Carlos, a Toni, a Inés… a ese clan del que nos despedimos. Porque Cuéntame nos cuenta a todos nosotros.