Otro papel de bandera es el de Fernando Albizu, un camionero de mediana edad sin experiencia en noviazgos. “No hay trampa ni cartón en los personajes. Esa sinceridad que impregna la película te llega al corazón y te inunda de sensaciones”, opina Albizu, al que vimos en A cambio de nada, de Daniel Guzmán. El encanto, la juventud y el talento de Emilio Palacios ya quedó refrendado la anterior temporada en Los héroes del mal, de Zoe Berriatúa. “Además de profunda, Rumbos es divertida, y con unas historias de amor fantásticas”, expone este actor malagueño de 23 años.
Por si fuera poco un camión, una ambulancia y distintos coches, hay en el filme una secuencia en un autobús, donde nos deleitamos con el arte interpretativo de Nora Navas, cuyo último estreno fue La adopción, de Daniel Fejerman.
El ambiente de la noche
Autora de cortos tan celebrados como Pipas, Camas y Dolores, la murciana Manuela Burló maduró el proyecto de Rumbos durante ocho años. “Quería que transcurriera en tiempo real, en unas breves horas de una noche urbana. Quería hablar del amor, de su ausencia, de esa soledad que no podemos aguantar, del destino que juega con nosotros. En definitiva, del rumbo que llevas en tu vida”, reflexiona la directora y ocasional actriz de una cinta que se rodó el verano pasado entre Barcelona y Navarra. “La intensidad de la filmación ha sido brutal. El que sean nocturnas todas las secuencias dota a la película de un ambiente muy especial, íntimo e incluso un poco onírico. Los actores han absorbido la energía invertida cuando escribí el guion”, relata la cineasta.
Rumbos especula brillantemente sobre la cuestión fundamental que nos hace ser lo que somos: el amor. Ese sentimiento que nos hace vibrar, que nos hace sufrir y por el que pasamos muchas noches de insomnio o de felicidad. Con unos intérpretes poderosos, Burló se ha asegurado de que la comunicación con el espectador, el mensaje de afecto y entrega, sea el idóneo. Su esfuerzo merece recompensa.