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29-11-2021

            

                   

#ElFaroEnAISGE

 

Una visión íntima y por escrito de las mejores entrevistas de Mara Torres en las madrugadas de la Cadena SER

 

 

 

 

 

Nathalie Poza, el significado más profundo de la esperanza

 

 

 

La vinculación con París, la pérdida de un padre al que adoraba, los esfuerzos denodados por ser feliz. He aquí la historia más íntima de una mujer que sucumbió a la anorexia y se ha reencontrado en la piel de otras

 

 

     

            

MARINA GARCÍA DIÉGUEZ (@marinagdieguez)

@elfaroSER @maratorres

Algo nos decía, antes siquiera de que la actriz Nathalie Poza empezase a hablar, que ya venía sin ninguna coraza. Lo notábamos en esa mirada punzante y amable con la que estaba sentada, dispuesta, ante Mara Torres. Es esta la conversación de un ser humano que se desnuda con sencillez. “Por conservar poco me cuesta hasta conservar los recuerdos”, dice, pero esta media hora da la vuelta a esta afirmación. Esta Gataparda no necesita más que escuchar el mar para esculpir su historia en la primera pregunta, cuando recuerda un revolcón dentro de una ola y cuando aprovecha, con una serenidad tiernísima, para decir que le gustaría terminar en el mar. “Lo relaciono mucho con la calma, pero también con el respeto. Quiero vivir mis últimos años en la costa, lo antes posible”, añade.


Ríe. Va vestida con una cazadora de cuero negra y una gorra, pero el blanco de la camiseta ilumina su cara. Es escuchar “Nieve en París” y todo se para. Podría ser el título de una película; igual es la suya.

 

“No sé, como si me lo debiera la vida”, dice Poza. Ella quiere volver a la capital francesa, de allí vienen sus raíces. Allí recuerda el invierno, el frío y el blanco y a su padre, que perdió hace unos años. Mueve los dedos, frota delicadamente las yemas con sutileza. Para ella, París es la navidad y aquellos años donde iba en familia y disfrutaba el vínculo creado, las raíces, el autodescubrimiento. Ahora que ya no lo hace –aunque deja entrever que en esa cuenta pendiente con la capital está un nuevo trabajo en marcha–, las navidades no son lo mismo para Nathalie Poza. La actriz, hija de artista, reconoce durante la conversación cuánto determinó su vida aquel ambiente. “Él tenía un amor inabarcable hacia el arte. Por eso nos dio la mejor educación del mundo: música, deporte… Nos abrumó de actividades para que tuviéramos todo para elegir”, relata.

 

Poza se llevó su primer Goya como actriz protagonista con la película No sé decir adiós (2017), de Lino Escalera. Un premio que, según cuenta esta madrugada a Mara Torres, fue especial como ninguno porque encerraba en su historia una vivencia que acababa de tocarle a ella: la muerte de un padre. "Mi padre sufrió un cáncer fulminante cuando tenía 84 años y recuerdo que me decía: 'Me viene mal morirme'. Era un hombre muy vital, que le gustaba la vida, y eso es lo más bonito que me ha dejado". Anota en un corte que esa noche suena en la radio la compañera de reparto Lola Dueñas: “La vida hay que cogerla como viene”. Nathalie lo secunda, se emociona con aquella historia que hablaba de ella. “La negación es lo peor, hay que aceptar la vida hasta cuando se va”, suspira. Y en esas lágrimas que asoman late toda la emoción del recuerdo y un viaje pendiente a París, que sobrevuela siempre su cabeza.



 

La música, como siempre, le sirve a Mara Torres para perfilar aún mejor a su invitada. Sabíamos de la admiración de Poza por Lou Reed, eso no era ningún secreto; pero sí era algo más desconocido y curioso el vínculo que mantiene con la canción Candy says. "Es mi autorretrato", resume. Le sugerimos que traduzca la letra mientras suena. Si el poder de contarse a uno mismo se pudiese condensar en estos casi cuatro minutos, nada mejor que esta Nathalie única que acompaña a Lou Reed. ¿En qué estarás pensando tú que me lees cuando te digo que una canción puede hablar de ti?

 

Esta letra –y su seudónimo– la acompañan al contar porque, cuando en este tema se habla de la poca identificación con uno mismo, siente que habla de ella misma. “Hubo un momento en el que me desconecté de mi cuerpo y sufrí anorexia", explica. “Cuando me preguntabas cómo he sido de niña… ¡Alegre! Pero luego me desconecto. No tiene que ver con que sea actriz. Aprendí que primero hay que tener compasión con uno mismo y luego salvar el mundo”, añade. En torno a ese momento amargo de su vida reivindica también ese deseo de vivir que, confiesa, le ha costado. “La profesión me ha ayudado a entenderme un poco mejor. Recuerdo que tenía una profesora que me decía: 'No sé hasta qué punto tienes la convicción de querer actuar'. Todo tenía que ver con la convicción de querer vivir”, añade.

 

 

“¿Tú dirías que atraviesas una etapa luminosa?”, pregunta Mara Torres. Poza responde: “Sí, si la cuido sí. Me agarro mucho. Aunque la pulcritud de la felicidad de las redes sociales me crispa, no me la creo”, añade. Esta es una Gataparda susceptible a la nostalgia que intenta cada día “hacer algo con eso”. “Hay momentos en que es difícil mantener tu luminosidad", añade. Esa declaración de intenciones realista no abandona su bondad y su delicadeza. Su tono cercano, amable. Su tono perfecto. Nos hace un último regalo: “Soñé en la pandemia que pilotaba un barco con muchísima gente que conocía, y otra que no. Llevaba el timón, el mar estaba muy bravo pero el horizonte era bellísimo. Las posibilidades eran infinitas”, añade. Pende del aire una cosa especial esta noche. Buscando la palabra justa, busqué a Almudena Grandes y encontré aquel artículo de abril en que decía: “Lo único que Pandora logró conservar para la humanidad fue la esperanza. No parece mucho, pero es un arma poderosa”. Esperanza era la palabra. Esperanza es Nathalie.

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