¡Qué éxito el de aquella película!
Flirteos en la escuela naval
imaginados por un ilustre requeté
Tres chicos competían entre sí para determinar quién era más ligón. Aunque el inesperado final hizo verter ríos de lágrimas hace ahora tres cuartos de siglo
JAVIER OCAÑA (@ocanajavier)
José Luis de Azcárraga (1918-1985) tuvo cuatro profesiones difícilmente conciliables: jurista, político, marino y escritor. Y aunque en las dos primeras la vida le satisfizo según sus ideales (era catedrático de Derecho Internacional, además de gobernador civil de Lugo y Cáceres durante el régimen franquista), fue su actividad en las dos segundas la que terminó dejando su nombre en la historia del cine español. Carlista, sección Requeté, y soldado en el bando nacional, Azcárraga publicó en 1947 Botón de ancla, novela escrita durante su etapa como profesor de la Escuela Naval, inspirada en la vida y las anécdotas de los guardamarinas a los que daba clase.
Solo un año después, el estruendoso éxito de público de la versión cinematográfica de aquel texto, dirigida por Ramón Torrado, le acabó de dar a conocer para el gran público. Más tarde, en 1961, Miguel Lluch comandó una nueva versión homónima en clave musical, protagonizada por los integrantes del Dúo Dinámico, Ramón Arcusa y Manuel de la Calva. Y, más allá, Torrado volvió al material con la más olvidada Los caballeros del botón de ancla (1974).
De todos modos, es la primera versión la que mejor sigue funcionando en el imaginario colectivo de varias generaciones. El porte desgarbado y bromista de Fernando Fernán Gómez, el de jugoso aire simplón de Antonio Casal y la belleza viril del ligón que interpretaba Jorge Mistral conforman las tres imágenes que, entre apuestas, amoríos, ligoteos, bromas y novatadas, quedaron para siempre en la historia de nuestro cine. La película, en clave de comedia con un punto romántico, acababa enfrentando a dos de los grandes amigos (los roles de Casal y Mistral) en torno a una guapa chica interpretada por Isabel de Pomés (los mejores pómulos del cine de la época). Y tenía un final sorprendente: la acción y la aventura irrumpían en unos diez minutos finales desasosegantes y, casi en el minuto final, dejaba boquiabierto al público con una muerte inesperada que provocó ríos de lágrimas en la gris y entristecida España de los años cuarenta.
Película de evidente propaganda del estamento militar, que prestó todas las facilidades e infraestructuras para la producción de Suevia Films, Botón de ancla sigue desprendiendo una simpatía especial, aderezada por la vis cómica de Xan Das Bolas y los continuos embrollos en los que se meten los tres cadetes, con el flirteo como núcleo.