A la caza del tesoro
ELISA FERRER
“Una tripulación parte en busca de un tesoro”, un inicio de historia que siempre promete aventuras, que nos transporta a lugares recónditos que esconden alhajas y enseres de sociedades pretéritas, a pueblos ancestrales sepultados por el tiempo y el polvo; nos recuerda a las películas de Indiana Jones, a los cómics de Tintín, a los libros de Stevenson, historias que marcaron infancias, adolescencias, incluso alguna adultez. Nos lleva a pensar en piratas que surcan los mares para expoliar tesoros que alguien escondió a la espera de regresar a por ellos, o los que un día se perdieron durante el fulgor de una batalla, en un naufragio, y que ya forman parte de nuestro imaginario literario y audiovisual.
De lo que son ahora aquellos piratas, de lo que queda de aquellos tesoros va La Fortuna, el estreno de Alejandro Amenábar en el mundo de las series. Sus dos primeros capítulos ya pueden verse en Movistar + en España, y en AMC en Estados Unidos y parte de Latinoamérica. Basada en El tesoro del cisne negro, el cómic de Paco Roca y Guillermo Corral, la serie comienza cuando Frank Wild, el dueño de la empresa Atlantis Underwater Searching, capitán del buque cazatesoros Pioneer y todo un pirata, encuentra junto a su tripulación, y gracias a la alta tecnología con la que está equipada su nave, cientos de monedas de oro que parecen pertenecer a La Fortuna, una fragata española que se hundió en el Estrecho de Gibraltar en el siglo XIX.
Estas monedas pertenecen al Gobierno de España, que, después de varias situaciones atropelladas, decide diseñar una misión para recuperar el tesoro y emprender una batalla legal contra Wild. Esta misión estará encabezada por Alejandro, que acaba de comenzar a trabajar para el ministro y apenas tiene 25 años, y Lucía, una funcionaria a la que tienen marginada en el Ministerio de Cultura. Una pareja que a priori no parece ser garantía de nada, pero que consigue al brillante abogado estadounidense Jonas Pierce, un aventurero de la talla de Wild que, en cambio, cree que los tesoros no son para lucrarse, sino para enriquecer el patrimonio cultural de sus países.
La serie cuenta con un reparto internacional del que me fascina Clarke Peters, inolvidable Lester Freamon de The Wire, que sobresale como Jonas Pierce con una interpretación soberbia y elegante. Me encanta escuchar a Stanley Tucci que, con su presencia imponente y su voz magnética, levanta a Frank Wild, un antagonista carismático que es, sin duda, uno de los personajes más interesantes de la serie. Álvaro Mel y Ana Polvorosa se ponen en la piel de los funcionarios encargados de diseñar la misión para la recuperación del patrimonio, una pareja cuya química crece a medida que avanza la serie. Alfonso Lara, Manolo Solo, Blanca Portillo o Karra Elejalde ponen su talento al servicio de unos personajes llenos de matices, cuyos intereses no siempre son los que parecen.
Ambientada en España y en Estados Unidos, La Fortuna se crece en escenarios americanos, en el mar, donde se encuentra la aventura, el peligro; mientras que las escenas que suceden en España, enredadas en burocracias, encerradas en despachos, menguan, pierden fuelle, atractivo. Los dos primeros capítulos enganchan y nos dejan muchas preguntas sin responder, ¿se hablará de si las monedas deberían volver a la antigua colonia a la que seguramente el Imperio español expolió? ¿De qué se conocen Frank y Jonas? ¿Lucía y Alejandro serán capaces, sin recursos y con su poca experiencia, de ganar la batalla contra la poderosa empresa de Wild?
De momento, lo mejor de la serie son esas escenas que destilan cierta nostalgia por aquellos años en los que un mapa del tesoro era un mundo de posibilidades, en los que nos sentíamos Indiana Jones cuando luchaba a muerte con la espada, cuando se descarrilaba a toda velocidad en una vagoneta de una mina, cuando el cine de aventuras nos permitía ser invencibles, aunque fuera por un rato.