El vitoriano Karra Elejalde está en el momento más dulce de su carrera tras sus dos Goyas al mejor actor de reparto por También la lluvia (Icíar Bollaín) y Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez-Lázaro), que le hizo inmensamente popular junto a esa secuela titulada Ocho apellidos catalanes. “Al estudiar su papel en La higuera de los bastardos, Karra creyó que lo escribí para él, y lo cierto es que pensé enseguida que sería el actor ideal, lo cual ha demostrado con creces durante el rodaje”, explica Murugarren.
Carlos Areces es otro intérprete con el que cuentan todos. Hemos comentado últimamente sus estupendas actuaciones en Solo se vive una vez (Federico Cueva) y Algo muy gordo (Carlo Padial). “Encarna a Ermo, un tipo ruin y desagradable que él convierte en una caricatura de la que nos reímos a mandíbula batiente”, señala la directora.
Conocida por producciones televisivas como El incidente o Tu cara me suena, la murciana Pepa Aniorte se pone en la piel de la confidente del falangista ermitaño. “Pepa es Cipriana, la mujer del alcalde franquista, que maneja a los hombres como quiere. Creo que hace uno de los mejores trabajos de su carrera”, opina Murugarren. El marido de Aniorte en la ficción es Jordi Sánchez, quien protagonizó en verano Señor, dame paciencia (Álvaro Díaz-Lorenzo). “Mi personaje es un hombre feliz, o así lo piensa él, al quedarse por el morro la gran casa de un fusilado. ¡Siempre tengo que hacer de reaccionario!”, exclama entre risas Sánchez, en alusión a su también rancio Antonio Recio de la serie La que se avecina.
Otro papel de relevancia es el que intrepreta Mikel Losada, el jefe local de los falangistas, que no está en absoluto dispuesto a rasgarse las vestiduras por los actos cometidos. “Me gusta mucho trabajar con Mikel. Lo hace todo bien”, anota la cineasta sobre un actor popularísimo en la pequeña pantalla gracias a Cuéntame. En el celuloide ha intervenido este año en El guardián invisible (Fernando González Molina).
No nos resistimos a destacar también la colaboración de Ramón Barea en el papel de don Eulogio, un cura carlista que “no mata, pero no por falta de ganas”, según afirma en la película el personaje del actor bilbaíno. “Aunque no nos guste la memoria histórica, siempre es importante. Quizá para evitar que se repitan episodios de los que no nos enorgullecemos”, expone Barea, quien tiene en su palmarés el Premio Nacional de Teatro.