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26-02-2021

#ElFaroenAISGE

Una visión íntima y por escrito de las mejores entrevistas de Mara Torres en las madrugadas de la Cadena SER

 

Juan Echanove, un inconformista de la cabeza a los calcetines

 

“Mi padre me hizo esclavo de la ética, y eso te hace ir por la vida con una fuerza especial”, relata el actor madrileño, un hombre forjado entre el arrullo del mar y la sombra de un olmo soriano

 

 

MARINA GARCÍA DIÉGUEZ (@marinagdieguez)

@elfaroSER @maratorres_

Después de una carrera tan larga y prolífica, resulta imposible escuchar a Juan Echanove como si fuese la primera vez, como si estuviéramos conociendo a un nuevo personaje. Pero los descubrimientos a veces suceden.  Entre otras cosas, gracias a esta entrevista podremos saber de la relación de su familia con la de los hermanos Urquijo; o cómo despidió a su padre en el velatorio en un momento de intimidad y agradecimiento mientras peinaba su blanco cabello. Incluso nos percataremos, cada vez que flexiona las rodillas, de que asoman unos calcetines de mil colores. Esto último, además de impredecible, no se puede ver en el vídeo ni escuchar por la radio, pero puede contarse. 

 

Juan Echanove (Madrid, 1961; socio número 192 de AISGE) viste elegante, camisa clara y estampada, pantalón y zapatos de vestir. Camina por los pasillos de la octava planta de Gran Vía 32 con un ritmo especialmente pausado y entra en el estudio en el que conversará con Mara Torres sin ser aún él. Durante más de diez minutos decide llamarse Viajero Insomne para ocultar así su identidad, como manda la tradición en El Faro, el programa de madrugada de la Cadena SER. Aunque su voz, tan familiar y característica, habrá hecho imposible para muchos este juego de las ocultaciones.

 

No es casualidad que elija esas dos palabras: “Viajero insomne”. Echanove se reconoce como noctámbulo sin pesadumbres, encuentra en la quietud de la noche muchas certezas. “Me paso la vida viajando y duermo muy poco. Pero ya no me quedo en la cama para hacer tiempo. En el silencio de la madrugada dejas de mentirte a ti mismo. El ruido a veces camufla la realidad y lo que tenemos que asumir, pero en esas horas estás tú, la noche y la verdad”, añade. 

 



 

El actor visitará en los primeros minutos de esta conversación el mar, que lo conduce a la imagen de su padre salvando a un turista de ser tragado por las olas en una playa de Benidorm, y al impactante momento de justo después. “Me tiré detrás de mi padre. Me tuvieron que sacar del agua. Desde ese instante lo he temido, pero sé, sin duda, que terminaré mirando al mar”, reflexiona. Su infancia huele también a patatas fritas, y podría escenificarse en un viejo olmo soriano donde su tía jugaba a explicarles la vida a él y a sus hermanos. Aunque sus raíces son también vascas, se identifica de forma muy especial con ese hondo mundo castellano que puede explicarse con los versos de Machado. 

 

Echanove irá desgranando la historia de su vida con un tempo a menudo poético. Su carrera interpretativa se antoja casi imposible de resumir, pero esta vez hemos descubierto dónde se encuentra el punto de partida: recitaba en pijama para su primer público, que era su familia. Recuerda también, amparado por esta madrugada, su primer trabajo en televisión en Turno de oficio (1986/87), aquella serie de TVE que lo hizo conocidísimo. Y valora cómo, a pesar de aquella dulce experiencia y las muchas temporadas que vinieron luego con Cuéntame cómo pasó, su carrera haya pivotado siempre en torno al teatro. Es precisamente en Cuéntame donde el gran público suele ubicarlo: después de más de una década interpretando a Miguel Alcántara, su abrupta salida de la serie, que él también lamenta por las formas, se hizo muy sonada. 

 

Padre y representante (o casi)

La relación con su profesión se redimensiona, a nivel personal, cuando Echanove consigue hacer de su padre un fan, cuando se da cuenta de que su carrera ha echado a andar. La admiración hacia su hijo se materializa con un vuelco generacional: a partir de ese momento se dedicará a seguirlo y aconsejarlo en todo. “Fue casi como un mánager”,  recuerda el Gatopardo. Esa relación paternofilial se convierte en una constante de la conversación: Juan confiesa que cada día se ve más en su padre. El actor nos relata cómo fue la despedida el día que falleció: mientras peinaba su pelo en el velatorio, después de haberlo preparado para el adiós final, se dispuso a hablarle, al más puro estilo delibesiano, agradeciéndole el cariño de toda una vida. Y regala así a los oyentes la descripción de una imagen tremendamente evocadora.

 

Juan Echanove, en una imagen de diciembre de 2010 durante una entrevista para la revista ACTÚA (@Enrique Cidoncha / Archivo Fundación AISGE)

 

Pero en aquella conversación no había solo el agradecimiento de un hijo a su padre, sino mucha admiración verdadera haciaa su manera de pensar, de ver la vida. “Su herencia más valiosa fue el valor de la ética. Me hizo esclavo de la ética, y fue lo mejor que hizo por mí. Esto te hace ir por la vida con una fuerza especial”, explica con lágrimas en los ojos. Es el momento en que el ambiente se impregna de una magia especial, el cénit de la entrevista. Solo unos minutos antes acabábamos de descubrir que el progenitor compartió durante toda la vida mesa en un estudio de ingeniería con el padre de Enrique y Álvaro Urquijo, los fundadores de Los Secretos. Los recuerda interpelándose el uno a otro, con gracia: “¡Pues los hijos nos han salido artistas!”.

 

Y de hablar del padre a hablar del hijo. Echanove cuenta cómo sintió una conexión especial cuando su vástago anunció que dejaría la carrera para ser cocinero. Se vio a sí mismo tantos años atrás diciendo en casa que sería actor; sin discusión, estaba decidido. Supo que no podía más que sentirse orgulloso de él por intentarlo, se vio reflejado en esa determinación. Y el cariño se le escapa por la boca, se nota en la voz, en los gestos. Porque Juan Echanove está siempre a tiempo de sorprender: con una historia, con una manera de contar la vida o con unos calcetines de colores que buscan su sitio en unos mocasines y que podrían ser la metáfora perfecta de su inconformismo. 

 

Ahora mismo podemos verlo en La fiesta del Chivo, la adaptación dramática del texto de Vargas Llosa que detalla la historia del dictador Trujillo en la República Dominicana. Una demostración más de que, tal y como confiesa ante el micrófono de El Faro, acaba de cumplir 60 años y está “en el mejor momento” de su vida.

 

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