FUERA DE CAMPO
Actores de verdad
ELISA FERRER
«Quiero ver una película, pero de las que me gustan a mí, no de las que ves tú con actores de verdad», me soltó mi sobrino pequeño cuando le propuse un rato de sofá y manta después del atracón navideño, en lugar de montar el Scalextric (esas digestiones pesadas arrodillada en el suelo distan mucho de ser saludables). «¿Y cuáles son las que no tienen actores de verdad?», me reí. «Las mejores, ¡las de dibujos!».
Ahí le tuve que frenar. «¿Estás seguro?». Él, que afirma ser dibujante (su profesión de niño, porque de mayor quiere ser inventor, pero sin las matemáticas), sabe cómo funcionan las películas de animación –«muchos dibujos que pasan superrápido uno detrás de otro o que están hechos por ordenador»–, pero no se había parado a pensar en las voces, esas voces que se esconden detrás de los personajes. «¿No hablan en tus películas actores de verdad?». Él se encogió de hombros y dijo, «Son voces grabadas». «¿Y quién las graba?» Y ahí, me miró, resabiado, y espetó «Vale, sí, actores y actrices, y a veces son hasta mayores».
Después del debate y de mucha indecisión, pusimos Los increíbles (¿habéis visto una película por octava vez con un niño? Si lo miras de reojo, notas como mueve los labios y repite todos y cada uno de los diálogos, los ojos sin parpadeo) y nos volvió a gustar, claro, como gusta sentarse en ese sofá viejo que ya tiene grabadas la forma de tus nalgas, la de tu espalda, y, además de ser cómodo, reconforta. Cuando la película terminó se quedó viendo pasar los créditos, «Entonces, ¿quiénes son los actores de verdad de Los Increíbles?». Acudimos a Google (bendito Google) y descubrimos que José Antonio Ceinos, mítico del doblaje que durante años puso voz a estrellas conocidas como Nicolas Cage o Steven Seagal, interpretaba a Mr. Increíble; que Beatriz Berciano, la voz de Jessica Chastain o de Jennifer Aniston, era quien estaba tras Elastigirl, o que el mítico Antonio Molero era Frozono. A mi sobrino le sorprendían las fotos de los “actores de verdad”, «¡No se parecen en nada a los Increíbles!». Y a mí me sorprendió que Emma Penella pusiera su voz, voz grave y llena de personalidad, a ese personaje magnético que es Edna Moda.
«¿Y cómo hacen para que las voces suenen a la vez que se mueven las bocas?». Buscamos un vídeo en Youtube (bendito Youtube) en el que se veía cómo se trabajaba en un estudio de doblaje, también vimos un fragmento de Voces en imágenes, de Alfonso S. Suárez, en Filmin, y mi sobrino se dio cuenta de que los actores de Estados Unidos no hablaban español, de que por muy buenos actores que fueran, no sabían todos los idiomas. Le conté que antes el cine era mudo, pero cuando nació el sonoro, surgió la necesidad de escuchar a los actores hablar en nuestro idioma porque, aunque hubiera subtítulos, mucha gente entonces no sabía leer ni escribir.
Mientras mi sobrino pensaba que de mayor, además de inventor, podría ser actor de doblaje, yo me acordé de cuando descubrí el cine, de cuando veía las películas en la tele, siempre dobladas, y las grababa para volverlas a ver siete, ocho veces, y movía los labios para repetir los diálogos, como ahora los mueve mi sobrino, y Bruce Willis tenía siempre la voz de Ramón Langa, Clint Eastwood, la de Constantino Romero, Robert De Niro, la de Ricardo Solans, y Julia Roberts, la de Mercedes Montalá. Y me acordé de El apartamento, de todas las veces que rebobinaba el final para escuchar, de las voces de Rosa Guiñón y Rogelio Hernández, que para mí eran las de Shirley MacLaine y Jack Lemmon, «¿Me oye, señorita Kubelik? Estoy totalmente enamorado de usted», y ella le respondía, antes de quitarse el abrigo, «No diga más y juegue».
Sin duda, Rafael de Penagos tenía mucha razón cuando dijo: «Que no nos llamen ya más eso de los dobladores. Hay que decir las actrices o los actores que hacen doblaje. No doblamos sobres ni doblamos ninguno el periódico». Lo que sí hacen es interpretar a los personajes de nuevo, ponerles voz y sentimiento para que así los espectadores puedan entenderlos.