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El anecdotario de Javier Ocaña

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El expresidiario campeón de boxeo que quiso ser actor

 

Dum Dum Pacheco, hombre de vida turbulenta, tuvo una etapa fugaz delante de las cámaras. Sus memorias, ‘Mear sangre’, sirven para recordarlo

 

JAVIER OCAÑA (@ocanajavier)

Debutó en el cine en el año 1977 con una película de título bien explícito sobre su trama y sobre su coyuntura social: Juventud drogada, de José Truchado. Pero, para ese momento, José Luis Pacheco, alias Dum Dum, ya había sido campeón de España de boxeo, había pasado por la cárcel, sido legionario, formado parte de una pandilla de delincuentes de barrio madrileño, apodados Los Ojos Negros, que acabó apadrinando a un joven Camilo Sesto y velando por su seguridad, y escrito un libro de memorias, precisamente durante su estancia en prisión.

 

A los 16 años, Pacheco fue condenado a seis meses entre rejas. Algunas fuentes dicen que la razón fue el robo de un coche, con el que él y sus amigos acabaron estampándose justo antes de la detención. Otras, en cambio, que fue por robar en una farmacia a punta de navaja, y darse posteriormente de tortas por el reparto del botín con su compañero de fechoría. Lo que sí es claro es que, a causa de su mala conducta, de pegar a un guardia y de la ruptura continuada de los permisos penitenciarios, acabó pasando casi tres años en la cárcel. Al quedar en libertad se alistó en la Legión, y en esa etapa comenzó a pensar en el boxeo profesional, deporte en el que fue campeón de España del peso welter, llegó a ser número uno de Europa y estuvo entre los diez primeros en el ranking mundial de la categoría.

 



Desde su primera aparición en Juventud drogada, a medio camino entre el cine quinqui, la intriga social y el hippismo simulado, Pacheco, de rasgos duros, bigotazo y voz cavernosa, simultaneó el boxeo y el cine entre 1977 y 1982. Ocho películas con tres notoriedades: su presencia en la espectacularmente taquillera, y ahora mítica dentro de la cultura popular española, Yo hice a Roque III (Mariano Ozores, 1980); su papel protagonista en el western Chicano (1980), también a las órdenes de Truchado; y su desternillante sketch, como marido celoso, en To er mundo é güeno (Manuel Summers, 1982), para luego repetir en To er mundo é… ¡mejó! (1983), películas de cámara oculta con bromas a la gente de la calle, provocadas por el director y sus ganchos (como Pacheco), y antecedentes del programa televisivo Inocente, Inocente. Sin embargo, poco más dio de sí su carrera.

 

El libro de memorias de Pacheco, ahora con 72 años, de potente título, Mear sangre, acaba de reeditarse por empeño de Autsaider Cómics.

 

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