– ¿No se animaría a tirar por la borda la realidad y hacer algo más fantasioso?
– Sí, pero me gustaría que eso llegara a través de un guion escrito por otra persona, y hay poca inversión en guionistas y en guiones. Por eso en este país los directores acostumbran a escribir sus guiones.
– Cuando dirige, ¿es más metódico o intuitivo?
– Dirigir es un trabajo que ocupa un año durante el que haces muchas cosas distintas. Al final hay una parte de método, más racional, en las cosas que decides y en los pasos que tomas, pero también hay un componente intuitivo en la creación. Una parte que no se explica, de la que desconoces el porqué, pero intuyes que debes hacerla así. Lo importante es tener estas dos mitades equilibradas: ni dejarte llevar demasiado por la intuición ni por el método.
– ¿Es un oficio arriesgado?
– Lo más difícil de dirigir es ser capaz de mantener el criterio o sentido de lo que quieres hacer, pese a todos los tsunamis que te caen encima. Ser capaz de mantener y defender tus ideas pase lo que pase y pelear contra todos, superar los meses y meses que dura una película… Eso es lo más duro. Tener esa tozudez y esa fe en algo que, por otro lado, es muy intangible.
– Pero todo tiene su parte gratificante…
– Me imagino otras profesiones mucho más divertidas y relajadas [ríe]. No pretendo que esto suena como una queja: si lo hacemos es porque nos gusta. Pero dirigir no es una actividad especialmente agradable.
– ‘En la ciudad’ muestra el ritmo frenético de la vida actual y la incomunicación. ¿Implica algo de crítica a la sociedad?
– Es más una película sobre lo que no contamos, sobre todo lo que los personajes no expresan, por pudor o por protegerse. En el fondo era eso, contar cómo incluso entre tu grupo de amigos más cercano no te cuentas muchas cosas.
– En cambio, en ‘Ficción’ el protagonista huye de la ciudad…
– Querer contar una historia no vivida en el sentido de que está reprimida por los dos protagonistas. Me apetecía mucho salir de un entorno urbano, eso me llevó a aislar al personaje y que tuviera más libertad. En el fondo es una película muy romántica, aunque tiene ese tono también de pérdida.
– Con ‘Una pistola en cada mano’ le reportó hace poco un Gaudí. ¿Qué valor le concede a los premios?
– Son siempre una forma de recargar el depósito, en autoestima personal, y además también pueden beneficiar a la productora y a todo el equipo. Garantizan un poco que podamos seguir en este negocio tan duro y estricto a veces…