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02-12-2015


Los estrenos del 4 de diciembre




‘Techo y comida’




LA SOLEDAD DE UNA MUJER SIN HORIZONTE
 
 

 
 
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
Si ya sabíamos que Natalia de Molina era una gran actriz de comedia, ahora en Techo y comida comprobamos que posee la misma excelencia en un drama de altura como este. Es la ópera prima del jerezano Juan Miguel del Castillo y fue muy aplaudida en el festival de Málaga, donde se alzó con los premios a la mejor intérprete, película novel y el galardón del público.
 
   De Molina es Rocío, una mujer joven con un hijo de ocho años que ya no sabe qué hacer para encontrar trabajo. La deuda acumulada del alquiler del piso, la amenaza de desahucio y la atención que requiere su pequeño la van metiendo en un callejón sin salida, cada vez más oscuro y solitario.
 
 

Natalia de Molina, protagonista absoluta de la cinta

Natalia de Molina, protagonista absoluta de la cinta

 
 
   “Nunca había hecho un papel tan importante”, dice De Molina, que a todos nos enamoró en Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, Goya a la mejor intérprete revelación. También la hemos visto recientemente en las agradables Cómo sobrevivir a una despedida, de Manuela Moreno, y Solo química, de Alfonso Albacete. “Soy una actriz a la que le gusta desconectar cuando acaba la sesión de rodaje, pero en este caso ha sido muy complicado, porque la situación que vive Rocío era tan dolorosa que apenas me dejaba dormir”, explica emocionada esta estrella de 25 años que en la última Berlinale recibió el European Shooting Star, prestigiosa distinción que recompensa a los talentos emergentes del cine europeo. Con total merecimiento, añadimos nosotros.
 
   Una actriz tan experimentada como la pacense y sevillana de adopción Mariana Cordero apoya la interpretación de De Molina en el papel de una vecina que comprende casi sin palabras por lo que está pasando el personaje central. “No hay trampa ni cartón en Techo y comida. Todo el mundo sabe cómo están las cosas en España y, pese a no contar con ayudas oficiales, es maravilloso que esta película exista y denuncie con tanta fuerza los apuros de la gente”, comenta Cordero. Su última aparición en pantalla fue en Blue Lips, de Nacho Ruipérez, entre otros realizadores. También la recordamos en la miniserie de Benito Zambrano Padre Coraje.
 
   Otras actuaciones destacadas en el filme (rodado en Jerez de la Frontera) son las de Gaspar Campuzano (el dueño del piso de Rocío), Premio Nacional de Teatro en 2010 con su grupo La Zaranda; Manuel Tallafé (proporciona un trabajo cutre a la protagonista), que ha intervenido en muchas de las películas de Álex de la Iglesia; y el niño Jaime López, seleccionado para ser Adrián, el hijo de De Molina en el filme, en un casting de más de 150 chavales. “Hemos tenido una relación muy bonita durante el rodaje, como si de verdad fuéramos madre e hijo”, revela De Molina.
 
 

De Molina, Mariana Cordero y el niño Jaime López

De Molina, Mariana Cordero y el niño Jaime López

 
 
La vecina de al lado 
“La semilla para el guion de Techo y comida surge en el año 2012, al reconocer, en un reportaje de televisión sobre la crisis económica, a una antigua vecina que vivía sola con dos niños, sin recursos y sin ningún tipo de ayuda familiar ni administrativa, encontrándose al borde del desahucio. Quedé muy impactado”, cuenta Juan Miguel del Castillo, que en 2007 triunfó con el corto Rosario, protagonizado por Asunción Balaguer, en el que ya mostraba el interés social que despliega en su primer largometraje. “Una de las cosas más indignantes de lo que sigue sucediendo a decenas de miles de personas en España es que hacen creer los que tienen la sartén por el mango que esos ciudadanos tienen la culpa de su pobreza, casi obligándoles a llevar en silencio su drama”, subraya el cineasta.
 
   Mientras parecen sonar en sus oídos las campanas de una inminente nominación a la mejor actriz en los Goya, Natalia de Molina admite su deuda con el realizador. “De él he aprendido que hay que estar más relajado con el personaje que haces. Juan estaba siempre muy pendiente de mí y sabía cómo perfeccionar cada secuencia. Aparte del trabajo exhaustivo en la preparación de la película, no desprecia la espontaneidad; si en un momento dado del rodaje había un gesto o algo que le gustaba y no habíamos contemplado, en seguida lo incorporábamos a la historia”, explica la intérprete, cuyo próximo estreno será Kiki, el amor se hace, de Paco León.
 
   Techo y comida no hace ninguna concesión a la galería. Es un relato que nos golpea con contundencia hasta que gritamos contra este drama de la miseria y el paro, lacras sociales para las que no se atisban soluciones. Y si nuestro clamor no vale, querríamos al menos abrazar de verdad al personaje que borda De Molina y señalar con un dedo furioso a los que han provocado este obsceno caos. 
 

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