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El anecdotario de Javier Ocaña

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¡Qué éxito el de aquella película!


 

El rey campechano y libertino que amó hasta la muerte

   

La frenética vida amorosa de Alfonso XII sirvió para el lucimiento de Vicente Parra en dos melodramas monárquicos de enorme éxito... en plena dictadura franquista. Lo más divertido, los gags entre Cánovas y Sagasta en clave de comedia

     

            



JAVIER OCAÑA (@ocanajavier)

¿Dónde vas, Alfonso XII? había sido un gran éxito en el año 1958. Un melodrama colorista y lacrimógeno sobre el rey de la restauración borbónica, enamorado de su prima, casado con ella pese a la oposición de su madre, Isabel II –que había reinado durante 25 años y tuvo que abdicar y marcharse de España por el impulso revolucionario de La Gloriosa en 1868–, y que apenas unos meses después del matrimonio feliz vio morir a su amada, dos días después de cumplir esta los 18 años. Él era Alfonso XII y ella, María de las Mercedes de Borbón y Orleans.

 

Así que dos años después, conscientes los productores de que los acontecimientos reales posteriores tenían semejantes coordenadas melodramáticas, compusieron ¿Dónde vas, triste de ti?, esta vez con la dirección de Alfonso Balcázar (en sustitución del especialista en arrebatos románticos Luis César Amadori), aunque con el mismo insigne director de fotografía, José Aguayo, y con Vicente Parra como el rey. A la muy castiza Mercedes Vecino, con ademanes de barrio pese a ser Isabel II, la sustituyó María Fernanda Ladrón de Guevara, no menos espontánea, y se dio la casi risible curiosidad de que a Antonio Cánovas del Castillo lo volvió a interpretar el alicantino José Marco, aunque imprimiéndole un acento andaluz (Cánovas era de Málaga) que en la primera entrega había sido neutro.

 

Dos escenas míticas, la primera de la película de 1958 y la segunda correspondiente a su secuela, solo dos años más tarde


 

Aunque en cuestión de acentos, y de doblaje, quizá el momento más desconcertante se producía cuando la austriaca María Cristina de Habsburgo, segunda esposa de Alfonso y coprotagonista de esta segunda entrega, le decía al rey, en perfecto castellano, que su castellano no era demasiado bueno. Melodrama volcánico de impulso monárquico en tiempos de dictadura de Franco, la película está tan bien narrada como la primera, desaparecen las canciones y el toque musical (Paquita Rico había sido la intérprete de la fallecida María de las Mercedes), y brota con cierta gracia la política, con Cánovas y Sagasta expresando su turno pacífico en el poder entre conservadores y liberales con un gag recurrente de comedia, en el que se saludan con sorna en las escalinatas del Palacio Real cada vez que uno sustituye al otro.

 

Con todas las facilidades para filmar en el palacio y sus jardines adyacentes, ¿Dónde vas, Alfonso XII? mostraba su simpatía hacia las mejores virtudes históricas del rey (campechanía, estar al lado de su pueblo en tragedias como la epidemia de cólera en Aranjuez o el terremoto de Granada), y, con sutileza, trataba el peliagudo tema de sus amantes (dos cantantes de ópera), aunque sin hurgar en la herida: la reducía a una, la italiana Adela Borghi, y evitaba tratar su idilio con la otra, Elena Sanz, con la que tuvo dos hijos ilegítimos.

 

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