– Ha hecho también cine y teatro. ¿En qué medio se siente más cómodo?
– En la tele. Por experiencia y reiteración. El cine es mi mundo por descubrir, porque lo he probado, pero no demasiado. Me vuelve loco, me gustaría que en el futuro se hablara de mí como un actor de cine más que de televisión. Aunque el teatro es lo que más me tira, la cuna del actor, donde debe volver. Cualquier intérprete debe pisar el escenario porque el directo y tener contacto con el público son necesarios. Estoy a punto de estrenar un Brecht, y saber quién es el autor y que el texto lleva 100 años escrito me excita artísticamente.
– ¿Eso lo dice el actor o el estudiante de Literatura?
– Los dos. Hablé con Vilarasau e Iscla y me dijeron que no fuera al Institut del Teatre porque ya llevaba tiempo en la interpretación, tendría que parar mi carrera durante cuatro años porque es imposible compaginarla con los estudios… Estaba dudando entre Historia del Arte y Literatura, y me decanté por la segunda porque me encanta la lectura, me interesa personalmente y me dará herramientas para mi labor como actor. Trabajé Brecht en la universidad, y cuando Carme Portaceli me propuso este texto, dije: “Ahora sí que estoy viendo frutos”. Todo lo que hace un actor parte del texto, y cuanto mejor entienda los textos, más detalles del podrá extraer. Tendrá una mirada más analítica y crítica. Nunca voy a dedicarme a la literatura per se, pero es una buena manera de reforzar el plan A.
– ¿Se ve en el futuro como director o guionista?
– La evolución de actor a director es natural, como la de alumno a maestro. Cuando tenga el pelo blanco y mucha cara de señor, probablemente me lance a dirigir teatro. Cuando has interpretado mucho, te han dirigido mucho, has visto mucho teatro y crees saber suficiente, llega un momento en que quieres hacerlo como a ti te gusta. También me interesa la dirección en el audiovisual, pero más en el teatro.
– ¿Qué personaje anhela?
– Cada vez me gustan más los que sacan de mi zona de confort. El de Pol en Merlí tiene esa faceta barrial que quizá yo mismo manejo, alejada pero dentro de mí. Pero me apetecen papeles que no tengan nada que ver conmigo. La época es buena una forma de salir de ti, así que no me importaría hacer una película o serie de época. O un personaje con un trastorno mental, aunque para eso tienes que estar preparadísimo.