El futuro incierto del activismo LGTB
Esta convocatoria acercó hasta la Cineteca a más espectadores que ningún otro evento celebrado allí en 2017. Y Gerjo Pérez Mella advierte: “El sueño del festival es desaparecer. Incluso creímos que nos marcharíamos después de que Zapatero aprobara el matrimonio para todos. Pero en la ficción, como en la calle, siguen quedando tareas pendientes. ¡Queremos ver a un héroe del Oeste enamorado de alguien de su mismo sexo!”. El responsable recuerda el trofeo que se otorgó a aquella pareja de Hospital Central formada por las actrices Patricia Vico y Fátima Baeza. “Yo puse nombre a mis sentimientos gracias a la gran pantalla”, sentencia Velduque, antes de concluir: “A nosotros nos toca perder el miedo, pero importa más convencer a quienes están fuera”. Además, celebra la presencia del LesGaiCineMad en salas alejadas de la capital, como las de Rivas-Vaciamadrid. En la Fundación 26 de Diciembre, un rincón del barrio de Lavapiés para personas LGTB en la tercera edad, recalaron los pases de las cintas que generaron mayor polémica. Y después tenía lugar un coloquio entre activistas y espectadores.
“Los mayores son los más participativos del festival”, subraya Pérez Mella, algo desconfiado ante la disposición de los jóvenes a tomar el relevo en el activismo. “No lo han pasado tan mal como los de generaciones anteriores. Y también observo que solo aceptan las formas más lúdicas de trabajo. Recoger firmas o pegar carteles les cuesta”. A su lado asiente Germán de Heras, de 23 años, quien se encarga de la comunicación. El benjamín del equipo coincide con todos sus compañeros al considerar que la militancia debe buscar su propia extinción. Esa vocación distingue al LesGaiCineMad del gran entramado de locales de ocio nocturno, de los viajes y otros negocios pensados para este colectivo. “Nacieron bajo el abrigo del capitalismo y encuentran en la diversidad un provecho económico. Nosotros no”, remata el chaval. Llega la hora de que aparezcan en la gran pantalla los primeros fotogramas de Las heridas del viento. Pero antes de esas imágenes en blanco y negro y del soliloquio de Dani Muriel frente a la cámara, el aplauso es para los voluntarios que hacen posible el encuentro durante dos semanas.