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Córdova Gómez
 

 
“Mi sobrina me llama Manuela por la protagonista de ‘Todo sobre mi madre”
 
 
Este malagueño de 1980 aún no había cumplido los 20 cuando se dejó ver por la pequeña pantalla. Telecinco le ofreció en 1999 su primera oportunidad, Ellas son así, la serie sobre cuatro hermanas muy distintas que conciliaban sus empleos en el restaurante familiar con unas ajetreadas vidas personales. Y no pudo encontrar un mejor reparto en su debut: Maribel Verdú, María Barranco, Neus Asensi y María Adánez. Ya en 2006 fue el turno de Mujeres, la comedia costumbrista que crearon Félix Sabroso y Dunia Ayaso para la productora El Deseo, de cuya emisión se encargó La 2. Sus episodios contaban el día a día de cuatro féminas temperamentales de la misma familia que, debido a su delicada situación económica, se veían obligadas a compartir hogar en un humilde barrio madrileño. En su breve aparición le dio tiempo a tratar telefónicamente con una de las protagonistas, la histérica Julia (Carmen Ruiz), embarazada de un exnovio gay. Para Cuestión de sexo hizo de policía que interrogaba al matrimonio formado por Óscar (Alfonso Lara) y Vero (Valeria Alonso), víctimas de un robo del que ni siquiera se habían percatado, pues sus coitos eran tan pasionales que les resultaba imposible salir de la cama. Después volvía a la vivienda con orden de detener a la mujer, sobre la que pesaba una orden internacional de busca y captura: había llegado a España con una identidad falsa porque tenía un turbio pasado en Argentina.
 
   Hizo las maletas cuando en 2009 le llamaron de Doctor Mateo, aquella producción de Antena 3 ambientada en una pequeña localidad asturiana. Su Fernando buscaba desesperadamente a Ernesto (Ramón Pujol), con quien había tenido sexo furtivo en una playa la noche anterior, pero ningún vecino de San Martín del Sella le ayudaba a encontrarle. No sabía en ese momento que su ligue se arrepentía de lo ocurrido: hasta entonces no había triunfado mucho entre las mujeres, era la primera vez que se acostaba con un hombre y no admitía ese tórrido encuentro, quizá por miedo a la reacción de sus amigos. Pese a esas dudas iniciales, ambos empezaban una relación, aunque las cosas se complicaban cuando él mismo confesaba por error sus infidelidades. Los dos intérpretes estuvieron nominados a los Premios Shangay gracias a esa trama. Antes de que acabara el año viajó hasta su Málaga natal para añadir a su currículum televisivo Arrayán, la ficción más longeva del andaluz Canal Sur. Dio vida a un delincuente llamado Manu, que recuperaba la libertad tras pasárselo bastante bien en prisión, donde había sido líder de un nutrido grupo de presos. De vuelta a la calle, se reincorporaba a la peligrosa banda de Los Coyotes, pero no lo hacía en solitario: animaba a su hermano Nico, encargado del mantenimiento informático en el hotel que daba nombre a la serie, a superar una sangrienta prueba de acceso. ¿En qué consistía? En robar y apuñalar a una representante de joyas. Al final el muchacho escapaba de tan mala influencia.
 
 
 

 
 
   A finales de 2010 regresó a Antena 3 con la miniserie histórica La princesa de Éboli, interpretada por numerosas estrellas: Eduard Fernández, Belén Rueda, Hugo Silva, Michelle Jenner, Álex Angulo, Petra Martínez… Conoció así las continuas traiciones que, allá por el siglo XVI, subyacieron a la corte del despiadado Felipe II. El monarca y su secretario estaban enamorados de la misma mujer, la princesa Ana de Mendoza y de la Cerda, caracterizada por su rebeldía y voluptuosidad. El hecho de que prefiriese al segundo desató la furia del rey, que se vengó de ambos de forma desmedida: a ella la encarceló de por vida y a él le llevó ante un juez de la Inquisición. Su personaje fue uno de los carceleros que custodiaban y torturaban al enjuiciado.
 
   El celuloide le esperaba en 2004 con un thriller titulado The Tester, el proyecto fin de carrera de Fernando Núñez Herrera, en cuyo rodaje coincidió con Manuel Baqueiro o Norma Ruiz. El argumento contaba cómo distintas mafias del mundo intercambiaban droga gracias al asesoramiento que les daba el protagonista, un chaval capacitado para determinar la calidad de las sustancias, hasta que una partida adulterada a sus espaldas acababa con la vida de un allegado. Era entonces cuando comenzaba a planear una venganza contra sus despreciables jefes. David Menkes y Alfonso Albacete propiciaron su salto a las salas comerciales en 2008 con la alocada Mentiras y Gordas. Se encaprichaba de un jovencito borracho (el mismísimo Mario Casas) en la pista de una discoteca gay y, sin mediar palabra, le llevaba al cuarto oscuro para practicar sexo rápido.
 
   A nuestros héroes, seis historias que dibujan la convivencia entre inmigrantes desesperados y ciudadanos españoles, será su próxima película en circulación. En ella estará muy presente el estilo de Alfred Hitchcock: imagen en blanco y negro, predominio del suspense y el miedo… Alfonso Albacete, ahora en solitario tras la cámara, contó otra vez con él hace unos meses para rodar la comedia romántica Solo química. Ese complicado romance entre una fantasiosa dependienta de perfumería (Ana Fernández) y un aclamado actor argentino (Rodrigo Guirao), que se verá en la gran pantalla el próximo 2015, ha reunido a rostros de distintas generaciones: Neus Asensi, Alejo Sauras, Silvia Marsó, Jaime Olías, Rossy de Palma, Natalia de Molina, Adrià Collado, Bibiana Fernández… A él le ha tocado el papel de Pepón, “un boxeador alcohólico y drogadicto que mitiga sus dependencias acudiendo a un gimnasio regentado por José Coronado”, según sus propias palabras.
 
   A mediados de 2012 se sumergió en el mundo del corto al encabezar Casting. Una secretaria impertinente y malhablada le recibía en una prueba a la que asistían otros tres candidatos, uno de los cuales le miraba con bastante interés durante la espera. A la salida se iban juntos de cañas, bromeaban, se contaban sus penosas vidas como actores y acababan juntos en la cama rodeados de velas. Todo continuaba viento en popa a la mañana siguiente, a pesar de que su aliado sentimental y rival profesional tenía opciones de conseguir el personaje y a él le descartaban.
 
   Fue 2005 el año de su estreno tras el telón. Gracias a Eduardo Recabarren, su profesor de interpretación, paseó tres montajes por pequeños teatros madrileños: en La boda asistió a un desastroso banquete con el que se ridiculizaba el matrimonio, For Men le curtió como monologuista y bordó al atracador que se liaba con la recepcionista del destartalado hostal de Mal viaje. Los espectadores que en julio de 2008 pasaron por la Sala DT recordarán su Historia de un parque, obra ofrecida con motivo del Orgullo Gay en la que ejerció también de director. Formaban el elenco tres homosexuales que cada noche se confesaban sus decepciones e ilusiones en el oscuro jardín al que acudían para buscar sexo y… quizás también amor. Mariano de Paco, que apostó por él en dos espectáculos representados en 2009, es su otro gran valedor teatral. A sus órdenes estrenó el entremés cervantino La Cueva de Salamanca, que arremetía contra la sociedad española del siglo XVII: matrimonios de conveniencia, infidelidades, destreza del personal eclesiástico en la seducción… Una jovencita y su criada aprovechaban la inesperada visita de un estudiante inteligente para ocultar al viejo esposo de la primera los encuentros que mantenían en secreto con un sacristán y un barbero. Luego recorrió todo el país gracias a la agridulce Felices 30, donde un veterano publicista en paro se travestía con el objetivo de que varias madres treintañeras le contratasen para la promoción de un calendario en el que aparecían desnudas, una iniciativa encaminada a impulsar la construcción de un centro cultural.
 
 
 

 
 
Tampoco le falta experiencia en la ópera, un género que ya ha cultivado en cinco ocasiones. Presenció los continuos coqueteos y refriegas del descarado seductor de Don Giovanni, en La bohème vivió de cerca un tormentoso idilio que terminaba definitivamente cuando la novia moría de tuberculosis, descubrió los efectos devastadores que causaba en los hombres la pasional cigarrera de Carmen, con Manon Lescaut aprendió que es preferible una intensa vida de amor a una aburrida vida de lujo y en Il trovatore lamentó que los dos pretendientes de una aristócrata rivalizaran hasta la muerte sin saber que eran hermanos.
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor?
− Perfectamente. A los siete años, cuando estaba en segundo curso de EGB, una profesora nos daba clases de interpretación. Las disfrutaba muchísimo, era lo que más me gustaba del colegio. A partir de entonces supe que sería actor.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− A mi madre. Le apasiona el mundo artístico y siempre ha apoyado mi decisión. De pequeño ya me llevaba a clases de baile, teatro, pintura…
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Conocer a mis representantes, Jesús Ciordia y Ana Belén Burgos. Tampoco me olvido de Alfonso Albacete: me dio mi primera oportunidad en cine con Mentiras y gordas, que dirigió junto a David Menkes, y ahora me ha vuelto a llamar para su película Solo química. Es un gustazo trabajar a sus órdenes, estaré dispuesto siempre que cuente conmigo. ¡Para él solo tengo palabras de agradecimiento!
 
− ¿A cuál de los personajes que ha interpretado le tiene especial cariño? ¿Por qué?
− Al gamberro y divertido Raúl de Felices 30, una obra que dirigía Mariano de Paco y con la que estuve casi un año de gira por España. Recuerdo que, durante una función en Segovia, a Olalla Escribano y a mí nos dio tal ataque de risa en pleno escenario que éramos incapaces de seguir. ¡Se lo contagiamos incluso al público! No sé cómo pudimos terminar aquel día. Nunca olvidaré ese momento, a pesar de la posterior bronca del director.
 
Si el teléfono dejase de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− No me veo haciendo otra cosa que no sea actuar.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− ¡Jamás! Tirar la toalla no entra en mis planes.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Afortunadamente, no he tenido ningún problema.
 
− ¿Le gusta volver a ver las series y películas en las que ha participado?
− Cuando pasa algún tiempo, sí, pero al principio me cuesta un poco.
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− La figura del productor está desapareciendo. Y es una pérdida tremenda, porque es ese profesional quien arriesga, descubre y apuesta. Este país tiene talento de sobra: buenos guionistas, directores, actores… En Francia enseñan a los niños a amar y respetar su cultura y su cine. Aquí debería ser igual. Nos lo están poniendo muy difícil, aunque no imposible.
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− Me encantaría trabajar con los dos, pero Tarantino me tira mucho.
 
 
 

 
 
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le dejó al borde de la lágrima?
− Aunque hay muchos que me conmueven, Meryl Streep es una máquina, todo lo hace bien.
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− “Uno es más auténtico cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí mismo”. Lo dice Agrado en Todo sobre mi madre.
 
− ¿Qué largometraje ha repetido tanto que se sabe de memoria los diálogos completos de alguna escena?
− He visto mil veces todos los de Pedro Almodóvar. Todo sobre mi madre, que me parece una obra maestra, la vi cinco veces en el cine. ¡Mi sobrina mayor me llama Manuela por el personaje de Cecilia Roth! Tampoco me canso de ver otro de mis filmes favoritos, Eyes Wide Shut, dirigido por Stanley Kubrick.
 
¿Cuál fue la última cinta que no terminó de ver?
− Siempre que empiezo una película la veo hasta el final.
 
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectador en un teatro o sala de cine?
− Hace unos años fui con Mariola Fuentes al teatro para ver un espectáculo de flamenco. Estábamos disfrutando muchísimo en el patio de butacas, nos miramos de repente a los ojos y nos dio un ataque de risa sin saber por qué. ¡No podíamos parar! Me tuve que meter bajo la butaca porque me estaba quedando sin aire. Qué bien y qué mal lo pasé a la vez…
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchado?
− A Anatomía de Grey, Juego de tronos, Oz… Ahora estoy viendo otra vez A dos metros bajo tierra, aunque la que más me atrapó fue Lost.
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer esta profesión?
− Tratar con humildad, honradez y respeto a la profesión y a los compañeros.
 
 
 

 
 
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Aún tengo mucho que aprender. En cada rodaje y cada ensayo aprendo muchísimo de mis compañeros, siempre me empapo de todo cuanto puedo. Mi profesor dice que estoy dotado para la comedia, y me encanta ese género, aunque un buen drama me pone los pelos de punta. Durante un tiempo hice el monólogo La voz humana en una sala de teatro y me apetece enfrentarme de nuevo a un dramón.
 
− ¿Y débil?
− A veces se me hace difícil ponerme a estudiar. Hubo un tiempo en que me costaba mucho concentrarme, pero eso ya quedó atrás.
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente trabajo que se va a traer entre manos?
− Ya hay un proyecto teatral en marcha. Tengo muchas ganas de empezar a ensayar y estrenar cuanto antes. También suena una propuesta para televisión, pero hasta aquí puedo leer [Risas].
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Solo quiero trabajar de esto. Trabajar, trabajar y trabajar. Aunque trabajar en lo que se ama no es trabajar. Deseo que haya proyectos para todos.
 
− ¿Qué canción elegiría para simbolizar el momento actual de su vida?
− Escucho a menudo bandas sonoras de películas. Me gustan todas las que componen Alberto Iglesias o Ryuichi Sakamoto. ¿Mi favorita? La de Hable con ella. Últimamente estoy enganchado a grupos como Algora o Empire of the Sun, especialmente una canción de estos últimos titulada We are the people.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− “Rosa Maria Sardà vuelve a presentar la gala de los Goya”.  
 
− ¿Qué otra época de la historia elegiría para nacer?
− Nací en los ochenta y me encanta esa época. No volvería atrás ni para coger impulso… ¡Tuve la suerte de librarme de la dictadura!

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