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Fotografías 1, 2 y 3: Paco Navarro

Fotografías 1, 2 y 3: Paco Navarro

 
 
Claudia Traisac



“Si tengo un mal día, ‘Friends’ es siempre mi antídoto”
 
 
La prolongada andadura televisiva de esta madrileña empezó antes de que cumpliera 12 años. Antena 3 fue la primera cadena que confió en ella con la serie El inquilino, encabezada por Jorge Sanz en 2004, sobre un extraterrestre que poseía el cadáver de un escritor recién fallecido para así sobrevivir en la atmósfera terrestre. Ella encarnó a la pequeña Yoli, la querida sobrina del difunto, ajena a su muerte porque el marciano actuaba como si fuera él. Al año siguiente saltó a Cuatro de la mano de Ke no!, cuyos episodios mostraban el día a día de varios adolescentes de clase media en una gran ciudad. El aspecto siniestro de su Amaia generaba rumores entre los demás alumnos, convencidos de que en realidad era una vampiresa, aunque luego incluso les daba lecciones de fútbol. Habituada a la ficción por entregas, en 2006 descubrió el formato del telefilme gracias a Atropello, nuevamente para Antena 3. Engrosó entonces un reparto que giraba en torno a Adriana Ozores, en la piel de una madre obsesionada con encontrar al conductor fugado que había arrollado a su hijo al salir de una discoteca. En la parrilla de ese mismo canal figuró más tarde la miniserie La bella Otero, que la trasladó hasta la Galicia del siglo XIX. Allí dio vida a Carolina, la protagonista, durante su traumática niñez. Y es que sufría una violación antes de abandonar su humilde hogar a los 10 años. Ya crecida y con el rostro de Natalia Verbeke, inventaba un pasado aristocrático y se convertía en una cupletista admirada alrededor del planeta. Los problemas propios de la juventud volvieron a asaltarla en 18, con personajes aficionados a la música y el baile que estaban a punto de alcanzar la mayoría de edad. Ella recibió el papel de la idealista Laura Valencia, enfrentada a un hermano rebelde que soñaba con bailar pese a la desaprobación de toda la familia, pero también amargada por el carácter excesivamente tradicional de su novio.
 
   El año 2009 tocaba a su fin cuando Amar en tiempos revueltos, la célebre producción de TVE, la llevó de vuelta a los cincuenta en su quinta temporada. La audiencia de las sobremesas quizá recuerde aún a su Pilar, alumna de un colegio religioso donde hacía muy buenas migas con una profesora llamada Cristina. Otra miniserie de corte biográfico, la emitida por Telecinco bajo el título Carmina, le permitió gozar esta vez de una infancia feliz. Apareció en pantalla como Belén, la hermana menor de Carmen Ordóñez, con quien se pasaba el día en un cortijo: rezaban mientras su padre (el torero Antonio Ordóñez) pisaba el ruedo, presenciaban numerosas fiestas con personalidades, escuchaban desde su dormitorio las discusiones del matrimonio a causa de las infidelidades de él… De regreso a Antena 3 acompañó a Carmen Machi en Rescatando a Sara, de temática muy actual, pues abordaba las increíbles trabas con que se encuentran algunas madres españolas cuando se separan de maridos extranjeros y luchan por recuperar a sus hijos en países conflictivos. En esa ficción era un islamista quien retenía a una menor en Irak. Ella era la hermana mayor de la niña y ya había advertido la intransigencia del padre antes de que se la llevase consigo. El género fantástico la alejó de tan dolorosa realidad, ya que la sobrenatural Luna, el misterio de Calenda le confió en 2012 a Silvia Elías. Era hija del alcalde y temía el inminente ataque de un amigo que se transformaba en hombre lobo las noches de luna llena, así que se debatía entre airear ese secreto o mantenerlo oculto para no traicionarle. Su pánico tenía justificación: numerosos vecinos del pueblo ya habían sido brutalmente asesinados, incluida su madre, pero el culpable permanecía sin identificar.      
 
 
 

 
 
   Los espectadores de Cuéntame, otro emblema de la televisión pública, se reencontraron con su Julia Valcárcel a principios de 2014. Ocho años antes ya se había cruzado en la vida de los Alcántara como el primer ligue estival de Carlitos, aunque el romance se esfumó al concluir él sus vacaciones de 1974 en la remota localidad de Sagrillas. No obstante, la marcha de ella a Madrid consolidaba la pareja, pero con nefastas consecuencias para el muchacho. Este llegaba tarde a casa y su padre, el recio Antonio, se negó a abrirle la puerta una noche y le dejó en la calle. El amor de los tortolitos se agotaba definitivamente algunas temporadas más adelante. El Príncipe la fichó ya en el mes de mayo para el desenlace de su aplaudida temporada. En el viaje que acababa de emprender junto a su abuelo conocía a un joven llamado Abdu, el terrorista que poco después iba a secuestrar a todo el pasaje del autobús bajo la amenaza de inmolarse. Cuando la policía cercaba el vehículo, ella era la primera encañonada, pero sobrevivía.
 
   Su debut en la gran pantalla fue una apuesta del mismísimo Carlos Saura, al frente de El séptimo día (2004), la reconstrucción cinematográfica de la matanza de Puerto Hurraco. En aquel reguero de crímenes originado por la enemistad entre dos clanes de ese municipio pacense se codeó con nombres insignes del oficio: Victoria Abril, Juan Diego, Ana Wagener, José Luis Gómez, Mariví Bilbao, Carlos Hipólito… Cuatro años tuvo que esperar hasta su segunda película, Amanecer en Asia, la historia de una mujer que salvaba la vida a un ejecutivo mientras este se relajaba al sol de un país lejano. Ese acto de humanidad animaba al hombre a explorar el pasado de las personas anónimas que se sacrifican por el bienestar de los demás. La coproducción Escobar: paraíso perdido, presentada en noviembre, ha confirmado su fulgurante estela interpretativa. ¿Por qué? Porque el director italiano Andrea Di Stefano le ha brindado un papel principal en ese retrato fílmico de Pablo Escobar, el traficante de droga más legendario de Colombia, encarnado por el cotizado Benicio del Toro. La inocente María es sobrina del narco, se enamora de un apuesto canadiense que comienza a trabajar para el cártel y gracias a él descubre los siniestros métodos de su propia familia, sobre la cual pesa un sinfín de asesinatos.
 
   Su currículum teatral es breve pero envidiable. En septiembre de 2013 estrenó la versión renovada de Hoy no me puedo levantar, el musical alimentado con temas de Mecano. Sobre el escenario del Coliseum de la Gran Vía madrileña interpretó a Ana, la novia de Colate, quien la dejaba tirada en el pueblo para probar suerte como músico en la capital. A pesar de que estaba embarazada, en ningún momento se lo confesaba, por lo que él no volvía a su lado. Lejos de triunfar, el chaval terminaba enganchado a las drogas y enfermo de VIH, motivos de su suicidio. Este enero de 2015 se ha incorporado como protagonista a otro espectáculo que está causando sensación, La llamada, visto ya por más de 100.000 espectadores en todo el país desde que se estrenara en el hall del Teatro Lara. Entre canción y canción, su dubitativa novicia sobrevive en un campamento cristiano donde se mezclan monjas y cantantes adolescentes, apariciones divinas y primeros amores...  
 
 
 

 
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actriz?
− Los sábados por la mañana veía dibujos y, justo después, mi madre me ponía películas: La fiera de mi niña, Bola de fuego, Con faldas y a lo loco… Por entonces ya hacía mis propios montajes en el salón y también representaba teatro en el colegio. Pero fue al ver el primer rodaje de mi vida, un corto dirigido por mi madre (Rosa B. Traisac), cuando algo hizo ¡clic! Aquello me atrapó.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− Mi madre. Se lo dije al acabar aquel día de rodaje, mientras íbamos hacia casa: “¡Quiero que hagas otro corto y grabarlo contigo! ¡Quiero saber qué se siente!”. A raíz de eso me apunté a una agencia para presentarme a mis primeros castings.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− ¡Varios! Parecerme físicamente a Yohana Cobo y que me escogieran para El séptimo día, lo que me permitió luego hacer más pruebas para cine y televisión. Pero quizá la oportunidad más grande llegó en 2014, cuando participé en el largometraje Paradise Lost y el musical Hoy no me puedo levantar. Han sido los dos proyectos en los que más he aprendido y cambiado como actriz y persona. ¡El año pasado fue el más intenso de mi vida!  
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− A mi Carolina de La bella Otero, un telefilme de Antena 3. Era la primera vez que asumía tanta responsabilidad y viajaba a otro lugar para grabar. Esa niña sufría abusos en la Galicia del siglo XIX y conecté mucho con ella, sentí la necesidad de contar su historia y defenderla. A mis 13 años entendí lo que significaba ser actriz de verdad.
 
Si el teléfono dejase de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− A la música: cantaría y tocaría la guitarra. También me motivan mucho los niños, la educación social...
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− Cuando iba al instituto. Paré un año de trabajar y hacer castings porque quería centrarme en el Bachillerato y ser tan normal como mis amigas. Así descubriría si era esto lo que realmente amaba. Este mundillo a veces es muy loco, conlleva muchas incertidumbres y te lleva a plantearte cosas, pero mientras estás interpretando te das cuenta de que no existe nada más maravilloso.
 
¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Cuando tuve que besar a Carlitos en Cuéntame. Era mi primer beso también en la vida real y lo pasé fatal. Ahora los dos lo recordamos entre risas, pero en ese momento no sabía ni cómo se hacía...
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del celuloide español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− ¡Difícil pregunta! La poca confianza que se tiene en nuestro cine, lo que cuesta levantar un proyecto, la cantidad de talento que hay escondido... ¿La solución? ¡Ojalá la supiera! Es importante que nos fijemos en el modelo francés y, desde luego, que bajen ya el IVA cultural.
 
− ¿Cuál fue el primer intérprete que le conmovió hasta la lágrima?
− Natalie Portman, la primera vez que la vi. No obstante, de pequeña también me gustaban mucho Julia Roberts, Audrey Hepburn…
 
¿Qué frase de película le gusta aplicar como leit motiv personal?  
 − Siempre me ha encantado el diálogo final de Desayuno con diamantes, donde hablan sobre el amor y la libertad, de cómo no acabar encerrado en una jaula contigo mismo.
 
 
 

 
 
− ¿Qué producción ha visto tantas veces que se sabe alguna escena de memoria?
− He repetido cada episodio de Friends y me sé todos los diálogos y los detalles.
 
− ¿Nos cuenta alguna anécdota que haya vivido como espectadora?
− Fui al cine para ver Closer cuando tenía 11 años. Pensaba que sería una comedia romántica con mis actores favoritos, pero nada más lejos de la realidad… ¡Mi madre no sabía dónde meterse durante la escena de sexo cibernético! [Risas]. Ahora es una de mis películas favoritas.
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchada?
− A Friends. Puedo ver todos los capítulos una y otra vez. Me encantan los actores, los guiones, las situaciones… Si tengo un mal día, es siempre mi antídoto.
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer esta profesión?
− Andrea Di Stefano, el director de Paradise Lost, me dio toda la confianza posible. Me enseñó que lo importante es vivir cada secuencia: poner tu alma y tu cuerpo frente a la cámara. Yo me propuse algo para una escena y no funcionaba, vino y me recomendó que sacara las ideas de mi mente, que fuera valiente y me atreviera a poner mi arte sin saber cómo iba a acabar.
 
¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Cuesta mucho verse. Y observar las cosas buenas cuesta aún más. De mí destacaría las ganas y la pasión.
 
¿Y débil?
− Antes me trababa mucho porque me ponía nerviosa y corría. Ya no me pasa casi nunca, aunque si me bloqueo en una escena, a veces piso el acelerador. Pensar demasiado y la autoexigencia son otras de mis flaquezas.
 
− ¿A qué lugar del planeta le gustaría teletransportarse mañana?
− Desconectaría en una playa desierta de algún sitio lejano. Sin móvil, redes sociales...
 
 
 

 
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Hay cosas por ahí. De momento, lo más seguro es una obra de teatro… ¡con música!
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Vivir de esto siempre, llegar a producir o dirigir, actuar a las órdenes de directores como Andrea Di Stefano… Aspiro a realizar proyectos por todo el mundo y también a estar presente en el cine español con Alberto Rodríguez, Pedro Almodóvar, Daniel Sánchez Arévalo o Roberto Pérez Toledo.
 
− ¿Qué canción simboliza el momento actual de su vida?
− Suelo escuchar a Zahara, Kings of Leon, Jeff Buckley… Pero la canción más adecuada para esta época es de Vetusta Morla: Los días raros.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− Que no existen la violencia ni el poder.
 
− ¿Qué otra época de la historia elegiría para nacer?
− En la del cine clásico.
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Me parece muy importante que veléis por nuestros derechos de imagen.

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