El castigo de la madurez
Las menores oportunidades que encuentran las artistas a la hora de optar a un papel disminuyen aún más conforme su edad avanza. Este estudio permite confirmar la idea de que, para que una mujer ocupe un puesto destacado en un plantel, es preferible que sea joven. En los 143 filmes españoles analizados durante 2014 se contabilizaron 85 protagonistas encarnados por menores de 35 años. Los protagonismos ya se redujeron a menos de la mitad (fueron concretamente 42) en la franja de entre 35 y 44 años: 28 de ellos fueron masculinos y 14 femeninos. Justo el doble. Esa brecha fue acrecentándose en la franja de edad de 45 a 64 años (con 23 actores con personajes de máxima relevancia y solo cinco actrices en la misma categoría) y hacerse con un protagonismo resultó directamente imposible para las mujeres por encima de los 64. Y es que en la muestra analizada no hubo aquel año una sola actriz de esa edad con un papel de esas características, pero tres hombres sí que recibieron ese inusual encargo. En 2015 el panorama empeoró para las intérpretes más jóvenes (entre los 35 y los 44 años apenas se registró un 25% de protagonistas femeninas), aunque paradójicamente mejoró para las de los rangos etarios superiores: por lo menos hubo una artista mayor de 64 con rol protagónigo, y en esa categoría el número de personajes masculinos cayó a solo dos. 2016 volvió a traer buenas noticias para las profesionales en la madurez, especialmente para las de entre 45 y 64 años, pues su raquítica participación del 19% en la máxima categoría interpretativa durante 2015 se elevó luego a un 34%. Aun así, el 76% de todas las intervenciones protagónicas a partir de los 45 correspondió en el trienio a hombres, con más de un 80% en el grupo de 64 años en adelante.
El sangrante desequilibrio que perjudica a las artistas maduras afectó también a los personajes con protagonismo compartido o coprotagonistas en cine a lo largo de los tres años del estudio. En 2014, las mujeres de entre 35 y 64 años acapararon únicamente el 32% de los papeles pertenecientes a esta categoría, frente a un 67% para hombres de esa horquilla de edad. El anterior porcentaje descendió al 29% en el caso de las mayores de 64. El panorama se repitiría en 2015, aunque se percibió una pequeña mejora: la de las actrices desde los 35 hasta los 44 años, cuya cuota en roles coprotagónicos se incrementó hasta rozar el 40%, una proporción idéntica a la de sus compañeras menores de 35. En 2016 se produjo una mejora generalizada. Y es que por primera vez, las féminas menores de 35 con personajes coprotagonistas en largometrajes superaban con un 55% a sus coetáneos, que recibieron el 45% de esos papeles. Y hubo ocho actrices por encima de 64 años en este rango de relevancia, casi a la par que actores, quienes consiguieron apenas nueve apariciones. El balance en este segundo escalafón de los elencos cinematográficos es más positivo para las profesionales mayores: a partir de los 45 aglutinaron el 31% de las intervenciones y, una vez cumplidos los 64, llegaron a un 36%.
El equilibrio de sexos por debajo de los 35 años se mantuvo intacto durante todo el período en lo que a personajes secundarios se refiere. Mitad hombres, mitad mujeres. Pero una vez se sobrepasa esa edad, la desigualdad se torna clamorosa. Sorprende en esta categoría interpretativa que la brecha entre unos y otras sea más acusada entre los 35 y los 64 años, momento a partir del cual se suaviza ligeramente pese a constituir el grupo de más edad. Quizá porque en los roles con menor presencia en la pantalla no prima la juventud y belleza que sí se espera de los protagónicos. La horquilla peor parada en el lapso 2014-2016 fue claramente la comprendida de los 45 a los 64: año tras año las intervenciones secundarias se distribuyeron en torno a un 70% para el género masculino y un 30% para el femenino. Ya en la tercera edad, aproximadamente el 42% de las actuaciones correspondió a mujeres.
Por último, en el caso de los intérpretes de reparto en filmes, el panorama volvió a ser el mismo. En primer lugar, prácticamente se mantuvo la paridad entre mujeres y hombres por debajo de los 35, aunque con mayoría femenina en 2016: ellas representaron el 53% de este tipo de personajes y ellos se ocuparon del 47%. En segundo lugar, la distancia entre actores y actrices se amplió en las franjas desde los 35 a los 44 años y desde los 45 a los 64, con hegemonía masculina. El mejor dato del trienio para las artistas de dichas edades en papeles de reparto fue del 41% y se registró en 2014. Nuevamente llama la atención la progresión positiva de las mayores de 64 años, que pasaron de apenas un 35% de las interpretaciones en 2014 al 49% en 2016. Es decir, que el año pasado hubo equilibrio entre ambos géneros en los grupos más joven y más mayor, pero en conjunto... la presencia de mujeres en esta categoría de los elencos no sobrepasó el 37%.