Fin de temporada
ELISA FERRER
Llegar a las vacaciones con los deberes hechos, los últimos correos enviados, la ropa lista para meter en la maleta y las series terminadas, claro, porque los días dejan de ser rutinarios y el rato de sofá (ya sin manta) se empieza a espaciar hasta casi desaparecer. Entre los preparativos prevacacionales, vimos los últimos capítulos de la serie de Cantwell y C. Rogers Halt and Catch Fire, en Filmin, y llegó ese vacío conocido, el que queda cuando termina una gran historia y te despides de personajes que han dejado de ser de ficción y ya forman parte de tu día a día, de tus desvelos, de tus conversaciones. También cerramos la última serie de Chuck Lorre, nos despedimos de Sandy Kominsky en Netflix y le agradecimos las risas, encantados de haber formado parte, de algún modo, de su abrazo a la vejez, de sus preocupaciones, sus alegrías, sus clases de interpretación.
Nos despedimos porque en verano la vida está en la calle y los ratos en casa, fragmentarios, son para ver películas con un helado en la mano. Como el domingo en familia, cuando mis sobrinos me sentaron en el sofá para que viera Luca en Disney Plus antes del baño obligado de la tarde, “te va a encantar, tía”, y la verdad es que me ha sorprendido este coming of age que busca, de algún modo, empezar a deshacerse de esos estereotipos de género anquilosados con los que Disney nos ha estado bombardeando desde siempre.
Las horas de la siesta, tanto los días que nos pillan fuera como los que seguimos en casa, nos sirven para revisitar El espíritu de la colmena (Víctor Erice), con la que felizmente nos topamos en Movistar+. ¿Hay mejor momento que el verano para cruzarse de nuevo con los ojos de Ana Torrent enfrentándose al monstruo? Tardes de siesta para regresar a los Tres colores de Kieslowsky y disfrutar otra vez de Juliette Binoche, de Julie Delpy, de Irène Jacob; o para volver a la filmografía de Agnès Varda en Filmin, bendita, con esa mirada joven, experimental, moderna; o para ver películas que se nos escaparon durante el curso, El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco, o Ane, de David Pérez Sañudo, también en Movistar. Porque el año, lo sabemos, termina en verano y empieza en septiembre, con el curso escolar, con el estrés postvacacional.
Esta columna, aunque lo parezca, no pretende convertirse en un puñado de recomendaciones azarosas para el verano: “Las mejores diez películas de cada plataforma”, “Las mejores series para preparar tus vacaciones”, “15 novedades que no te puedes perder”. Es más bien un punto y aparte para este Fuera de campo desde el que me he asomado al cine, al teatro, a las series patrias, y he compartido con vosotros mis pensamientos sobre algunas de las producciones que he disfrutado durante este curso que, no sé a vosotros, pero a mí se me ha pasado volando.
Aunque tampoco me voy a poner dramática, este no es uno de esos finales de serie como los que os contaba al principio, un final de letras luminosas y pañuelo blanco. Es más bien un humilde fin de temporada, un echar el pestillo con el cartel de “cerrado por vacaciones”, esas que nos sirven para descansar, desentumecernos, coger fuerzas, y entrenar la vista para prepararnos para las novedades que vienen. Nos vemos de nuevo en septiembre, cuando el año realmente comienza.