Fuera de campo
Cómo sobrevivir a la treintena en la ciudad
ELISA FERRER
Treintañeros que comparten piso en una gran ciudad, que no se pueden permitir vivir solos; lo de siempre, trabajos precarios, precio abusivo de la vivienda. Treintañeros que quieren una relación sentimental seria, aunque a veces no saben lo que quieren, pero quieren querer, o que los quieran. Treintañeros que salen de fiesta con energía adolescente, nada más divertido que quemar la noche, nada mejor para sobrellevar carencias económicas, emocionales. Este argumento suena a serie de televisión mil veces vista, ubicada en Nueva York, en Barcelona o en Madrid. En esta última, en Madrid, es donde transcurre Todo lo otro, creada, protagonizada y dirigida por Abril Zamora, una serie que se suma al género “treintañeros perdidos en entorno urbano” para ahondar en los clichés ya conocidos, pero también para aportar nuevos puntos de vista.
Todo lo otro ha sido la escogida por HBO Max para celebrar la llegada a España de su nueva plataforma de streaming que, además de ofrecernos las producciones del canal estadounidense HBO, nos traerá contenido de DC, Cartoon Network o Warner Bros. Y se estrenan con una serie que deja claro que Abril Zamora, que ya lo demostró con Señoras del (h)AMPA, es una creadora a tener en cuenta. Aquí se rodea de un elenco de amigos, compañeros del oficio, que son capaces de conseguir que su complicidad trascienda la pantalla, actores y actrices como Juan Blanco, David Matarín, Nuria Herrero, Andrea Guasch o María Maroto.
El primer capítulo abre con una canción de Dorian, A cualquier otra parte, que ya es toda una declaración de intenciones, y nos presenta a Dafne y a su grupo de amigos en una noche de fiesta en la que descubre que está enamorada de su compañero de piso, su confidente, su mejor amigo. Pero esto no es el principio, es el final, porque a partir de ahí la serie se convierte en un flashback que comienza tres semanas antes de esa noche. Tres semanas que dan para mucho. El compañero de piso de Dafne le pide matrimonio a su novia, mientras a ella le deja su pareja, Manuel, con quien llevaba años de relación, y no ha sido fácil. Él la acompaño cuando decidió transicionar, operarse para convertirse en la mujer que siempre fue, un proceso duro, intenso; pero a él le gustan los hombres y la relación termina por romperse, algo doloroso para los dos.
Abril Zamora borda a Dafne, una protagonista encantadora pero un desastre en lo personal, una drama queen con un trabajo precario a la que las cosas no le van del todo bien. Aunque con naturalidad y frescura, la serie cae en tópicos que ya nos hemos cruzado antes, gente que, aunque comparte piso porque tiene ingresos bajos, vive en viviendas enormes, con habitaciones inmensas, mucha luz, techos altos, muebles bonitos, esos que, en mis años de compartir piso, y fueron muchos, nunca encontré a un precio asequible (¿dónde están las habitaciones pequeñas que le tocan a una por sorteo?, ¿los muebles más baratos del catálogo de Ikea?); gente que busca tener una relación, enamorarse, y pone en una cita por Tinder toda la esperanza; amigos que se convierten en familia y cambian el salón de casa por el bar de siempre, donde se hinchan a cañas y comparten sus problemas, se escuchan, se ayudan, se comprenden.
Pero la serie de Abril Zamora también está llena de hallazgos, una voz en off que carga cada secuencia de ironía, un universo con el que es muy fácil conectar. Y, sobre todo, lo mejor de Todo lo otro es que no pone el foco en el hecho de que la protagonista sea trans. Se habla de su transición, se habla de su miedo a no gustar a otros hombres, a no ser querida, pero desde una normalidad que es necesaria en nuestras pantallas, donde las actrices y los actores trans necesitan personajes que se alejen de los lugares comunes, personajes interesantes, complejos, distintos. Que estamos en 2021 y ya es hora de deshacernos de tanto estereotipo.