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Fuera de campo

 

 

 

Alcarràs, contar la vida

 

 

 

ELISA FERRER

Ilustración: Luis Frutos

 

Iris, Pere y Pau, a sus apenas siete años, saben convertir un coche abandonado en una nave espacial, saben que la gasolina se agota rápido y es cara, que a los conejos difuntos se les debe despedir con respeto; que la guerra es dura y por eso, más que con armas, es mejor luchar con coles, lechugas, hacerse con una artillería de sandías, melocotones y paraguayos para valerse de su jugo cuando arrecía la sed. A sus apenas siete años, han aprendido que despedirse de su nave espacial, de su cabaña o de sus juegos es difícil; que decir adiós es doloroso, frustrante a veces por lo brusco, lo incomprensible. Sus padres, su abuelo, sus tíos y sus hermanos van a aprenderlo también, van a aprender que despedirse de una forma de vida que ha sobrevivido generación tras generación, acabar de golpe con la historia familiar, con el entorno que ha mantenido durante casi un siglo a una familia y ha unido su destino al de la tierra es tan injusto como los tiempos que vivimos, esos que han decidido darle la espalda al mundo. 

 

Con una sensibilidad que ya desplegó en Estiu 1993, con una atención al detalle que transmite verdad y un saber hacer que parecen propios de alguien que cargue con una extensísima filmografía a sus espaldas, Carla Simón firma en Alcarràs una película que consigue zarandearte, que te apela aunque tu día a día esté alejado de las cosechas, de las vicisitudes que conlleva vivir de la tierra. Porque Alcarràs es una ventana en la que la ficción se levanta ante nuestros ojos para hablarnos de la realidad de la gente del campo, pero, sobre todo, para hablarnos de la vida, donde emociones y miedo están presentes, donde desde la infancia se sabe mirar de un modo que desde la adultez olvidamos. Y en esa vida que asoma a través de la pantalla, personajes que crecen a medida que avanza el metraje, actores no profesionales que actúan para interpretar una ficción tan pegada a su realidad que se confunde, y los ves ahí, en su tierra, en su casa, y te conviertes en un voyeur de su rutina, de cómo las reacciones ante el cambio de vida que se avecina son capaces de quebrar una base sólida, la de una familia que ha crecido y se ha hecho fuerte en la adversidad. Una familia que ríe y disfruta en plano corto, entre baños en la piscina y caracoles a la brasa, y sufre desde el respeto de una cámara que observa alejada, la distancia justa para emocionar, interesar, no invadir la intimidad de unos personajes que trascienden. Hay tanta verdad en las interpretaciones que me es difícil imaginar la película doblada, tal y como se exhibe en muchas salas en España.

 

Coescrita con inteligencia y entraña por la propia Simón y Arnau Vilaró, Alcarràs consigue que los miembros de la familia que pueblan la pantalla interesen; tanto, que tras la proyección es fácil fantasear con diferentes películas, cada una narrada a través de la mirada de uno de los personajes, la mirada de los niños, que juegan ajenos a la realidad, pero conscientes de muchos de sus golpes, o la del padre de familia que es incapaz de gestionar la crisis que se avecina, o a la de los hijos adolescentes que canalizan la rabia a través de pequeñas venganzas, la del abuelo que observa cómo la vida que él conoció se desmorona ante sus ojos hasta volverse incomprensible.          

 

Una película en la que la emoción desborda porque muestra la inmensidad de lo íntimo, lo retorcido de un mundo en el que las grúas son capaces de terminar de un plumazo con juegos infantiles, pero también con formas de vida que sostienen un mundo frágil que si aún sobrevive es por aquellos que luchan desde la resistencia.

 

           

                        

                

Elisa Ferrer (L'Alcúdia de Crespins, València, 1983) es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Valencia y diplomada en guion cinematográfico y televisivo por la ECAM. Obtuvo el Premio Tusquets en 2019 con su primera novela, 'Temporada de avispas'. También es autora (2014) de un ensayo sobre 'The Royal Tennenbaums', de Wes Anderson

       

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