Suena el teléfono en el piso de Villén del barrio de Campamento. “Será Antonio”. Pueden ser dos Antonios: Del Real, a cuyas órdenes empieza mañana a rodar una miniserie, El Clavo de Oro, y Resines, con quien lleva varios días sin encontrarse por teléfono. “Era Resines”, confirma Yolanda. Con el actor comparte en Telecinco la serie He visto un ángel, que regresa esta temporada.
– Parece que no está mal de trabajo…
– Saturado. No hay más remedio. Se paga tan mal que hay que multiplicarse. Estoy en El Clavo de Oro; en Prim, con Miguel Bardem y en Cuéntame, en capítulos sueltos.
– ¿Ha mermado el caché?
– De poco vale la trayectoria, el prestigio y los premios: de cuatro años para acá cobras el 60 por ciento. A veces se trabaja por el mínimo interprofesional. TVE no paga lo que pagaba por una tv movie. No hay dinero. Están intentando cargarse esta profesión. Sé que está todo mal, pero lo que está haciendo [el ministro de Hacienda] Montoro es impresentable. Los políticos nunca nos quieren. Solo quieren la foto. Sufrimos 40 años de dictadura y llevamos 40 años de transición. Se han enquistado. Viven como con Franco, pero, ahora, en dictaduras de partido. Les importamos una mierda todos. No hay más narices que multiplicarse.
– ¿Cómo se nota eso?
– Antes, con diez días de trabajo, podías vivir tres meses. Ahora, con diez días de trabajo, pagas un mes… si llega. Al 21 % de IVA hay que unir la negativa a pagar al ICAA la deuda… y la puñeta de perdonar a Toshiba, Sanyo… la deuda de la mal llamada “copia privada”. Somos el único país de Europa donde se ha condonado esa deuda: han perdonado 105 millones de euros. No han entendido qué es la cultura, y la cultura es la historia de los pueblos. Eso lo entienden bien los franceses y los americanos. El estilo de vida se ve en el cine. Montoro es un obseso.
– ¿Tener tres papeles en la cabeza puede crear problemas de personalidad?
– No, pero da vértigo. Aunque tengas uno. Como decía Alfredo Landa, los papeles más complicados son los que no tienen nada. Con el tiempo, llegué a la conclusión de que el actor debe estudiar, asumir la historia… y ya vendrá la magia. En ese momento, ninguna meditación ayuda. La psicología del personaje hace más.
– ¿Qué es lo que logra esa magia?
– El telón, la palabra “acción”, la iluminación, la ambientación, el decorado, Este es un arte de todos. La verdad o la mentira, la magia, empiezan ahí. Eso sí, debes ir muy preparado, con el texto aprendido para que fluya. No puedes ir “prestado”, que decimos en el argot. Un actor con el texto aprendido es un actor que lo parece, al menos. Aunque hay algunos…
– …que se quedan en eso.
– Muchos actores jóvenes que han triunfado en televisión y han ganado mucho dinero, pero porque han dado con grandes directores de actores. Una vez cometí el error de decir que un actor era muy malo. Me regañó un grande de la escena: “Nunca digas delante de mí eso: di que es flojito”.
– O sea, que un actor no puede ser malo.
– Un actor nunca es malo, por el riesgo que asume. Para riesgo, el de médicos salvavidas como esos que van a Nepal a operar de la vista a viejecitos ciegos por el sol. La nuestra es una profesión para distraer, no para salvar vidas.