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FUERA DE CAMPO

Una ventana al D'A Film Festival

 ELISA FERRER

            

Ilustración: Luis Frutos

 

En 2020 el mundo se puso patas arriba, meses confinados en nuestras casas, negocios cerrados, eventos sin celebrar. El mundo de los festivales de cine también se resintió. Muchos no se pudieron llevar a cabo debido a la crisis sanitaria, otros salieron adelante con restricciones, muchas, con reducción de aforo, mucho, y con obstáculos que parecían insalvables, pero llevaron a soluciones que, aunque no ideales, permitieron que se pudieran ver películas, a veces online, a veces en los cines; que los jurados pudieran reunirse, que pudieran dar premios, que los espectadores pudieran disfrutar de un cine menos comercial, más difícil de encontrar en las salas. Un cine que, a veces, después del esfuerzo y la dedicación, encuentra en los festivales su único escaparate.


El año pasado, el D’A Film Festival de Barcelona cumplía 10 años. Una edición importante para cualquier festival, pero que, debido a la situación, se tuvo que celebrar en una versión especial online en Filmin. A pesar de las circunstancias, el D’A no perdió su esencia, centrado en el cine arriesgado, independiente, de autor, poniendo el foco en directores que empiezan, en el cine al margen de la industria, ese que brota en la grieta, ese que a veces florece.


El D’A Festival de 2021 ha apostado por un formato híbrido, con su parte presencial, mascarillas y aforo reducido, pero con esa ventana abierta en Filmin. Quienes no hemos podido estar en Barcelona, viviéndola como se viven las ciudades cuando hay festival, devorando dos, tres películas al día, comentándolas mientras se pasea por calles nuevas, o por las mismas calles que se nos antojan distintas, hemos asistido de algún modo porque nos hemos asomado al D’A desde nuestro salón. El otro día, imaginando que estábamos en Barcelona, pudimos ver Poppy Field, primera película del director rumano Eugen Jebeleanu, escrita por Ioana Morau y ganadora de la sección Talents, el principal galardón del festival. Los miembros del jurado, Jordi Costa, Ania Jones y Carlos Marques-Macet, escogieron la película “por proponer una absorbente inmersión en una realidad asfixiante a través de una narración precisa, unas interpretaciones contundentes y una dirección virtuosa”, definición certera de la cinta de Jebeleanu.


Poppy Field nos sumerge en un día en la vida de Cristi, un joven policía rumano que lleva en secreto su homosexualidad, algo que le genera tensiones con su pareja que vive en Paris y está de visita en Bucarest, ya que es incapaz de salir con él a la calle, obsesionado con que nadie de su entorno los descubra. El comportamiento irracional del protagonista explota cuando a él y sus compañeros les toca intervenir en un asalto a una sala de cine durante la proyección de una película de temática gay por parte de un grupo extremista homófobo. A lo largo de la película, rodada con un tono casi documental, largos planos y la cámara pegada a los personajes, se asiste a la crisis emocional de un hombre que no expresa lo que siente, y su sufrimiento, su angustia, explota en forma de contradicción, en un entorno heteronormativo como el de la policía, en un país donde la homosexualidad sigue topándose con actitudes homófobas y una falta de normalidad preocupante. Una película pequeña que, en un solo espacio, una sala de cine del centro de la ciudad, es capaz de encerrar los conflictos de una sociedad dividida, cargada de prejuicios, y en la que las fuerzas puritanas y extremistas frenan un avance necesario.


La película italiana de los hermanos D’Innocenzo, Queridos Vecinos, que se hizo con la Palmera d’Or en la Mostra de València y se estrenará el 18 de junio en nuestros cines, se llevó una mención en la sección Talents por su “lenguaje formal, arriesgado y singular". Una película brillante, original, con una mirada ácida y despiadada que detona los pilares sobre los que se sostienen las familias italianas de clase media alta. El premio Un Impulso Colectivo fue para Karen, de la extremeña María Pérez Sanz, protagonizada por Christina Rosenvinge, mientras que el de la crítica recayó en la película francesa Seize printemps, de Suzanne Lindon. El D’A Film Festival finalizó el 9 de mayo, pero hasta el 15 de este mes estará en una versión reducida en los Renoir de Madrid; una cita con el cine independiente que, para quienes estén allí y puedan asistir de forma presencial, me parece absolutamente imperdible.

            
                            
            
                

Elisa Ferrer (L'Alcúdia de Crespins, València, 1983) es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Valencia y diplomada en guion cinematográfico y televisivo por la ECAM. Obtuvo el Premio Tusquets en 2019 con su primera novela, 'Temporada de avispas'. También es autora (2014) de un ensayo sobre 'The Royal Tennenbaums', de Wes Anderson

        

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