Ya acostumbrado a ser el foco de atracción, Mario Casas protagoniza con enorme solvencia y atractivo esta película en la que tiene que demostrar que puede ser muy duro pero también un hombre de ternura desarmante. “Viene de una familia desestructurada y ha tenido que hacerse a sí mismo. Poco a poco, se da cuenta del camino que quiere seguir. Otra cosa es que le dejen hacerlo”, afirma el intérprete coruñés, que acaba de rodar El bar, de Álex de la Iglesia.
Cualquier papel es excelente, válido, perfecto para Luis Tosar. Si hace poco le vimos asaltando un banco y poniendo en jaque a los corruptos de Cien años de perdón, de Daniel Calparsoro, ahora es un ser siempre dispuesto a la juerga y a traicionar a cualquiera, empezando por él mismo. “Pese a que se trata de un cantamañanas, hay algo en él que atrapa, y por eso tiene mucho éxito con las mujeres. Sabe también que puede contar con la ayuda de Toro para sacarle de apuros”, aduce el protagonista de El desconocido, de Dani de la Torre.
Les debemos a jóvenes directores como Javier Rebollo y Carlos Vermut el que José Sacristán haya recuperado ese primer plano de la actualidad del que parecía ausente hace unos años. A los éxitos de El muerto y ser feliz y Magical Girl hay que añadir portentosas actuaciones teatrales como la de Muñeca de porcelana, original de David Mamet. “Es la primera vez que hago un personaje con tan malas intenciones como el de Romano. Quizá pueda tener algún atenuante a un comportamiento siempre malvado, y es el afecto que siente en el fondo por Toro”, comenta Sacristán.
Los personajes femeninos son igualmente trascendentes en Toro. Ingrid García Jonsson (Hermosa juventud, de Jaime Rosales) es la novia de Toro/Mario Casas; la onubense Luichi Macías (en la serie Mar de plástico) encarna a Tita; y la niña Claudia Canal es Diana, hija de López. “Son todas ellas el lado luminoso de la película, la esperanza en un entorno brutal que obliga e ejercer la violencia”, resalta Maíllo, que se ha apoyado en un guion de Fernando Navarro (Anacleto, agente secreto) y Rafael Cobos (La isla mínima).