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David Seijo



“Canté y bailé con mi sobrina la canción de ‘Frozen’ bajo la pantalla del cine”



Este gallego (Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, 1983) empezó la casa por el tejado, estudiando Pedagogía Teatral en la Universidad de A Coruña. Y al comprobar la magia que se escondía al otro lado, supo definitivamente que la suya era vocación de actor.
 
El éxito no se hizo esperar 
Hace un lustro que su rostro adquirió cierta popularidad entre millones de espectadores gracias a su Ramiro Medina en la apocalíptica serie El Barco. En ella permaneció durante las tres temporadas, que transcurrían en un mundo anegado por el mar. Había sobrevivido a la catástrofe porque embarcó junto a otros jóvenes en el buque escuela Estrella Polar, a bordo del cual descubría que quedaba a flote una isla donde refugiarse. En la larga singladura sin rumbo hacia ese pedacito de tierra se sucedían todo tipo de contratiempos: hambre, ciclones, una niebla tóxica, rescates de náufragos peligrosos, la caída de un avión, luchas contra extraños animales, un tiroteo, secuestros… Y él incluso tuvo tiempo de enamorarse de Estela (encarnada por Giselle Calderón). En Antena 3 compartió entonces elenco con Blanca Suárez, Mario Casas, Marina Salas, Guillermo Barrientos, Alba Ribas, Juanjo Artero o Neus Sanz.
 
   Pero su curiosa llegada a la pequeña pantalla se la debe a Eva y kolegas, la primera serie diaria en la historia de la TDT, emitida en 2008 por Neox para atrapar a una audiencia adolescente y aficionada a las nuevas tecnologías. Parte de su carácter rompedor residía en la interactividad, pues los espectadores decidían con sus comentarios virtuales el rumbo de las tramas. Sus capítulos de 10 minutos mostraban todo lo que la alocada protagonista filmaba cámara en mano: su relación con los hombres, con su peculiar pandilla, con las drogas… La rutina de un verano normal se iba al traste cuando su querida Cris se esfumaba, pero pronto aparecían vídeos de la chica secuestrada y maltratada, lo cual empujaba a Eva a averiguar su paradero. No imaginaba que la búsqueda avanzaría entre narcotraficantes, yonquis e incluso asesinatos, peligros que iban retratando a su amiga como una auténtica desconocida. A él le tocó poner cara a uno de los matones de un mafioso llamado El Santo.
 
 
 

 
 
   Un capítulo de Aída (Telecinco) sacó en 2010 su faceta cómica. Se puso entonces en la piel de un macarra que pasaba una noche de desenfreno con Lore (Ana María Polvorosa) tras conocerla en una fiesta a la que ella asistía como concursante olvidada de Gran Hermano. Llevaba tal borrachera que le había confundido con Cristiano Ronaldo, pero la realidad se imponía a la mañana siguiente, puesto que era él quien acababa celebrando la faena con una famosilla. El entuerto no quedaba ahí: como había confesado su suculenta conquista a Jonathan (David Castillo), Toni (Secun de la Rosa) y Fidel (Eduardo Casanova) para que la difundiesen y la prensa se hiciera eco, finalmente se veía obligada a admitir su error ante ellos. Peor aún le parecía defraudar a los vecinos que esperaban al futbolista en la puerta del portal, así que se apresuraba a diseñar una caracterización incapaz de engañar a la multitud.
 
   Este pasado septiembre le ofrecieron en su Galicia natal un nuevo proyecto televisivo, O Faro, cuyos capítulos diarios amenizan las sobremesas del canal autonómico TVG. Aunque el punto de partida era el tortuoso idilio entre dos jóvenes de familias enfrentadas, la humilde hostelera Lucía Peña y el acaudalado constructor Ricardo Muñoz, las tramas surgidas a lo largo de las cinco temporadas implican ya a numerosos personajes. Entre ellos el suyo, Xavier, un ensimismado ingeniero de carácter conservador. La excesiva importancia que le otorga al trabajo ha mermado sus relaciones, aunque pronto le ayudará a socializarse su hermano Gonzalo, con el que se reencuentra tras haberse criado separados. Ese reforzado vínculo fraternal con el cardiólogo y amigo de los Muñoz quizá le permita conocer también el amor…
 
Pequeñas joyas de celuloide norteño
Fue Xavier Bermúdez quien propició su salto a la gran pantalla en 2004 con León y Olvido, la primera película española que puso al frente de su reparto a un actor con síndrome de Down, donde Guillem Jiménez y Marta Larralde escenificaban la convivencia de dos hermanos huérfanos. Acoger al chaval después de que le expulsaran de varios centros de educación especial suponía una carga para ella, así que su único propósito era hacer de él una persona independiente, por lo que no dudaba en aparcar la habitual compasión para curtirle a base de escarmientos en ocasiones reprobables. Bermúdez volvió a dirigirle unos años más tarde en el largometraje Rafael, sobre un funcionario obsesionado con las mujeres, hasta el punto de dedicar buena parte de su jornada a seguir sus pasos por A Coruña. Pero solo le movía, al menos en principio, la curiosidad de observarlas a escondidas.
 
 
 

 
 
   Mayor repercusión alcanzó en 2013 la terrorífica Afterparty, sobre todo por presentar un cartel plagado de caras televisivas, desde Úrsula Corberó a Alicia Sanz pasando por Andrea Dueso. Dio vida entonces al perdedor Nico, siempre encantado de aprovechar las migajas que le dejaba la fama de su amigo Carlos (Luis Fernández), un ídolo entre los adolescentes tras liderar la serie Campamento sangriento. Una noche convencía para asistir a un apetecible fiestón de gente anónima, sin cámaras ni periodistas, pero incluso allí lograba desatar la euforia de las fans. Se acostaba con tres de ellas, que tramaban un macabro plan: fingían sus propias muertes a manos de un psicópata para horrorizar al actor, a quien grababan mientras tanto a fin de arruinar su carrera. La broma se les iba de las manos y provocaba una sucesión de salvajes apuñalamientos.
 
   Allá por 2008 inició su andadura por el corto con Cuando me recuerdes, una historia sobre lo complicado que resulta a veces encajar las rupturas sentimentales. El actor Alberto Zafra le fichó en 2012 para dar empaque a su debut como guionista y realizador, titulado 11 Once upon a time, en el que su personaje ayudaba a una mujer a recuperar a la hija que había dado en adopción 18 años atrás. Junto al mismo autor va a estrenar próximamente Libre de tasas, esta vez como un chaval que se enamora de una prostituta novata mientras se ofrece a los clientes en plena calle. La falta de dinero la ha abocado a ese oficio, y como él no busca sus servicios sexuales, termina haciéndole partícipe de su tormento.      
 
Un experto en amores imposibles
Este 2016 se cumple una década de su irrupción sobre los escenarios. Fue con Os berros do silencio, un texto de época que se ambientaba en la Costa da Morte en los años treinta, cuando el buque Nil se hundió a la localidad frente al pueblo de Camariñas con una valiosa carga. Numerosas familias corrieron a rescatar la mercancía para aliviar su precaria subsistencia y así conocieron productos tan exóticos por entonces como el champán. Esos hechos reales inspiraban el posterior idilio entre un tripulante senegalés del navío y una muchacha que dedicaba las tardes invernales al encaje de bolillos junto a sus vecinas.
 
   Su largo paso por el Estudio Corazza para el Actor le aportó experiencia teatral de tragedia en tragedia. La lorquiana Bodas de sangre le trasladó a la Almería rural a través de Leonardo, cuya irrefrenable pasión desencadenaba un cruento desenlace: a pesar de que estaba casado, no podía olvidar a la prima de su esposa y lograba llevársela consigo el mismo día de su enlace con un hombre bien posicionado, lo que enfurecía al ultrajado. El duelo a navaja entre los dos pretendientes se saldaba con la muerte de ambos. Aunque enmarcado en la exquisita aristocracia de Verona, no menos funesto le resultó el argumento de Romeo y Julieta, la obra más emblemática de las rubricadas por Shakespeare. Encargado de interpretar al hijo de los Montesco, la estirpe tradicionalmente enemistada con esos Capuleto a los que pertenecía su amada, antepuso los sentimientos a la propia vida. Y ella hizo lo mismo. El doble suicidio era fruto de un sino abyecto, podría haberse evitado, pero motivaba la reconciliación de las familias.
 
 

 
 
   De la mano de Consuelo Trujillo recreó en la Dama del mar el sosiego de un fiordo noruego, una quietud solo aparente, pues se rompía por la indecisión de una misteriosa mujer: debía escoger entre una vejez apacible al lado de su marido o la aventura de escapar con un marinero prófugo de la justicia a quien quiso en el pasado. Al final se imponía la opción más cabal. Precisamente la racionalidad brillaba por su ausencia durante la consolidación de la dictadura nazi en Alemania, un contexto que retrató a comienzos de 2013 en Terror y miseria del Tercer Reich, con el privilegio de tener entre sus acompañantes a Tamar Novas.
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Se acuerda del momento particular en que decidió ser actor?
− Tardé en tomar la decisión. El punto de inflexión fue estudiar Pedagogía Teatral en A Coruña, aunque en mi entorno lo veían venir desde muy pequeño.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− Comenté el tema con una profesora en el colegio. ¡Años más tarde aún me lo recuerda cuando voy a Galicia! Pero fue mi familia la que recibió la noticia de que aquello no iba a ser simplemente un hobby.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Irme a estudiar a Madrid, al Estudio para el Actor de Juan Carlos Corazza.
 
− ¿Cuál de los papeles que ha interpretado le ha dejado más huella?
− Mi Leonardo en Bodas de sangre, de Federico García Lorca. Y también el archiconocido Romeo de Shakespeare. Monté esas dos obras con Corazza y mis compañeros del estudio, y aunque fue un proceso largo, lo hicimos con mucho amor y respeto.
 
 

 
 
Si el teléfono dejase de sonar definitivamente, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− Trabajaría seis meses para ahorrar dinero y me lo gastaría en viajar otros seis. ¡La vida corre demasiado rápido y el planeta es muy grande!
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− Somos muchos y hay poco trabajo. Claro que lo he pensado. El problema es que ya estoy demasiado enganchado, me gusta esta forma de vida pese a que tenga tantos altibajos.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− En un par de cortometrajes que no voy a nombrar. En el fondo disfruto metiéndome en líos…
 
− ¿Cuál considera que es el principal lastre del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− No creo que tenga tantos problemas, sino al contrario, opino que cada vez es mejor. Más que soluciones, me resuenan conceptos como cultura, respeto, precios asequibles, bajada del IVA...
 
− ¿Cuál fue el actor o actriz que le conmovió por primera vez?
− No fue el primero, pero recuerdo constantemente la actuación de Javier Bardem en Mar adentro. Como buen gallego que soy, el filme me removió las entrañas.
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− No pertenece a una película, sino a la obra Bodas de sangre: “Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima”.
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
El Rey León, por mi sobrina. ¡Tenemos nuestras propias coreografías! Debo reconocer que Mufasa y Simba nos han dado unas tardes maravillosas.
 
− ¿Puede contarnos alguna anécdota divertida suya como espectador en un teatro o cine?
− Cuando vi Frozen con mi sobrina Izel. Como estábamos solos en la sala, nos cambiamos varias veces de butaca. Después me propuso cantar y bailar la canción de la película bajo la pantalla y acepté la invitación. ¡Por supuesto! 
 
 

 
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchado?
− Necesité demasiado tiempo para digerir Breaking Bad.
 
− ¿Cuál es la mejor recomendación que le ha dado alguien cercano para ejercer este oficio?
− “Paciencia y dedicación”. No me canso de recordar sabios consejos de maestros y amigos, así que no sería justo quedarme con uno solo. Ahora mismo me viene a la cabeza la palabra ‘acción’.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Suelo empatizar fácilmente con el mundo emocional de los personajes e intento alimentar el espíritu de búsqueda. Me considero además buen compañero de trabajo.
 
− ¿Y débil?
− A menudo la emoción no me permite ver con claridad la historia que hay que contar más allá del personaje.
 
¿Cómo titularía la autobiografía de lo que lleva vivido hasta ahora?
− “Apetecan”. Es una palabra inventada que utilizo con mis amigos para definir cualquier cosa que nos produce disfrute.
 
¿A qué lugar del planeta le gustaría teletransportarse mañana y por qué?
− Si el viaje fuera de ida y vuelta y me acompañasen mis amigos, no dudaría en marcharme mañana mismo a Tailandia. Me gustaría parar el tiempo en alguna de sus islas.
 
 
 

 
 
− ¿Qué canciones escogería para ponerle banda sonora a este momento?
− Varias veces a la semana me pongo el vídeo en el que Stevie Wonder y Ray Charles interpretan en directo Living for the city. Pero el momento actual de mi vida quizás pasaría por Mi gin tonic, de Andrés Calamaro.
 
− Ahora que no nos escucha nadie, ¿cuál es el próximo proyecto que se trae entre manos?
− Empiezo en TVG la quinta temporada de la serie O Faro. También participo en un largometraje del director David Valero.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Tengo ganas de trabajar con numerosos compañeros de profesión, aunque admito que siento debilidad por Javier Bardem.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− “Políticos y banqueros corruptos piden perdón casa por casa a todos los españoles. Pasarán 21 días en cada hogar para convivir con familias con problemas económicos”.
 
− ¿Qué otro período histórico elegiría para vivir?
− Los años cincuenta en EEUU. Así podría vivir una fiesta de fin de curso e iría a buscar a mi pareja de baile en el coche de mi padre [risas].
 
¿Con qué parte de su cuerpo se siente más satisfecho? 
− Con mi color de piel. ¡Me mantengo moreno todo el año!
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Trabajáis para defender nuestros derechos, ofrecéis siempre información de forma transparente, nos hacéis partícipes de todos los cambios en la entidad…
 

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