Dani Rovira: un malagueño con cuerda para rato
HÉCTOR ÁLVAREZ
Reportaje gráfico: Alberto Ortega (Academia de Cine)
Tan vitoreada fue su presentación de los Goya en 2015 que la Academia de Cine le confió el timón de la ceremonia por segundo año consecutivo. Y esta vez con el reto adicional de celebrar el trigésimo aniversario de los galardones. Por eso irrumpió ante la audiencia dispuesto a mirar por el retrovisor de la vida con nostalgia cómica: “Hace tres décadas Raphael se había retirado del celuloide, Camilo Sesto parecía Camilo Sesto, Lola Flores hacía el primer crowdfunding, Juan Echanove estaba en su peso, Enrique San Francisco era Gabino Diego, María Valverde era bebé, Concha Velasco era yeyé, Fernando Esteso se las levantaba todas a Julio Iglesias…”.
Esa mirada al pasado trascendió la farándula para adentrarse en la política. “Por entonces también teníamos presidente del Gobierno, y hoy tenemos aquí al posible futuro Gobierno de nuestro país”, anunció. Y es que en la gala ocupaban la misma fila los no siempre acordes Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Alberto Garzón. “Estaría bien que a partir de esta noche habláramos de un Pacto de los Goya”, les insistió a los candidatos, “ya que la Academia ha preparado una sala a propósito. Tiene cuatro sillas y un plasma para que habléis los cinco, pero terminad antes de que empiece la barra libre, que nos liamos y al final Resines preside España”.
El compromiso de un valiente
Entre los comentarios jocosos volvieron a volar los habituales cuchillos. El conductor recordó que durante la campaña electoral “hubo debates a dos, a cuatro o incluso a seis, pero en prácticamente ninguno se acordaron de mencionar la cultura”. En el centro de la diana situó al polémico ministro de Hacienda en funciones, figura clave para explicar la continuidad del IVA cultural en el 21 por ciento: “A mí me da igual que no bajen el IVA de los yates porque no tengo uno. Lo mismo le pasa a Cristóbal Montoro con la cultura”.
El rechazo hacia la gestión del Ejecutivo en la última legislatura resurgió cuando el repaso a las cintas nominadas se detuvo en la de Juan Miguel del Castillo, Techo y comida, al frente de cuyo elenco decidió poner a Natalia de Molina. “Nuestro cine también refleja las injusticias sociales. Dinero en Suiza, desempleo, desahucios, recortes… Hasta nos han dicho que los yogures caducados se pueden comer. ¿Nos dirán que lo mejor del pan de molde es lo verde? Y un piso de 30 metros cuadrados lo consideran una vivienda digna. ¡Eso es una plaza de garaje digna! Ha llegado un momento en que ya no queremos vivir por encima de nuestras posibilidades. Ahora solo pedimos techo y comida”, lamentó el conductor de la velada.
El gesto de Rovira se tornó más sonriente cuando, al hablar con Fernando León de Aranoa sobre Un día perfecto, le vino a la cabeza su tierra natal. Propuso una versión de esa película donde, en lugar de ir a la guerra, los protagonistas pasaran una jornada de playa en Málaga. “Pillas a Benicio del Toro y Tim Robbins y te los llevas a un chiringuito con un gazpachito y pescaíto. Así el título sería Un día de puta madre. ¡Los malagueños tenemos cuerda para rato!”, presumió.