Carmen Machi
"La fama es siempre excesiva; nunca está equilibrada"
La madrileña confiesa que no es espectadora de comedia; "lo que más me va es el drama"
Eduardo Vallejo
Reportaje gráfico: Enrique Cidoncha
Madrid, febrero de 2010. Una versión reducida de esta entrevista se publicó en el número 22 de la revista AISGE ACTÚA (ene-mar 2010)
Nos hemos citado con Carmen Machi (Madrid, 1963), la añorada fregona en Aída y sin par concejala antropófaga en el corto de Pedro Almodóvar, para hablar de su vida y su profesión. Ha querido que nos veamos en El Parnasillo, un rincón bohemio del madrileño barrio de Malasaña “que es como mi segunda casa”, nos dirá mientras contempla su interior como el que vuelve al hogar después de un largo viaje. Dentro hace calorcito, suena suave música de jazz y el terciopelo rojo de los asientos invita al juego de las confidencias.
Carmen Machi se subió al escenario por primera vez a los 17 años, en los tiempos en que iba al instituto en Getafe. Su primer papel fue de novia en Bodas de sangre. Y es que ella se veía de actriz desde bien pequeñita: “En mi familia casi todos son músicos, así que el mundo artístico no me era ajeno. Mi hermano Carlos, gran amante del cine, me influyó mucho. Me descubrió los clásicos en blanco y negro, y con él compartía la emoción de las interpretaciones sublimes, como la de Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses. Que algo tan alejado de la realidad pueda ser creíble es mágico. Esa es la magia del cine”. Pero el momento en que todo hizo clic y nació su vocación fue viendo a Elizabeth Taylor en Jane Eyre. “Debía de tener siete u ocho años, más o menos la edad que tiene ella en la historia antes de morir. Me mandaron a mi habitación porque era una película de dos rombos. Allí en mi cuarto, delante del espejo, me imaginaba que era ella cuando le cortan el pelo y reproducía todo el drama. Veo pocas comedias; lo que me va es el drama. Luego volví a ver a la actriz en otra película y me di cuenta de que no se moría de verdad. Me encantó más todavía. Jugar a tener emociones es un placer, y que te paguen por ello aún me parece increíble”.