La gente que alcanza los 90 años, una edad tan venerable y meritoria, acostumbra a conmemorarlo con una tarta o un caldito. Los cuerpos, a esas alturas, tampoco suelen dejar margen a mucho más. María Asunción Balaguer Golobart, mujer a la que siempre le gustó ir por libre, prefirió inmortalizar la celebración de su novena década con un bautizo. Qué cosas. No fue el suyo, claro, pero sí el de su centro cultural, ese edificio funcional y moderno que a partir de ahora contará con su ascendente y sus buenas vibraciones, a modo de karma benéfico. El cumpleaños era el domingo 8 de noviembre, pero el Ayuntamiento de Alpedrete y la Fundación AISGE, convenientemente compinchados para la causa, adelantaron la fiesta al mediodía del viernes 6. Sin solemnidades, protocolos ni alharacas, pero sí con todo el cariño del mundo. El que merecía la homenajeada. Ese del que se ha hecho acreedora a lo largo de toda una larga vida sobre los escenarios y lejos de ellos. 90 añazos de “actriz pionera y mujer ejemplar”, como reza ya para las generaciones venideras en la placa que ella misma y el alcalde de Alpedrete, Carlos García Gelabert, descubrieron en el centro cultural.
A la incombustible decana de nuestras tablas y pantallas (acabamos de verla ejerciendo de abuelita del benemérito Pepe Viyuela en Olmos y Robles) la esperaban en la Plaza de Paco Rabal casi 200 de sus incondicionales, entre artistas, representantes de la corporación municipal y admiradores de a pie. Y en cuanto accedió al centro cultural, entre piropos, ramos de flores y parabienes, le confesó a sus vecinos la mayor de sus debilidades: los besos. “Es que la gente de aquí es muy buena, me dan besos por la calle, en la farmacia o el supermercado y yo se los doy también. Llego a casa repleta de besos, cariños y palabras cercanas. ¡Total, que le recomiendo a todo el mundo venirse a vivir a Alpedrete!”.