Uno puede pensar que Cuesta ha alcanzado el olimpo de las intérpretes más cotizadas de nuestro país sin aparente esfuerzo. Lo cierto es que cualquier director quiere trabajar con ella. Javier Ruiz Caldera la llama para 3 bodas de más; Álvaro Fernández Armero la recluta para Las ovejas no pierden el tren, y Peris Romano se fía de sus dotes para la dramedia en Los miércoles no existen, donde canta con gran estilo (no está lejos el día que grabe su primer disco), lo que igualmente ha hecho en distintos momentos de La novia. “Me he entregado totalmente en este papel que me ha regalado Paula”, afirma la actriz andaluza y valenciana. “Conozco bien la obra de Lorca y ha sido un placer enorme, aunque con mucho esfuerzo, ser esta mujer que desencadena la tragedia”.
El bilbaíno Asier Etxeandia no se puede quejar. Si en Ma Ma (la película de Julio Medem) tenía de partenaire a Penélope Cruz, en la cinta de Ortiz le toca beber los vientos de Cuesta. “Soy el novio que ve cómo la mujer que ama elige, ha elegido siempre, a otro hombre. Es un personaje muy rico. Los celos, la locura que provoca el despecho, son un material de ensueño para un actor”, cuenta Etxeandia, el Raúl de la Riva de la serie Velvet.
Después de haber sido un sex symbol de adolescentes en las series Sin tetas no hay paraíso y Tierra de lobos, Álex García va a seguir alimentando esa fama castigadora por sus tórridas escenas con Cuesta en La novia. “Todo es bello y profundo en esta película. Es como un fogonazo de luz que te traspasa y lo único que puedes hacer es dejarte llevar por la pasión y el frenesí”, describe García, un imponente Don Juan en el reciente montaje de El burlador de Sevilla.
Acompañan perfectamente a este trío de gigantes Ana Fernández, una actriz con un temperamento dramático que sigue anonadándonos (su personaje en Solas, de Benito Zambrano, nos caló muy hondo); Leticia Dolera (intérprete y directora de la graciosa Requisitos para ser una persona normal), que como Fernández es un testigo inocente del odio que teñirá de rojo la cinta; y, entre otros nombres prestigiosos, Luisa Gavasa (De tu ventana a la mía, el anterior filme de Paula Ortiz), que logra sobrecogernos con su mirada llena de presagios negros hacia la nuera (Cuesta), como si esperase que en cualquier momento relucieran las navajas y confirmara un dolor antiguo que ya es todo su ser.