Sentimiento trianero
En Todo es de color suenan muchos de los grandes temas de la banda y colaboran músicos tan respetados como Raimundo Amador y Gualberto García. “Esta película significa mucho para mí, tanto a nivel personal como artístico. Y más por ser la décima de mi trayectoria, después de 40 años desde mi primer incursión en el cine, Manuela, en la que incluí En el lago, una de las más míticas canciones de Triana”, explica Gonzalo García-Pelayo, un hombre multidisciplinar, locutor de programas musicales, experto jugador de póquer e incluso apoderado de toreros. En 2012, Eduard Cortés filmó The Pelayos, en la que se describía el éxito que Gonzalo y su familia tuvieron en los años 90 jugando en los casinos de todo el mundo, observando y sacando partido de las imperfecciones de las mesas de ruleta.
“Siempre he pedido a los intérpretes que sean ellos mismos en mis películas. Mi hermano Javier no tiene que fingir nada para sentir la música y las vibraciones de Triana. Su mujer, Rosa Ávila, es una especie de huracán de naturalidad que desborda a cualquiera, como se demuestra en la secuencia inicial en el cementerio de Villaviciosa de Odón”, dice García-Pelayo, que también rodó en Campo de Criptana (Ciudad Real), Sevilla y en los Caños de Meca y el cabo de Trafalgar. “He dosificado los momentos más emotivos de la película, tratando de dar un descanso al espectador. Echo de menos en el cine actual ese respiro necesario para que una película no fatigue. Se busca siempre estar en lo alto de una montaña rusa, y eso no puede ser”, opina García-Pelayo, autor de las cintas Corridas de alegría, Intercambio de parejas frente al mar o Rocío y José.
Todo es de color combina magistralmente la ficción y el documental, la poesía y el buen rollo, la libertad y el amor, dejando que las canciones de Triana lleven casi misteriosamente el hilo conductor de la trama. Nos conmueven las imágenes y los sentimientos que García-Pelayo ha tejido en este gran homenaje al grupo andaluz, haciéndonos pensar en un concepto de lo verdadero, de la emoción instantánea que a menudo escasea en esta sociedad mercantil en la que deambulamos.