EmerGENTES
Germán Alcarazu, el talento natural
Muchas alabanzas ha cosechado este actor bilbaíno tras el estreno de ‘El doble más quince’. Porque en esa película logra estar a la altura de toda una estrella como Maribel Verdú
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
La magia de la película El doble más quince surgió del corto Caminan, ambos dirigidos por Mikel Rueda. Ya por entonces nos dimos cuenta de la química que había entre Maribel Verdú y Germán Alcarazu, actor nacido en la ciudad del Nervión en 1997. Su primer reto interpretativo se lo había brindado con solo 16 años el también bilbaíno Rueda en el largometraje A escondidas. Después se ha afirmado en este oficio gracias a las series La zona, Hospital Valle Norte y la reciente Perdida.
“Desde niño siempre quise ser actor, aunque lo veía como un sueño difícil de alcanzar”, cuenta Alcarazu. Aquel deseo se hizo realidad en 2013, cuando en su instituto convocaron un casting para A escondidas, la ópera prima de Rueda. “Tuve la inmensa suerte de ser elegido como uno de los dos protagonistas”, relata el joven, quien reside en Madrid desde hace cuatro intensos años. En ese tiempo se ha formado en cursos de los estudios de Juan Carlos Corazza o Laura Jou. “En aquella película de Mikel encarnaba a Rafa, un chico que busca su identidad sexual y no ser como los demás, sino como él quiere sentirse”, explica Alcarazu. Recuerda que compartió los focos con Álex Angulo en la que fue una de sus últimas cintas: “Sin conocerme de nada, se preocupaba de que estuviera bien y me preparara para la siguiente secuencia, era un hombre entrañable”.
Las buenas críticas al filme y a su labor en el Festival de Málaga serían su aval para participar después en algunas de las series más famosas de los últimos años. En su currículum lucen ya las citadas La zona (junto a Eduard Fernández y Emma Suárez), Hospital Valle Norte (con Alexandra Jiménez al frente del plantel) y Perdida (con Daniel Grao y Carolina Lapausa como protagonistas). “De todos estos intérpretes he aprendido mucho”, reconoce Alcarazu, que también ha intervenido en Las chicas del cable y va a aparecer en la anunciada Caronte (Roberto Álamo y Carlos Hipólito). "Estar al lado de estas grandes figuras es un aliciente, aunque soy consciente de que son pocos los intérpretes que pueden vivir de su trabajo”, reflexiona, pero a continuación aclara: “Tengo muchas ganas de seguir actuando y confiando en mis posibilidades pese a la dura competencia”.
Primera consagración
“En 2016 Mikel Rueda me llamó para hacer el corto Caminan, sobre la cita de un adolescente con una mujer madura en un lugar desolado a las afueras de la ciudad. Fue un gran honor compartir aquel primer encuentro con Maribel Verdú, a la que considero una maravillosa persona y una gran amiga”, declara Alcarazu. Mikel Rueda siempre pensó que Caminan era el preámbulo de una historia mayor: “Quería saber hasta dónde iba a llegar esa relación. Escribí el resto de la historia y les propuse a Maribel y a Germán que retomaran los papeles que tuvieron en el corto. Ambos aceptaron encantados”, señala el cineasta.
En El doble más quince Alcarazu es Eric, un chaval que trabaja en lo que le sale para poder ayudar a su madre. Entre esos trabajos está el de ofrecerse como prostituto, aunque todavía no lo ha ejercido. “Mikel y Maribel han conseguido que me sintiera cómodo interpretando este difícil papel”, comenta, sin rehuir la polémica que despierta el idilio de un chico con una mujer que podría ser su progenitora: “Estamos acostumbrados a ver en el cine y en la realidad relaciones de hombres maduros con 'lolitas'. Pero no se acepta de igual forma si sucede al contrario. En esta cinta nuestros personajes seres perdidos y llenos de dudas. Tratan de ayudarse mutuamente”.
Hace falta estar muy preparado y ser lo suficientemente bueno para aguantar un plano a una actriz de la talla de Maribel Verdú, para jugar a la vez con la inocencia y la insinuación como lo hace Germán Alcarazu en El doble más quince. Lejos ha quedado ya su debut en el cine con A escondidas, y desde entonces ha crecido mucho como persona y como actor. Nos gusta la actitud tranquila, despreocupada y natural que tiene ante la cámara, como si siempre tuviera tiempo para un gesto, para una sonrisa, para proponernos su tristeza y su alegría en ese viaje de sensaciones y colores de la película. Hace bien Mikel Rueda en confiar en Alcarazu, en el progreso de un intérprete que parece y es diferente.