twitter instagram facebook
Versión imprimir
02-03-2016


Los estrenos del 4 de marzo



‘Cien años de perdón’



LOS BUENOS Y LOS MALOS
 
 

 
 
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
Si hay algún director español que podamos considerar experto en thrillers, ese es sin duda el donostiarra Daniel Calparsoro. Dota a todas sus cintas de una peculiar garra, manteniendo el pulso, la medida entre la contundencia y el humor. Esas cualidades están presentes en Cien años de perdón, donde no permite en la hora y media larga de metraje que el espectador pestañee ni un momento ante la sucesión de graves acontecimientos a los que asistimos.
 
   En una mañana lluviosa de Valencia, un grupo de enmascarados irrumpe en la sede central de un banco amenazando con sus armas a empleados y clientes. Rápidamente se apoderan del dinero que hay en la cámara y abren las cajas de seguridad. La directora de la entidad (Patricia Vico) avisa a uno de los atracadores (Luis Tosar) que en una de las cajas hay un disco duro que contiene información sobre una trama corrupta de políticos. El otro jefe de los ladrones (Rodrigo de la Serna) ya conocía la existencia del disco, con lo que estallan las disensiones entre ellos. Mientras, la policía, que rodea el edificio, permanece a la espera de que las altas instancias decidan qué hacer.
 
 

Luis Tosar

Luis Tosar

 
 
   Luis Tosar parece un hombre sin suerte en este protagonista de Cien años de perdón. El caparazón duro que muestra apenas esconde un romántico incurable incapaz de decir no al amor. “En la banda están todos bastante exaltados menos mi personaje, El Gallego. Atracar un banco no es una cosa muy tranquila. En este sentido un gallego en tu vida siempre viene bien. Lo malo es el problema que tiene con las mujeres”, comenta, divertido, el actor lucense, reciente aún su trepidante actuación en El desconocido, de Dani de la Torre.
 
   La madurez de un intérprete se prueba con los retos autoimpuestos en una carrera ya consolidada. Ese es el caso de Raúl Arévalo, cotizado comediante de filmes como Las ovejas no pierden el tren, de Álvaro Fernández Armero, pero también excelente en su nada risueño papel de La isla mínima, de Alberto Rodríguez. Calparsoro le ha proporcionado un rol frío, calculador, de ejecutivo importante que puede mover montañas y voluntades con una escueta orden desde su móvil. “Un gran acierto de la película es el momento en que los atracadores se quitan la máscara y traspasan, por así decirlo, su maldad a las autoridades, que ya parecen estar al otro lado de la ley”, señala el de Móstoles.
 
   Después de su participación en el potente drama Felices 140, de Gracia Querejeta, Marian Álvarez se ha embutido aquí en el traje chaqueta de una funcionaria del Estado que intenta no ser cabeza de turco por los pecados de otros. “Ella va por delante de los acontecimientos. Como no le quieren contar todo lo que está sucediendo, toma sus medidas aunque duda hasta el último instante”, resume Álvarez.
 
   No menos sustanciosas son las intervenciones de Patricia Vico (Perdona si te llamo amor, de Joaquín Llamas); Luis Callejo (negociador de la policía), a punto de estrenar Kiki, el amor se hace de Paco León; y José Coronado, en la piel de un coronel de la Guardia Civil que no acata el reglamento y al que le trae sin cuidado su reputación con tal de que los trapos sucios de los jerarcas se laven a su modo. “Se pone de manifiesto en personajes así que la maldad por excelencia es casi siempre de cuello blanco”, resalta el ganador de un Goya.
 
 

Raúl Arévalo y José Coronado

Raúl Arévalo y José Coronado

 
 
Los motivos de un ‘thriller’
Lo tenía difícil Daniel Calparsoro, tras las excitantes Invasor (2012) y Combustión (2013), para encontrar otra historia igual de atractiva y tensa. “Lo importante en la película es el miedo a que alguien pueda desvelar tus secretos y sepan lo que has hecho. Algo que desde luego te perjudicará seriamente en tu vida”, explica el cineasta, que rodó la cinta entre Valencia, Gran Canaria y Buenos Aires. Argentina participa en la producción y del país austral son los actores que acompañan a Tosar en el atraco al banco: Rodrigo de la Serna, Joaquín Furriel y Luciano Cáceres. “Filmamos en Buenos Aires en diciembre, ya en pleno verano. Inundamos una estación en obras del metro, donde transcurre una de las secuencias más impactantes de la película. Tanto técnicos como actores lo pasamos un poco mal con tanta agua”, recuerda el realizador vasco, cuyo primer filme, Salto al vacío, con Najwa Nimri, se remonta a 1995.
 
   Cien años de perdón comienza en la cima de una montaña rusa de sensaciones con el propósito de provocarnos la angustia de observar a unos hombres dispuestos a todo para llevarse un botín que les cure las heridas de los fracasos pasados. Pero Calparsoro, ambiciosamente, también retrata a otros tipos con mejor suerte y crédito social que, al menos, son tan delincuentes como ellos. A buen ritmo, la película narra el combate de esos dos ambientes, y los que quedamos noqueados somos los espectadores. Reconozcamos aquí que la pelea ha merecido la pena.
 

Versión imprimir