— ¿Se encuentra en la etapa más frenética de su vida?
— Las he tenido peores de trabajo, caos y prisas, de empalmar rodajes con obras de teatro. Ahora tengo mucho trabajo, pero estos días son de los más bonitos que recuerdo, por todo lo que está pasando: el rodaje en Canarias, los proyectos que me están llegando... Cada día me levanto con una sonrisa para ir a trabajar.
— ¿Sonríe por su personaje, Amelia Folch, en El Ministerio del Tiempo?
— ¡Claro! Nunca oculto que soy feminista, aunque alguna vez haya pensado que carecía de referentes femeninos, que siempre admiraba a los hombres. Las excepciones son la actriz Maureen O’Hara y [la filósofa contemporánea] Beatriz Preciado, cuyas lecturas me resultan muy reveladoras. Mi personaje lucha por aquello en lo que yo creo, y eso es fascinante.
— Muchas actrices temen envejecer...
— Esta industria es parte del mundo en el que vivimos: es su espejo y, a la vez, alimenta esas actitudes. Me acerco a los 30 y muchas amigas actrices me dicen que las cosas cambiarán mucho entonces. Sin embargo, sí creo que estas reflexiones o las menciones al feminismo están apareciendo ahora, cuando hasta hace poco tiempo se quedaban en el tabú. Hay esperanzas.