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09-04-2018

EL OBJETIVO AMIGO

Nausicaa Bonnín, inmortalizada por Marta Mas

La actriz

Formada en la escuela Nancy Tuñón de su Barcelona natal, Bonnín tenía apenas 20 años cuando su carrera se convirtió en un torrente de trabajos. En 2005 saltó a la televisión con El cor de la ciutat, de TV3, en cuya pantalla repetiría éxito una década más tarde gracias a un idilio lésbico con Laia Costa en Cites. Su nombre se consolidó a principios de 2017 en las series de ámbito nacional, primero con las intrigas de Sé quién eres y después con Servir y proteger, donde durante numerosas tardes dio vida a una agente de policía. Pero sus mayores glorias se las debe al cine, que le brindó un debut junto a Najwa Nimri y Luis Tosar en Las vidas de Celia antes de sumar al currículum La vida abismal y Lo mejor de mí, títulos previos a dar la campanada de la mano de Tres días con la familia: por su papel protagonista en esa película de Mar Coll ganó la Biznaga de Plata en el Festival de Málaga, el Premio Gaudí, una nominación al Goya como actriz revelación… Desde entonces ha dado empaque a las inquietantes El cuerpo o Secuestro. E incluso en el mundo del cortometraje le acompaña el prestigio, como demuestran los parabienes por La inútil. Aunque es el teatro la principal fuente de su experiencia, pues de niña ya levantaba el telón. Rubén Ochandiano la reclutó en 2011 para su versión de La gaviota de Chéjov, José Luis Gómez la dirigió al año siguiente en Grooming y para Andrés Lima intervino en un montaje de Las brujas de Salem con Lluís Homar al frente del cartel, sin olvidar su condición de actriz fetiche para Carol López (L’efecte, Sunday morning).


Twitter: @nausicaabo   Instagram: @nausicaabo   Web: nausicaabonnin.wordpress.com


La fotógrafa

El amor de Marta Mas por la fotografía brotó antes de que tomara conciencia de su vocación. “A los seis años ya cogía la cámara de mi padre para retratar a mis familiares en las comidas. Posaban sin miedos, pues la mirada de un niño no juzga, contempla con curiosidad”, recuerda. Ese juego fue convirtiéndose en necesidad, pues el lenguaje fotográfico era el único con el que podía expresar lo que bullía en su interior. Seguía presente la misma inquietud de la niñez: “Decir verdades, sacar lo más honesto de las personas”. Del Bachillerato saltó a Filosofía, “no solo como formación, sino para construir un producto artístico con mensaje importante”. En tercero de carrera abrió un perfil en Instagram, y mientras crecían sus seguidores, recibió los primeros encargos. Autodidacta hasta ese momento, se matriculó en un curso de la escuela IDEP de Barcelona para paliar carencias en técnica avanzada. Hoy se dedica por completo a la imagen. “Llevaba tiempo con ganas de inmortalizar a Nausicaa”, admite, “porque tiene una mirada muy expresiva que no deja indiferente”. Mas eligió para realizar la sesión el piso de unos amigos, donde la puesta de sol pintaba el comedor con un estampado precioso al colarse por los huecos de la persiana. “No teníamos ni idea de qué saldría, pero la gracia es jugar, sorprenderse con lo que se da en cada momento. Pasamos una hora tranquila; las mejores verdades salen de la calma”, asegura.

 

Instagram: @leentrelineas


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