FUERA DE CAMPO
Lujo hortera a todo trapo
ELISA FERRER
Desde que no vivo en Madrid me gusta mucho encontrármela en la gran pantalla, adivinar qué calle es esa por la que se mueven los personajes, cuál es el bar en el que se están tomando algo, cuál la boca de metro en la que han quedado. Pero en la última película de Daniel Calparsoro, el Madrid que llena la pantalla parece otro, uno que desconozco. En los planos cenitales grabados desde el cielo vemos un Madrid neoyorquino, de película de acción rodada en otro continente, y los barrios en los que el lujo asoma desde balcones y escaparates, esos barrios que yo apenas he pisado, se me antojan aún más elegantes, esplendorosos. Aunque también aparece otro Madrid, el del barrio pobre de extrarradio, el que apenas se divisa desde las torres que se levantan engreídas junto al Paseo de La Castellana, y las personas que los habitan se perciben como hormigas pequeñas, hacendosas, insignificantes.
Y es de este Madrid suburbial del que quiere escapar Ángel, cuyo objetivo es llegar al cielo, mirar al resto desde arriba, sin que le importe a quién pisotear. Miguel Herrán lo da todo para interpretar al protagonista, un personaje físico, duro, y es uno de los nominados a los Goya de este año. A esta nominación se suman otras 18 para Hasta el cielo, en la que Calparsoro, también nominado, alardea de pericia técnica y deja clarísima su capacidad, de sobra conocida, para dirigir acción, para sumergirse en un mundo testoterónico de quinquis atracadores que ascienden por la escalera del lujo a todo trapo. Ese lujo nada discreto de los nuevos ricos, columnas barrocas, carrazos enormes, cadenas de oro, ay, los chándales de táctel de Los Soprano, los trajes de solapa ancha de Uno de los nuestros. Pero los quinquis de Calparsoro escuchan tecno y trap, y liberan su estrés en la Fabrik, en fiestas horteras en Ibiza, en sus mejores discotecas. Y asistimos al lujo en planos aéreos, de fotografía impecable, como traídos de Hollywood. Y hay persecuciones que quitan el aliento en los túneles de la M30, mientras piensas en cuántas multas por segundo se están llevando esos coches robados; porque todo va deprisa, deprisa, como en la película de Saura, ese cine quinqui al que el director intenta emular en el primer acto, aunque se quede a mitad de camino porque no hay tanta verdad en los actores, los escenarios, las situaciones, como había en aquel cine de los ochenta de sello inconfundible.
En esta historia, escrita por Jorge Guerricaechevarría (otro de los nominados), plagada de atracadores y señores de negocios en traje y corbata que mueven cantidades ingentes de dinero en paraísos fiscales y se miden dándose cabezazos como toros, lo más interesante son, sin duda, las mujeres. Carolina Yuste se merece el Goya a Mejor Actriz por interpretar a Estrella. Cada vez que ella aparece, la película, algo irregular, cobra interés. Su talento desbordante llena la pantalla de desparpajo, frescura, verdad. No exagero cuando digo que, al salir del cine, dan ganas de sentarse a escribirle un guion a medida, así se las gasta. Interesa su personaje, porque mientras las rivalidades entre ellos ya las hemos visto miles de veces, Estrella desgrana sus capas, sus matices, y asombra, y preocupa, y atrae. Como ocurre con el personaje de Sole, profundo y sorprendente. Se diría que la película está ahí, en ellas dos, en el interior de las casas, de los coches, en las conversaciones, mucho más que en el despliegue de medios en el que se mueven ellos. A Sole la interpreta la talentosa Asia Ortega, actriz y bailarina, también nominada en esta larga lista, en la que compite por un Goya con su compañera de reparto, Patricia Vico, la abogada de Ángel, fría y calculadora. Y al reparto, lleno de caras desconocidas, se suma Luis Tosar, magnífico, como siempre, y pendiente también de una estatuilla.
Hasta el cielo no cuenta nada nuevo, pero interesa, engancha, y nos dice que el cine español se puede poner al nivel de las mejores películas de acción hollywoodense. Y, la verdad, en estos tiempos en los que las salas de cine no están tan llenas como a mi pequeña cinéfila interior le haría feliz, anima mucho ver películas así, tan bien rodadas, tan entretenidas.