Junto a García Millán no tardamos en encontramos a su fiel esposa, Silvia Abril, a quien le cuesta cada vez más cerrar los ojos a sus múltiples abusos. “En Vulcania hay muchas subtramas que completan el retrato de un pueblo en el que se agrieta el poder que ejercen unos pocos”, dice la catalana, parte del reparto de Anacleto, agente secreto (Javier Ruiz Caldera).
Más crítica, pero también sometida al indiscutible líder, Ana Wagener. Compone uno de esos personajes fuertes e inteligentes a los que nos tiene acostumbrados en cintas como La voz dormida (gracias a la cual ganó el Goya en 2012). “En esa sociedad que recrea José [Skaf] veo un paralelismo con lo que está sucediendo en España. Nos quieren hacer creer que la cultura no importa, que da igual que el ciudadano tenga una opinión y piense por sí mismo”, reflexiona.
Además de la participación de Rubén Ochandiano o Jaime Olías, hay que destacar por último el cometido de José Sacristán. Es literalmente la voz de su amo: la de García Millán. Recita gravemente el evangelio del metal y el fuego, hipnotizando a los habitantes sin alegría de esta fragua posindustrial. El de Chinchón también percibe una mirada crítica en Vulcania. “No es cine político, pero se posiciona en contra de la injusticia”.