Siempre deslumbra Carmen Machi. Es como si el espectador supiera que hay una insondable verdad en cada uno de sus gestos, en sus miradas hoscas en las que amaga la sonrisa. “A Rosa le gustaría ser una persona más alegre y positiva, porque tiene un gran corazón, pero la vida no le ha dado más opción que endurecerse por dentro y por fuera”, dice Machi, la actriz que nos hizo reír en Ocho apellidos vascos y Ocho apellidos catalanes.
Desde la silla de ruedas en la que se mueve su personaje, la veterana Terele Pávez imparte, hasta arrebatarnos, todo un curso de genio interpretativo. “Es una mujer de carácter tormentoso, que pasa en un momento de la broma al agravio más hiriente. Es su forma de defenderse de una realidad sórdida”, explica Pávez, cuyo papel lo iba a asumir Amparo Baró; pero esta, sintiéndose ya gravemente enferma, pidió a la intérprete madrileña que la sustituyera. “Amparo siempre estará en mi pensamiento por esta magnífica oportunidad de trabajar con Machi en esta película maravillosa”, agradece la ganadora de un Goya por La brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia.
Nos deja boquiabiertos la espléndida transformación en un travesti que el bilbaíno Asier Etxeandia ha realizado en La puerta abierta. Es el contrapunto perfecto, lleno de gracia, para el duelo de colosas desatadas entre Machi y Pávez. “Mi personaje, aunque sea grande físicamente, es muy dulce. Ha sido estupendo que Marina pensara en mí para convertirme en este divertido transexual”, declara Etxeandia, uno de los protagonistas de La novia, de Paula Ortiz.
También destacan en La puerta abierta Sonia Almarcha (Juana, una vecina cotilla), intérprete de la serie Vis a vis; Paco Tous (exnovio de Rosa), que acaba de estrenar Cuerpo de élite, de Joaquín Mazón; y Mar Saura (policía), la Susana Torres de El Ministerio del Tiempo. Y no olvidemos mencionar a la pequeña Lucía Balas, en su debut en el cine, que convierte la existencia de estos seres desvalidos en un cuento de aventuras.