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FUERA DE CAMPO

Aquellos maravillosos años

 ELISA FERRER

Ilustración: Luis Frutos

 

Qué lejanos aquellos tiempos en los que no teníamos Filmin, ni HBO, Netflix, ni Movistar, tiempos en los que la palabra plataforma poco tenía que ver con el cine, con venga, vamos a vernos un capítulo antes de dormir, con este finde sofá y mantita. Tiempos en los que las series tenían un día y una hora de emisión, las interrumpían cortes publicitarios (los recuerdo eternos, inoportunos), la palabra spoiler no existía en nuestro vocabulario, había que fijar cita con la tele, ese aparato que por aquel entonces se imponía a nuestros deseos, los dominaba, y qué importaba que nos apeteciera ver un capítulo; si la serie se emitía el domingo, se veía el domingo, y nos aguantábamos, y esperábamos, y el deseo, a veces, tenía la magia de convertir lo que sucedía a través del tubo de rayos catódicos en mejor. Tiempos de Twin Peaks, de Laura Palmer en los anuncios con su rostro amoratado bajo el saco de plástico, del enano bailando sobre el suelo blanquinegro frente a las cortinas rojas. 

 

Qué lejanos también aquellos años que vinieron después, cuando empezaron a producirse series que nos tenían sin dormir, que se emitían en algunos canales a horas extrañas, que llevaron a mucha gente (tanta) a la ilegalidad, piratas, a bajar capítulos, a no hablar con nadie hasta haberlos visto. Porque algo pasaba en aquella isla, humo negro, escotillas, finales abruptos que nos dejaban, siempre, con ganas de más. Tiempos en los que empezaron a aparecer auténticas joyas que copaban conversaciones, puro cine en cuatro tercios, se decía, y me llevaban a desear esas cajas de deuvedés que ahora pueblan mis estanterías junto a los VHS a los que quito el polvo con cariño, sin mucho que hacer más que mostrarse como lo que son, trofeos (auténticos trofeos), Los Soprano, The Wire, A dos metros bajo tierraMad Men… Mirábamos a Estados Unidos con envidia por ese canal de pago llamado HBO. Queríamos tenerlo, y tener AMC, y más tarde, Netflix, y pagar por las series que se producían allí. 

 

Años después, mis alumnos de la Universidad de Iowa venían a clase de español sin apenas dormir. ¿Su excusa? Trasnochar para ver, uno tras otro, capítulos de Money Heist o, como la conocemos aquí, La Casa de Papel. También veían MerlíEl Ministerio del Tiempo, Élite. Yo creía que lo hacían para mejorar su español, profesora ilusa, pero pronto me confesaron que para nada, les encantaban las historias, los personajes, qué series más buenas tenéis, comentaban. ¿Quién nos iba a decir, cuando ahorrábamos para comprar la caja de deuvedés de The Wire, que pronto tendríamos Netflix y HBO? ¿Y quién nos iba a decir, sobre todo, que muchas veces pagaríamos por ver series nuestras, de aquí? 

 

Antidisturbios, Veneno, Patria, El Ministerio del Tiempo, 30 monedas y un largo etcétera son las series que soñábamos escribir desde la sala de guionistas cuando fantaseábamos con presupuestos mayores, mayor libertad. Pero también dudábamos, ¿habrá creadores con tanto talento? 2020, a pesar de lo horroroso, nos dice que sí, y nos deja una cosecha de ficción maravillosa. Patria, de hecho, forma parte de la lista de las mejores series del año que cada diciembre publica The New York Times. Podría aprovechar este artículo para elaborar mi lista, pero soy incapaz, siempre siento que dejo alguna producción importante fuera. Y después de dudar, tachar, cambiar el orden una y otra vez, cerrarla y darle a enviar, pienso que la tercera serie merecería ser la segunda, que la segunda y la primera quizá son igual de geniales, ¿cómo sentirme cómoda con mis propias listas si minutos después de haberlas confeccionado con mimo me hacen dudar? Lo que está claro es que series interesantes, inteligentes, adictivas, este año hemos tenido muchas. A ver si 2021, además de buenas noticias (que falta nos hacen) nos sigue regalando ficciones de aquí a las que poder engancharnos, a las que se enganchen también estudiantes del Medio Oeste americano que terminan por llegar a clase en pijama y abrigo porque han preferido no dormir para ver la última serie española que los ha conquistado. 

Elisa Ferrer (L'Alcúdia de Crespins, València, 1983) es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Valencia y diplomada en guion cinematográfico y televisivo por la ECAM. Obtuvo el Premio Tusquets en 2019 con su primera novela, 'Temporada de avispas'. También es autora (2014) de un ensayo sobre 'The Royal Tennenbaums', de Wes Anderson

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