El resto de papeles importantes lo incorporan Priscilla Delgado (El mal que hacen los hombres) y Blanca Parés (El secreto de Puente Viejo), niña y adulta Antía, la hija de Julieta; Michelle Jenner (Tenemos que hablar) es Beatriz, la mejor amiga de Antía; Nathalie Poza (Carlos, Rey Emperador) en el rol de la directora de una sospechosa casa de reposo; Joaquín Notario (la serie El incidente) es el padre de la protagonista; Pilar Castro (El tiempo de los monstruos) encarna a la madre de Beatriz; y, por último, Rossy de Palma (habitual en el cine de Almodóvar), que compone con brío una sirvienta de armas tomar, logrando ponernos en tensión y, al mismo tiempo, dejar unas gotas de humor que nos libera un tanto del clímax dramático de la pantalla.
Balance de una época
Para escribir el guion, Pedro Almodóvar se ha inspirado en tres relatos de la premio Nobel Alice Munro: Destino, Pronto y Silencio. “No es fácil poner en imágenes la literatura portentosa de la escritora canadiense. Ella suele hablar de la familia, algo para mí esencial, pero la institución anglosajona no es en absoluto la misma que una familia mediterránea. Esta película debía ser la primera que hiciera en inglés, pero como no lo vi factible, al traerla a España, los personajes son mucho más míos que de Munro”, reflexiona el director dos veces ganador del Óscar.
Con Almodóvar hemos compartido casi cuatro décadas en las que España (y Madrid, la ciudad en la que sitúa gran parte de su cine) han cambiado de arriba abajo. Julieta funciona, también, como un balance de ese tiempo pasado. “La chispeante Adriana Ugarte de los ochenta con la que comienza la película va acumulando problemas y heridas que hacen mella en Emma Suárez, su encarnación más adulta. Aquella alegría de la Transición se ha ido perdiendo, es cierto, pero hay cosas que funcionan muy bien en el país que tenemos ahora”, recalca el cineasta, que rodó, además de en Madrid, en Redes (A Coruña) y Fanlo (Huesca).
Todo converge en esta nueva obra de Almodóvar para que gocemos de un drama que resuena profundo en nuestra alma, en el que los rostros de Emma Suárez y Adriana Ugarte se nos quedan prendidos en las pupilas. Cuando concluye el filme, queremos saber más de esta historia catártica. Por eso, quizá Julieta sea una de esas películas que no importa verla una, dos, tres veces...