'El abuelo' galdosiano,
en versión de Cifesa
JAVIER OCAÑA
De la novela de Benito Pérez Galdós El abuelo se han realizado variadas adaptaciones en el cine español. La que casi todos los lectores conocen, dirigida por José Luis Garci en 1998 y protagonizada por Fernando Fernán Gómez, que llegó a estar nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. La versión de Rafael Gil, de 1972, bastante más desconocida, que trasladaba la acción del texto desde tiempos decimonónicos hasta la década de los treinta del siglo XX, con Fernando Rey como el altivo anciano que busca saber cuál de sus dos nietas es sangre de su sangre y cuál es una bastarda. Mucho antes, en 1925, se estrenó la versión muda del pionero José Buchs, que tenía una virtud incuestionable: era una obra muy bella, y silente, que trasladaba una novela asentada exclusivamente en el diálogo, algo dificilísimo.
Y pudo haber una adaptación más que no llegó a ver la luz por culpa de la censura. La literatura de Galdós, con un fuerte componente anticlerical, siempre fue vista por la dictadura como potencialmente peligrosa para sus ideales, algo que se confirmó en el año 1942, cuando la poderosa productora Cifesa, en principio afín al régimen, presentó un proyecto de adaptación de El abuelo rechazado. La razón fue tan firme como en realidad absurda: los censores querían eliminar uno de los grandes temas de la novela, el adulterio, que cometía la nuera del anciano y que era parte esencial del relato, pues llevaba al abuelo a la búsqueda de su nieta bastarda para apartarla de su vida. Si los genios de la censura adujeron esta razón para eliminar sin titubeos el proyecto, o no cayeron en la cuenta de que la película se tornaba imposible si se eliminaba el adulterio del guion, puede ser motivo de discusión. Lo que sí estaba claro es que Galdós, que fue diputado por la Conjunción Republicano-Socialista tras las elecciones de 1910, no era del gusto de la dictadura. El mismísimo Benito Perojo, en su adaptación de Marianela (otro de los textos del autor canario) en 1940, había tenido que eliminar en buena parte la crítica social que incluía la novela.