Las ‘voces’ de la Costa da Morte
Sicixia es el sexto largometraje de Ignacio Vilar, que con su anterior trabajo, el citado A esmorga, obtuvo una nominación al Goya al mejor guion adaptado, la primera vez que una película en gallego recibía una candidatura a los premios de la Academia. “Mi intención con Sicixia es hacer un cine natural, espontáneo, arriesgado y vanguardista. Es una película voluntariamente periférica”, expone el realizador, Premio da Cultura Galega 2015, que admite como referencias obras tan incombustibles como Tabú, de Friedrich Murnau; El eclipse, de Michelangelo Antonioni; o En la ciudad blanca, de Alain Tanner.
“Siendo el sonido uno de los protagonistas indiscutibles de la película, podríamos decir que es una historia para ‘escuchar la vida de la Costa da Morte’. Sonidos inconfundibles como el del mar, el viento, las aves, los acentos, la puja en la lonja o los encajes de Camariñas, entre otros muchos”, reflexiona Vilar, que además de en Camariñas rodó en los concellos de Fisterra, Muxía, Cabana de Bergantiños... y en Sabucedo (Pontevedra), donde, para el prólogo de la cinta, filmó imágenes de la célebre Rapa das Bestas.
El ingeniero de sonido que encarna Monti Castiñeiras encuentra por primera vez al personaje de Marta Lado surgiendo literalmente del mar, portando algas que venderá a restaurantes de primer nivel. El cineasta describe este encuentro de forma muy poética: “Las cámaras de Sicixia se sumergen en las aguas de un bosque animado de algas, de las que una Leda, fémina seductora vestida de neopreno, emerge para enamorar al cisne [Castiñeiras], un Zeus derrotado frente a la descomposición de un mundo decrépito en el que ya no cree”.
Sicixia, a través de una vehemente historia de amor, nos introduce en las leyendas fascinantes de naufragios, vida dura de buenas gentes y lirismo de la Costa da Morte. Vilar nos avisa de que la relación de los amantes no va a ser posible, sintiéndose amenazados por algo o alguien imprecisos. De rondón, extrañamente, notamos durante el metraje que la tierra y el mar de Fisterra nos va poseyendo, que oímos muy dentro los sonidos quedos o tempestuosos de aquellos parajes en este sensual y fatalista filme.